viernes, 29 de julio de 2022

El grabador José Esteban Lozano, sus diseños para medallas y monedas y sus escritos.

 Publicado en Gaceta Numismática, nº 203, 2022

https://www.academia.edu/83898797/El_grabador_Jos%C3%A9_Esteban_Lozano_sus_dise%C3%B1os_para_medallas_y_monedas_y_sus_escritos

José Esteban Lozano es considerado como uno de los mejores grabadores de la época de la Restauración, destacando en este campo desde muy joven en las distintas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Profesor de grabado en hueco de la  Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado y asiduo jurado en las pensiones otorgadas a los alumnos de la Academia Española de Roma y para las propias Exposiciones Nacionales, desarrolló paralelamente esta actividad en encargos privados. Fue asimismo el elegido para grabar los cuños de las monedas en oro del nuevo sistema monetario, la peseta, si bien no se llegó a acuñar más que una limitada edición de 100 pesetas de valor facial con su diseño. Igualmente, sus informes y su discurso pronunciado para su admisión en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando nos ofrecen información sobre la enseñanza del grabado en la España de su época, sobre la historia del arte de la medalla en España y sobre su visión de la medalla griega clásica.

miércoles, 20 de julio de 2022

La moneda en los Países Bajos españoles durante la Guerra de Sucesión

 Publicado en Crónica Numismática, 20 de julio de 2022

https://cronicanumismatica.com/la-moneda-en-los-paises-bajos-espanoles-durante-la-guerra-de-sucesion/

Tras la muerte de Carlos II de Habsburgo sin descendencia y la instauración de la Casa de Borbón en España, la Gran Alianza formada por Inglaterra, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio, Prusia y la mayor parte de los estados alemanes, a los que posteriormente se unirían Portugal y el Ducado de Saboya  declararon la guerra a España y a Francia. Si bien los primeros enfrentamientos se produjeron en las zonas fronterizas de los aliados con Francia, finalmente el conflicto devino en un enfrentamiento civil cuando se extendió al territorio peninsular español.

 Felipe V no fue bien acogido en los Países Bajos, principalmente por la política centralista de inspiración francesa que aplicó desde que por Decreto de 2 de junio de 1702 se suprimieron los Consejos Colaterales. La primera fase de la guerra se desarrolló en el Sacro Imperio, por lo que no afectó al Flandes español, lo que cambió tras la victoria aliada en Ramillies el 19 de mayo de 1706. Los partidarios de Felipe V abandonaron Bruselas precipitadamente y el pretendiente Habsburgo restableció el régimen anterior, ganándose con ello el favor de sus súbditos.

 Durante la primera fase de la guerra se acuñó moneda a nombre de Felipe V en los Países Bajos españoles tanto en oro como en plata. El sistema monetario flamenco era heredero de la su propia tradición medieval, y se había conservado durante el reinado  de los Habsburgo españoles. En estas primeras emisiones a nombre de Felipe V se mantuvieron los tipos de las emisiones anteriores, siendo la principal novedad la inclusión del escusón de Borbón de la nueva dinastía reinante en el escudo de la Monarquía española.

 La moneda de plata acuñada consta de varios faciales, siendo las de valor más pequeño los escalines, batidos en las Casas de Moneda de Amberes, en Brabante, y en la ceca flamenca de Brujas en 1704, y en la primera de ellas también en 1705. En su anverso encontramos un león rampante con escudo y espada en alto a izquierda, y la leyenda PHILIPPUS V D G HISP ET INDIAR REX, y en su reverso las armas de la monarquía sobre cruz de Borgoña, el año de acuñación repartido en ambos lados y la leyenda BURGUND DUX BRABANT.

 En la ceca de Amberes se acuñaron ducatones y medios ducatones en 1703 y 1704, con busto del monarca con peluca a derecha en anverso, escudo del monarca en reverso flanqueado de dos leones, y leyendas iguales a las vista para los escalines, que se repiten asimismo en todas las series monetarias. En esta misma ceca se labraron igualmente patagones, y medios patagones en la de Brujas, desde 1702 a 1705, con un tipo en el que aparecía en su anverso la cruz de Borgoña, rodeado por dos monogramas coronados del soberano, y en su reverso el escudo del monarca coronado y rodeado por el Toisón de Oro.

 En cuanto a las monedas de oro, se acuñaron entre 1703 y 1706 soberanos y medios soberanos, en la ceca de Brujas únicamente en 1704 y en la de Amberes entre estos años. En su anverso aparece el retrato del rey coronado a derecha, y el su reverso escudo de la Monarquía coronado y rodeado del Toisón de Oro. También se acuñaron medios ducatones de oro en la ceca de Brujas, con igual diseño que los medios ducatones de plata antes vistos, en 1704, y ducatones de oro con diseño igual al de las monedas argénteas de la misma denominación, en Amberes entre 1703 y 1705 y en Brujas en 1704.

 Tras la batalla de Ramillies el 19 de mayo de 1706, los Países Bajos españoles fueron ocupados por las tropas aliadas, conservando las tropas borbónicas el control de Namur, Luxemburgo y una parte del Hainaut. En Namur, entre los años 1709 y 1710, se instauró un taller de acuñación, con marca de ceca con un pequeño  león, donde se batieron a nombre de Felipe V liards y dobles liards, de hasta tres tipos diferentes, hasta la cesión de sus derechos por indicación de su abuelo Luis XIV al duque Maximiliano Manuel de Baviera en junio de 1711. Se acuñaron asimismo escalines de plata con los mismos tipos vistos en las otras cecas en 1709 y 1710.

 Así, aparecen liard simples y dobles con los escudos de Lorena, Borgoña Antigua y Brabante en forma de cruz alrededor un pedernal coronado, y en su reverso el escudo coronado de la Monarquía, acuñadas bajo su título del Duque de Brabante. Otro tipo, que aparece en los dobles liards, tiene el mismo reverso mientras que en su anverso se encuentra labrado el busto a derecha de Felipe V con gran peluca a lo Luis XIV, batido en 1709.

 Mientras tanto y provisionalmente se constituyó el 21 de julio de ese mismo año por los aliados un Consejo de Estado, compuesto de magistrados y nobles flamencos, que gobernó el territorio hasta que por el Tratado de Utrecht y Rastatt los Países Bajos “llamados comúnmente españoles” fueron entregado al en ese momento ya emperador Carlos, junto con algunas plazas del norte de Francia cedidas por Luis XIV, y recuperaron como antes se dijo sus instituciones tradicionales.

 Cuando Luis XIV convenció a su nieto Felipe V para que cediese sus derechos sobre los Países Bajos a Maximiliano Manuel de Baviera, lo que sucedió en junio de 1711, en un primer momento Maximiliano mantuvo los tipos anteriores de Carlos II y Felipe V en las emisiones de los soberanos de oro, si bien en 1713 introdujo nuevos tipos de influencia francesa, con su busto en anverso y sus propias armas en su reverso. En las piezas acuñadas en plata mantuvo asimismo los tipos de los monarcas españoles que le precedieron.

 El 7 de mayo de 1714 se ordenó por Maximiliano la emisión de moneda en ambos metales en la cuantía de quinientos mil florines, en soberanos y medios soberanos de oro y plata y escalines y medios escalines de este mismo metal, fijándose en la misma norma su ley y peso. La moneda se acuñó a molino, dado que en un inventario fechado en Bruselas el 2 de diciembre de 1713 se citan cinco presas de volante con su utillaje y un balancín con dos bolas de plomo, así como laminadoras y otras máquinas, encargándose de su fabricación Van Soest y Blommaerts mediante asiento.

 Con la entrada de las tropas aliadas en los sucesivos territorios, las mismas cecas que habían batido numerario a nombre de Felipe V lo hicieron, manteniendo los tipos, a nombre de la nueva autoridad emisora, con los obvios cambios en los escudos del reverso, que volvieron a ser los tradicionales de la Monarquía española, la titulación del Pretendiente como Carlos III Rey de España y de las Indias y el obvio cambio del busto.

 Entre 1707 y 1711 se batieron escalines, patagones y medios patagones de plata y soberanos, dobles soberanos y ducatones de oro a nombre de Carlos III. La mayor parte de las nuevas emisiones de oro y plata se realizaron en la ceca de Amberes, acuñándose en Brujas exclusivamente patagones y medios patagones en el año 1709.

 Dado que las monedas acuñadas en Namur a nombre de Felipe V y de Maximiliano Manuel se podrían introducir en los territorios controlados por los aliados, las autoridades monetarias de Bruselas tomaron medidas represivas contra su recepción. Ello llevó a la desmonetización en 1712 de los liards acuñados en época de Carlos II y al cambio de la tipología, con la adopción del busto con peluca, y en su reverso un monograma con tres C entrelazadas, tipos que fueron imitados por el duque.

 Para saber más:

 CHALON, R.H.G., Recherches sur les monnaies des comtes de Namur, Bruxelles, 1860.

ECHEVARRÍA, M.A., Flandes y la Monarquía Hispánica. 1500-1713, Madrid, 1998.
VICENTI, J.A., Catálogo General de la moneda española, Imperio español (Europa), I ed., Madrid, 1976.

sábado, 16 de julio de 2022

Las representaciones de Cristóbal Colón y del Descubrimiento de América en la notafilia mundial

 Publicado en El Tinto Numismático, Vol. II, nº 2, Junio, 2022


La figura de Cristóbal Colón es conocida y reconocida en todo el mundo como el descubridor oficial del Nuevo Mundo, el continente americano. Por ello ha sido utilizada para numeras emisiones de monedas circulantes y conmemorativas, así como medallas y emisiones postales en todo el orbe. Su representación aparece asimismo desde el siglo XIX en las emisiones de billetes  de numerosos estados. Así, la encontramos en varias series de billetes españoles e igualmente en Italia, por su discutido origen genovés. Su representación ha sido asimismo habitual en los billetes estadounidenses y ha aparecido en emisiones de otros países del continente americano, como Argentina, Bahamas, Cuba, Ecuador, Guadalupe, Indias Occidentales Danesas, Nicaragua, Puerto Rico, la República Dominicana o Uruguay. Casos especiales constituyen los de El Salvador y Costa Rica, donde el almirante ha dado nombre a sus monedas.

 Su primera aparición en la notafilia española la encontramos en la primera serie dedicada a personajes históricos bajo el reinado de Amadeo I en 1871, siendo su retrato el motivo del billete de mayor facial, de 400 escudos de oro, una auténtica fortuna para la época. En el mismo se representa a la izquierda al almirante, y a la izquierda a las tres carabelas. Habremos de esperar hasta 1937 para encontrar nuevamente a Colón representado en una prueba de un billete de 25 pesetas fechado el 18 de julio, con una reproducción del cuadro de Rafael Tejedo de 1828 y las carabelas en su anverso y el desembarco en la Isla Española en su reverso, que nunca se llegó a emitir.

 Un retrato muy similar fue tomado de modelo para la emisión fechada el 9 de enero de 1940 de 100 pesetas, impreso por Calcografia & Cartevalori de Milán, en Italia. En el mismo se reproduce a la izquierda del almirante una alegoría de América sentada, con arco y tocado de plumas, y otra figura femenina a izquierda con compás y sujetando un orbe terráqueo. En el billete de una peseta de 1943 dedicado a Fernando el Católico encontramos en su reverso una reproducción del cuadro de Dióscoro Teófilo Puebla Desembarco en el Nuevo Mundo, conservado en el Museo del Prado.

 En 1945 se emitió un bello billete de 5 pesetas en cuyo anverso se reproduce el soberbio monumento realizado en 1892 por Mariano Benlliure en Granada para celebrar el Cuarto Centenario del Descubrimiento, en el que aparece Cristóbal Colón entrevistándose con la Reina Católica en su campamento de Santa Fe. Pero posiblemente el más recordado de todos los billetes dedicados al almirante en España sea el de 5.000 pesetas de facial de 1992, el sueño de cualquier joven de esta década para pasar un magnífico fin de semana. En el mismo se representa a derecha un retrato idealizado de Colón procedente de un grabado de 1893 conservado en la Biblioteca Nacional, y en su centro en pequeño a los Reyes Católicos y dos de las carabelas.

 Junto a España, es Italia el país europeo donde Colón aparece en las emisiones notafilicas, en un billete de 5.000 liras emitido en 1964 y con una variante desde el año 1971, en el que encontramos en su anverso representado al almirante según el grabado realizado por Alipdo Capriolo en Roma en 1596, conservado igualmente en la Biblioteca Nacional. Mientras que en la primera emisión aparece en el centro del anverso la cabeza de Medusa y en su reverso una sola nao, en la de 1971 se sustituyó por un caballo alado acuático, y en su reverso las tres carabelas.

 Ya en tierras americanas, destaca una temprana emisión de 1837 de 100 dólares del Bank of St. Thomas, en las Indias Occidentales Danesas, en las que encontramos a Colón representado en el centro de su parte izquierda, según el retrato de Johann Theodor de Bry que encontraremos en otras emisiones. Hemos de recordar que Dinamarca vendió sus posesiones en las Islas Vírgenes a Estados Unidos en 1917 por 25 millones de dólares.

 La figura del descubridor fue igualmente una constante en las emisiones estadounidenses del siglo XIX, desde muy tempranas fechas, en varias ocasiones reproduciendo los retratos de Francesco Mazzola Parmigianino, del siglo XVI, y de Mariano Maella, del siglo XVII. El primero de ellos se utilizó profusamente en las emisiones llevadas a cabo por distintos bancos hasta la Guerra de Secesión, desde los años 40 del siglo XIX hasta los 60, como recoge Gene Hessler, hasta en 10 estados distintos. Otro de los retratos utilizados en emisiones incluso anteriores, de los años 20, es el contenido en la portada de la Historia del Nuevo Mundo de 1793 de Juan Bautista Muñoz.

 Abundantes son asimismo los billetes que portan la efigie del almirante entre los varios bancos que tenían la palabra Columbus en sus denominaciones, como el Columbiana Bank of New Lisbon, Ohio, el Columbian Bank de Boston, Massachusetts o el Bank of Columbus de Columbus, Wisconsin, entre otros. Además de en estas emisiones de bancos privados, sus retratos y las representaciones de escenas históricas relacionadas con él son comunes en numerosos billetes federales, nacionales y en los  National Gold Banknotes de California.

 Cristóbal Colón aparece igualmente en las emisiones de los billetes de los Estados Unidos, con valor legal,  desde 1869, junto con el retrato de George Washington de Gilbert Stuart. En los mismos aparece la reproducción del cuadro de Christian Schussele Columbus, Discovery of Land. Como recoge Heinz Tschachler, la figura del almirante fue utilizada por Estados Unidos para justificar la rebelión contra Inglaterra, asociándola con la de Washington, una iconografía que se reprodujo en las series de 5 dólares de la Reserva Federal de 1914, así como con la de Abraham Lincoln en las emisiones de 1915 y 1918.

 La figura de Cristóbal Colón fue igualmente utilizada en las emisiones de billetes llevadas a cabo en las Antillas Mayores durante el siglo XIX. Así, aparece una representación del almirante en un billete de un peso emitido por el Banco Español de La Habana de 1879 en la cubierta de la Santa María.  Igualmente, nuestro protagonista aparece representado en la parte izquierda de un billete del Banco Español de Puerto Rico de 100 pesos de facial emitido en 1894, en su parte izquierda, consultando mapas y una esfera terrestre.

 Tras la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y por el Tratado de París del 13 de agosto de ese año Puerto Rico pasó a ser controlado por los Estados Unidos.  Dado que el Banco Español de Puerto Rico tenía autorizadas emisiones durante 25 años y el gobierno norteamericano se había comprometido a respetar las concesiones administrativas dadas por el gobierno español, el mismo siguió emitiendo billetes, si bien cambiando su nombre por el de Banco de Puerto Rico.

 La creación en 1899 del dólar de Puerto Rico por Decreto de Willian Mc. Kinley y la devaluación del peso provincial en un 60% originó graves quebrantos económicos en la isla. El gobierno estadounidense trajo también importantes cambios en los tipos, dado que las nuevas series, fabricadas por la American Banknote, suponen una ruptura con motivos utilizados hasta ese momento y el uso de leyendas bilingües en español e inglés. En 1907 se emitió, dentro de la serie F, un billete de 5 dólares en el que en su anverso encontramos un retrato de Colón inspirado en el grabado realizado por de Bry.

 La celebración del Cuarto Centenario del Descubrimiento supuso la recuperación de la figura de Cristóbal Colón por parte de las emisiones notafílicas de varios países hispanoamericanos, con el precedente del bello billete de 100 pesos emitido por el Banco Italiano del Uruguay en 1887, que fue producido por la compañía estadounidense American Bank Note Co., y que recoge a la izquierda el mismo busto de Bry.

 El busto del almirante aparece en el reverso del billete de 50 centavos emitido por el Banco de la Nación Argentina en el año 1895, impreso en Inglaterra por Bradbury, Wilkinson & Co., en cuyo anverso venía representado el busto del general Justo José de Urquiza a derecha y a su izquierda el escudo nacional de Argentina.

 El descubridor es igualmente el motivo que en 1920 utilizó el Banco Sur Americano de Ecuador para su emisión de 20 sucres de valor facial. En su anverso se representa a Cristóbal Colón sentado con actitud pensante, con ancla, globo terráqueo y una representación de su escudo de armas, mientras que en su reverso viene recogida la escena de su desembarco en una barca o chalupa.

 Muy similar en su diseño a algunas emisiones antes citadas, por haber sido asimismo realizada por la compañía neoyorquina American Bank Note Co., encontramos un billete de 50 centavos emitido por la República de Nicaragua en 1910, con el mismo busto de Bry antes mencionado. Esta emisión se produjo en el tránsito del cambio de la moneda nacional entre el Peso y el Córdoba.

 La figura de Colón ha sido igualmente utilizada para algunas de las emisiones de billetes llevadas a cabo en la República Dominicana. En el siglo XIX los billetes del Banco de la Compañía de Crédito de Puerto Plata fueron igualmente impresos por la empresa American Bank Note Co., por lo que en los mismos aparecen algunos de los motivos anteriormente vistos en otras emisiones. El ejemplar representado es de 5 pesos, de una fecha indeterminada, 188…, y recoge en su anverso al almirante pensativo consultando cartas náuticas en su parte izquierda y a dos marineros recogiendo velas en la derecha.

 En 1992 el Banco Central de la República Dominicana emitió un billete conmemorativo del Quinto Centenario de 500 pesos oro de valor facial. En su anverso se reproduce el retrato del lienzo de Ridolfo Ghirlandaio conservado en el Museo del Mar y la Navegación de Génova, conocido también como retrato Cevasco, y las tres carabelas, mientras que su reverso muestra el faro que ese año se inauguró en su memoria, tres personajes levantando una cruz y una representación de un mapa de la isla Española.

 El mismo retrato se reproduce en la emisión contemporánea realizada en las Islas Bahamas, de un dólar de valor facial, en el que en la leyenda se lee Bahamas. First Landfall 1492. Quincentennial, dado que efectivamente se cree que el primer avistamiento de tierra de la expedición se produjo en la isla de Guanahani, de adscripción discutida pero seguramente perteneciente al archipiélago de las Bahamas.

 Esta emisión no es la única que encontramos en el Caribe no hispánico sobre nuestro protagonista, dado que ya en 1945 se llevó a cabo una emisión de 5 francos por el Banco de Guadalupe, isla bajo soberanía francesa. Realizada por la firma C.A. Wright Bank Note Co. de Filadelfia, muestra en su anverso el busto de Cristóbal Colón, una reproducción muy similar a la utilizada en la vista para el billete español de 100 pesetas de 1940 y al de Capriolo antes citado y utilizado en las emisiones italianas.

 Mención especial merecen, como antes comentábamos, las emisiones de dos países centroamericanos, El Salvador y Costa Rica, dado que Cristóbal Colón ha sido quien ha dado su nombre a su sistema monetario. Por ello, desde 1892 en el primero de ellos y hasta 2001, y desde 1896 en el segundo, en un proceso de reconversión monetaria similar, sus unidades monetarias se denominan Colón. El busto numismático que aparece en el anverso de las emisiones costarricenses, en todo similar a las propias emisiones monetarias costarricenses, será común entre los años 1902 y hasta los años 30 del siglo XX.

 Fue el presidente salvadoreño Carlos Ezeta el que decidió en 1892 el cambio de la denominación de su moneda de peso a colón. Por ello, la figura del almirante aparece reiterativamente en sus emisiones notafílicas. Desde 1934 se utilizó en el reverso de los billetes el mismo busto del Almirante, procedente de un grabado de la obra de 1870 The life of Christopher Columbus. From authentic Spanish and Italian documents, de Roselly de Lorgues. El mismo únicamente se modificó para la emisión de 50 colones de 1995, en el que aparece junto a las tres carabelas, según Lorite posiblemente inspirado en el retrato de Sebastiano del Piombo, pero en todo caso muy similar al visto de Bry, que se mantuvo con modificaciones desde 1997 hasta nuestro siglo, a pesar de la dolarización.

 Tras la promulgación de la conocida como ley del Talón de Oro en 1896, el gobierno costarricense de Rafael Iglesias Castro estableció como unidad monetaria el colón. Como antes comentamos, la representación de Cristóbal Colón en su reverso al modo de las emisiones numismáticas fue la habitual hasta 1938. Desde 1897 se emitieron los conocidos como certificados de oro, de 5, 50 y 100 colones de valor nominal, y en 1902 certificados de plata por 1 y 2 colones. A partir de 1917 los certificados se convirtieron en billetes. Nuevas emisiones se llevaron a cabo entre 1917 y 1921, de 50 céntimos, y en 1935. El último de los billetes costarricenses con la efigie de Colón fue del de 50 colones emitido en 1942 por el Banco Nacional de Costa Rica.

 Para saber más:

 BOWERS, Q. DAVID, Whitman Encyclopedia of Obsolete Paper Money, 8 vols,  Atlanta, 2014.

COBO HUICI, RAMÓN, “Billetes de Puerto Rico (IV): El Banco de Puerto Rico. La administración de EEUU”, Numismático Digital, 7 de septiembre de 2016.

LORITE CRUZ, PABLO JESÚS, “La representación de los grandes navegantes (descubridores y estrategas) y sus rutas marítimas en la notafilia mundial”, VII Congreso Virtual sobre Historia de las vías de comunicación, Orden la Caminería de La Cerradura, septiembre de 2019.

LAUER, JOSH, “Money as Mass Communication: U.S. Paper Currency and the Iconography of Nationalism”, The Communication Review 11, 2008, pp. 109-32.

RODRÍGUEZ VÁZQUEZ, LUIS ANTONIO, Catálogo del Papel Moneda de Puerto Rico, Lulu.com, 2011.

TSCHACHLER, HEINZ, “Christopher Columbus: His Decline in Numismatics and the Nation’s Collective Memory”, Coinweek, 12 de octubre de 2020.

URIBE WHITE, ENRIQUE, “Retratos de Colón”, Boletín cultural y bibliográfico, Banco de la República, Santa Fe de Bogotá, vol. 11, Nº 2, 1968, pp. 23-94.

VARGAS ZAMORA, JOSÉ A., “Cristóbal Colón en monedas y billetes de Costa Rica” (1897-1942)”, Reflexiones, vol. 86, núm. 1, 2007, pp. 87-99.

viernes, 15 de julio de 2022

Las explotaciones auríferas de Las Médulas, León, Patrimonio de la Humanidad

 Publicado en Oroinformación, 15 de julio de 2022

https://oroinformacion.com/las-explotaciones-auriferas-de-las-medulas-leon-patrimonio-de-la-humanidad/

En ambas vertientes de la sierra leonesa del Teleno se localizan los restos del mayor conjunto mundial conocido de minería romana, en un amplio sector que ocupa dese la ciudad de Astorga hasta el Bierzo, los Montes Aquilanos  y el valle del Sil. El colosal trabajo de ingeniería que se llevó a cabo, con enormes movimientos de tierra y conducciones de agua para usarla como fuerza hidráulica, alteró considerablemente el medio ambiente de esta zona. El entorno de Las Médulas fue declarado sucesivamente Bien de Interés Cultural en 1996, por su valor arqueológico y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.

 En 2002 obtuvo igualmente el galardón de Monumento Natural, no sin la oposición de algunos países, como Tailandia, que alegaban que este paraje, al ser el resultado de una actividad destructiva a gran escala del ser humano, suponía un perjuicio para la causa de la protección del Medio Ambiente. A sensu contrario, puede considerarse como uno de los más preclaros ejemplos de que los daños producidos por las actividades extractivas, consideradas especialmente dañinas desde el punto de vista medioambiental, pueden revertirse por medios naturales, y más cuando el hombre pone también de su parte para restañar las heridas. Con el tiempo la naturaleza retomó su protagonismo, cubriendo de castaños y robledal el inusual, bello y mágico paisaje de arena rojiza y rellenando los grandes socavones y taponamientos con lagunas artificiales, como el lago Carucedo.

El conjunto de estas explotaciones, que según los datos de Plinio el Viejo eran laboradas por más de 60.000 trabajadores y producían cerca de 20.000 libras de oro al año, unos 1.635.000 Kg., estaban distribuidas en un área de unos 400 Km2,  conservándose actualmente más de 75 importantes evidencias de minería romana. El sistema utilizado para la extracción del oro, conocido como Ruina Montium, suponía la canalización y conducción del agua desde las montañas y su embalsado en la parte superior de la explotación minera. La montaña era horadada con una cuidada red de galerías en pendiente para que el agua fluyese, con técnicas que fueron diseñadas específicamente para estas minas y que en esencia siguen siendo utilizadas en la actualidad.

 La espectacularidad de los restos de estas antiguas explotaciones, dejando aparte los colosales movimientos de tierra de las mismas, se complementa con la inmensa red de canales y conducciones de agua presentes desde una altura de 2.188 metros en El Teleno, monte mítico que recibió su nombre de la deidad astur de la guerra, Tilenus, asimilado a Marte por los romanos. El estudio de los restos arqueológicos muestra que sin ningún género de duda las labores mineras se llevaron a cabo de forma uniforme y sistemática, en base a unos criterios de gestión e ingeniería de explotación basados en un perfecto conocimiento del terreno y sus posibilidades. Por ello, el método empleado para la extracción del oro fue tan eficiente que estas minas son consideradas unas de las más productivas a escala planetaria de su época.

Solamente en la explotación de Las Médulas fueron removidos en un espacio de 9 Km2 la impresionante cantidad de más de 100 millones de metros cúbicos de aluviones auríferos, lo que supuso un desafío del más alto nivel para los ingenieros romanos, al encontrarse la explotación en una situación topográfica elevada. Fue superado con la construcción de una vasta red de canales de abastecimiento que llegó a alcanzar los 600 Km. de trazado. Uno de estos canales, con 143 Km. de recorrido, es la segunda de las conducciones de agua más largas de la Antigüedad, solamente superada por el acueducto que surtía a la urbe de Constantinopla, actual Estambul, con un trazado de 246 Km.

 La Edad de Oro de la minería aurífera en el noroeste de Hispania, la posterior provincia Gallaecia, desde Oporto hasta los Montes Aquilianos y la actual Asturias, comenzó seguramente a partir de finales del siglo I a.C., tras las Guerras Cántabras. Los vestigios arqueológicos muestran a partir de este momento la profunda mutación en las formas de vida y costumbres de los habitantes del área. Si antes de la llegada de los romanos las actividades principales a las que se dedicaban eran las agropecuarias, se observa una notable especialización en las tareas relacionadas con las actividades mineras y el suministro a las explotaciones, tales como la metalurgia, la construcción y mantenimiento de los canales de la red hidráulica y la provisión de mano de obra.

La titularidad jurídica de estas explotaciones recaía directamente sobre el Senado romano, y su administración en los procurator metallorum. El control directo por el Estado supuso que fuese posible desde el principio de estas actividades que la administración financiera imperial destinase los recursos técnicos, humanos y económicos necesarios para esta explotación a una escala desconocida hasta la fecha.  Todo ello no sin resistencia, dado que se conservan estructuras defensivas en los asentamientos dedicados directamente al laboreo de las minas que muestran indefectiblemente una cierta inestabilidad en algunas de las etapas de la vida de estas explotaciones.

 La prueba más patente de la efectividad de los ingenieros romanos y de su profundo conocimiento de la extensión y distribución de las zonas auríferas que podían ser explotables de una manera rentable la encontramos en el hecho de que no solamente muchos de los placeres y minas se paralizaron claramente por agotamiento, sino además porque de los cientos de minas explotadas por los romanos en el noroeste peninsular, solamente una decena de ellas pudieron volver a ser beneficiadas en los siglos XIX y XX por aplicación de nuevas técnicas metalúrgicas de recuperación del oro.

No se puede dejar de recomendar una visita a Las Médulas, que debería incluir su Aula Arqueológica, donde se explica tanto como se realizaba la extracción del oro como las complejas obras de ingeniería acometidas para la canalización de la necesaria fuerza hidráulica. En el Centro de Recepción de Visitantes se organizan varias rutas y sendas para conocer una zona que siempre, en todo caso, se puede recorrer sin guías. Y no se debería comenzar o terminar esta visita sin contemplar el conjunto desde el Mirador de Orellán, dado que las vistas más espectaculares se producen al alba y al atardecer. Ni, por supuesto, sin disfrutar de la grandiosa belleza del paisaje y de la gastronomía local.

Para saber más

  CIRIA Y VINENT, J., “Excursiones en la provincia de León: el país de los Maragatos; las montañas del Teleno; las antiguas minas romanas”, Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 51, 1909, pp. 41-80.

 MATÍAS RODRÍGUEZ, R., “La minería aurífera romana del noroeste de Hispania: ingeniería minera y gestión de las explotaciones auríferas romanas en la sierra del Teleno (León-España)”, Nuevos Elementos de Ingeniería Romana, III Congreso de las Obras Públicas Romanas, Astorga, 2006, pp. 213-263.

 PÉREZ GARCÍA, L.C., “La mina de oro romana de Las Médulas”, Patrimonio geológico de Castilla y León, ENRESA, 2001, pp. 30-55.

 SÁNCHEZ PALENCIA, F.J. (Coord.), Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad, Junta de Castilla y León, 2002.

 SASTRE, I. y SÁNCHEZ PALENCIA, F.J., “La red hidráulica de las minas de oro hispanas: aspectos jurídicos, administrativos y políticos”, Archivo Español de Arqueología, 75, 2002, pp. 215-233.

 Las Médulas | Castilla y León Patrimonio de la Humanidad (patrimoniocastillayleon.com)

  Aula Arqueológica de Las Médulas – Proyecto CRECEER



miércoles, 13 de julio de 2022

La moneda de cuño español y de las repúblicas hispanoamericanas en circulación en Belice hasta el siglo XIX / Spanish and Latin American republics currency in circulation in Belize until the 19th century

 Publicado en UNAN Numismática Vol. VIII nº048, 2022

https://www.academia.edu/83095196/La_moneda_de_cu%C3%B1o_espa%C3%B1ol_y_de_las_rep%C3%BAblicas_hispanoamericanas_en_circulaci%C3%B3n_en_Belice_hasta_el_siglo_XIX_Spanish_and_Latin_American_republics_currency_in_circulation_in_Belize_until_the_19th_century

El área de Campeche, en el actual estado homónimo de México, fue desde el siglo XVII frecuentado por piratas ingleses y por recolectores de palo de Campeche, muy importante como materia prima para la producción de tintes. Tras el Tratado de Madrid de 1670, se concedió por la Corona española el establecimiento de pobladores ingleses para dedicarse a su explotación, acabándose los actos de piratería.

 En el territorio circulaba la moneda española de plata, los pesos y sus divisores, y la moneda también española de oro, los doblones, así como chelines o cuartos de peso, que eran conocidos como Maccaroni. Como sucedía en la cercana Jamaica, la base de su sistema monetario no era la moneda de plata, sino el oro español sobrevaluado, para así evitar la salida de las monedas acuñadas en ambos metales. 

The area of ​​Campeche, in the current homonymous state of Mexico, has been frequented since the 17th century by English pirates and collectors of Palo Campeche, which was very important as a raw material for the production of dyes. After the Treaty of Madrid of 1670, the establishment of English settlers was granted by the Spanish Crown to dedicate to its exploitation, ending the acts of piracy.

 In the territory, the Spanish silver coin in currency were the pesos and their dividers, and the Spanish gold coin, the doubloons, as well as shillings or quarter pesos, which were known as Maccaroni. As was the case in nearby Jamaica, the base of its monetary system was not silver coins, but overvalued Spanish gold, in order to prevent the exit of coins minted in both metals.

miércoles, 6 de julio de 2022

Los resellos portugueses sobre moneda española para su circulación en Portugal, Azores y Mozambique

Publicado en NUMISMA 263 Años LXX-LXXI, 2020-2021

https://www.academia.edu/82680296/Los_resellos_portugueses_sobre_moneda_espa%C3%B1ola_para_su_circulaci%C3%B3n_en_Portugal_Azores_y_Mozambique

Las autoridades portuguesas ya habían procedido al resello de la moneda de cuño español desde el siglo XVII en Brasil, y a una reacuñación masiva desde 1808 en el mismo territorio. En 1768 en Mozambique, en 1834 en el propio Portugal, en 1887 en el archipiélago de Azores y en 1889 nuevamente en Mozambique se procedió al resello de la moneda extranjera en general y española en particular. Siempre escasas y de gran interés numismático, se produjeron falsificaciones de los mismos contemporáneamente a su labra, pero también en fechas recientes, para engaño de los coleccionistas.

 The Portuguese authorities had already proceeded to counterstamp the Spanish minted coin since the 17th century in Brazil, and to a massive re-minting since 1808 in the same territory. In 1768 in Mozambique, in 1834 in Portugal itself, in 1887 in the Azores archipelago and in 1889 again in Mozambique, the foreign currency in general and Spanish in particular was punchmarked. Always scarce and of great numismatic interest, forgeries of them were produced contemporaneously with their work, but also recently, to deceive collectors.

miércoles, 29 de junio de 2022

Sellos-Moneda: El uso de las emisiones filatélicas como moneda

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, julio-agosto 2022


Las emisiones filatélicas han sido utilizadas como moneda de curso legal en lugares tan distantes como los Estados Unidos, Europa o Extremo Oriente. Este uso se ha producido habitualmente en situaciones de conflicto bélico, por la falta de moneda metálica necesaria para las pequeñas transacciones y para su circulación en el mercado interior, pero también como medio de pago entre particulares en épocas de recesión económica, como sucedió con las emisiones privadas alemanas de  la ciudad de Settrup durante la República de Weimar.

 La primera vez que se produjo este uso del sello como moneda de manera generalizada fue durante la Guerra de Secesión norteamericana. En un primer momento, los comerciantes estadounidenses, ante la falta de moneda menuda, comenzaron a aceptar las emisiones postales para las pequeñas compras cotidianas, lo que llevó a que las adquisiciones diarias de sellos postales se quintuplicaran solamente en la ciudad de Nueva York.

 Este recurso a las emisiones postales como moneda de uso cotidiano presentaba el problema de que los sellos se deterioraban rápidamente por su uso diario y continuado. En vista de ello, un vendedor de máquinas de coser de Boston, John Gault, propuso en 1862 que los mismos se encapsulasen en discos metálicos de latón o plata con un revestimiento de una capa de mica para proteger el papel del sello. Para llevar a cabo estas emisiones utilizó una máquina para fabricar botones, y se estima que fabricó este tipo de sellos moneda por un montante global de unos 50.000 dólares.

 La mayor parte de estas piezas que se pusieron en circulación lo fueron en faciales de 5 y 10 centavos, si bien Gault fabricó sellos moneda de todas las emisiones postales realizadas por la Unión, de 1, 3, 12, 24, 30 y 90 centavos. Este hombre de negocios las vendía a las empresas y tiendas al 20% del valor nominal del sello incluido y, tras darse cuenta de que la parte trasera de los discos podía utilizarse como espacio publicitario, comenzó a incluir anuncios de al menos treinta compañías, algunos tan curiosos como “Zarzaparilla Aye para purificar la sangre”.  

 Sus sellos moneda circularon durante un año, hasta que en 1863 las emisiones de moneda fraccionaria del gobierno fueron suficientes para cubrir las necesidades de numerario menudo. Como efecto secundario no deseado, el uso de los sellos como moneda produjo su escasez para su uso primigenio, el postal. El propio gobierno estadounidense tomó ejemplo de los mismos, emitiendo sellos moneda con valores de 5, 10, 15 y 50 céntimos, e incluso algunas de ellas estaban troqueladas en sus bordes a modo de las emisiones postales, con la leyenda “Receivable for all U.S. stamps”.

 Un caso similar del uso de las emisiones filatélicas como moneda corriente se produjo cuando la Compañía Británica de Sudáfrica, establecida en 1899,  emitió sellos adheridos a tarjetas, en las que constaba la leyenda “Pague por favor en efectivo al portador de esta tarjeta el valor facial del sello adherido a la misma, si se presenta en fecha 1 de agosto de 1900 o con posterioridad”.

 Sin duda, fue durante la I Guerra Mundial y en el periodo inmediatamente posterior  cuando se recurrió más asiduamente al uso monetario de las emisiones postales, en países como Alemania, Austria, Francia, Rusia, Italia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Grecia y Argentina, entre otros. En muchos de estos casos se utilizó el mismo método antes visto e ideado por Gault, encapsulando los sellos postales en un cospel circular con la cara donde el mismo venía adherido transparente, y un anuncio en su parte trasera.

 Tanto durante la Gran Guerra como en la II Guerra Mundial el gobierno británico dio curso legal como moneda a sus emisiones postales, sin encapsularlas ni adherir los sellos a ninguna superficie. En el caso de Francia, se incluyó en uno de sus lados un número que indicaba el valor del sello utilizado. En cuanto a Rusia, emitió sellos impresos en cartulina delgada destinados no solamente a su circulación como moneda, sino que asimismo podían utilizarse como sellos postales, aunque carecían de engomado para ser fijados.

 Se llevaron a cabo tres emisiones diferentes. La primera de ellas se realizó en octubre-noviembre de 1915, con valores de 10,15 y 20 kopecks, en cuyo reverso se representaban las armas imperiales con la inscripción “a la par-mismo valor- que la moneda de plata”. La segunda, a finales de 1916, con valores de 1,2 y 3 kopecks, se llevó a cabo para hacer circular estas emisiones a la par de las monedas de cobre de los mismos faciales, con una inscripción igual que la anteriormente vista pero referida obviamente a la moneda de cobre.

 Dado que se descubrió la práctica de la alteración del valor de los valores de 1 y 2 kopecks para hacerlos pasar por los emitidos el año anterior, en el sello del anverso se imprimió la cifra de su valor en grande. Una última emisión está fechada en marzo de 1917, dado que tras la abdicación del Zar el Gobierno Provisional de Kerensky autorizó una nueva emisión de los mismos faciales que la anterior, con la única diferencia de que las armas imperiales del reveso fueron sustituidas por la cifra del valor.   

 Uno de los casos mejor estudiados de estas emisiones, gracias sobre todo al estudio monográfico de Juan Bautista Miró, es el de los sellos moneda emitidos por el bando republicano durante nuestra última Guerra Civil. Los mismos, también conocidos como cartón moneda, consistían en un disco de cartón marrón rojizo con el escudo republicano, de unos 35 milímetros y con un peso aproximado de 0,5 gramos, y cuyo anverso de color pardo estaba libre para adherir un timbre móvil o un sello postal para determinar su valor.

 La razón para esta emisión, que fue aprobada con carácter transitorio por el Gobierno por Orden Ministerial promulgada en Barcelona el 24 de febrero de 1938, fue la escasez en los medios de pago disponibles de la moneda de plata y cobre en las últimas fases del conflicto. Aunque se previó que esta medida tuviese carácter transitorio, no se pudieron retirar de la circulación hasta el final de la contienda, lo que se produjo por el bando nacional, junto al resto del circulante republicano, por Decreto de 9 de junio de 1939.

 Las bases era facilitadas gratuitamente por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y fueron impresas en las instalaciones que la misma tenía en Aspe, Alicante. En la primera de las series catalogada por Miró se utilizaron para fijar el valor de esta moneda de necesidad los sellos de la serie Personajes de 1932 a 1938, y en otras la series de cifras emitidas entre los mismos años, los sellos dedicados a la Alegoría de la República de 1938 y los anteriormente emitidos durante la época monárquica y habilitados por la República mediante resello. Igualmente, se utilizaron timbres móviles con el sello de la República o los anteriores monárquicos habilitados mediante resello.

 Se estima que ya en el mismo año de su aprobación las piezas en circulación superaban los tres millones, con faciales que oscilaban entre un céntimo y una peseta y media. Junto a estas emisiones oficiales se encuentran los cartones emitidos por el Ayuntamiento de Barcelona con los escudos de las cuatro provincias catalanas, no respaldados por la Orden Ministerial anteriormente vista, así como algunos otros cartones moneda lanzados por algunas entidades privadas.

 Durante la II Guerra Mundial, la República Social italiana recurrió nuevamente al uso de los sellos moneda. Las necesidades económicas y la escasez de circulante hicieron que esta práctica fuese utilizada también en otras latitudes. Así, tanto en la isla de Ceilán como en el estado indio de Bundi se habilitaron tarjetas para pequeños pagos con los sellos postales en circulación. Igualmente, en 1942 los guerrilleros filipinos que combatían la invasión japonesa emitieron billetes de 5 pesos mediante la adición a los mismos de un sello de igual valor facial.

 Para saber más

Beresiner, Yasha, A Collector’s Guide to Paper Money, Nueva York, 1977.

Hodder, M.J. & Bowers, Q.D., The Standard Catalogue of Encased Postage Stamps, Bowers & Merena Galleries, 1989.

Luengo, S., “La moneda de ocupación y la moneda de emergencia”, OMNI, nº 1, 2009, pp. 93-100.

Miró Agulló, J.B, El sello moneda de la República, Alicante, 2008.