lunes, 28 de agosto de 2017

VTRAQUE VNUM. El diseño de nuestra moneda más universal

Publicado en Unan Numismática nº 19, Julio-Agosto 2017, pp. 25-33

http://www.mascoleccionismo.com/publicaciones/UNAN/UNAN019.pdf


El 26 de octubre de 1728 Diego de la Casa, jefe de talladores de la ceca de Segovia, recibió el encargo de preparar una moneda con un nuevo diseño, que se convertiría en la primera moneda de plata a cordoncillo  de las Indias españolas. Un año después, el modelo fue realizado por Francisco Hernández Escudero. Tras su aprobación por Felipe V, fue enviado al virrey Marqués de Casafuerte, en la Ciudad de México.  La nueva tipología de la moneda nacional, la batida en las cecas de los Reinos de las Indias, fue fijada por la Pragmática de 9 de junio de 1728.  El diseño de esta mítica pieza es sin duda uno de los mejores de toda la historia numismática mundial, con su combinación de belleza y novedad, y la excelente distribución de los espacios, las leyendas y las formas. 

viernes, 28 de julio de 2017

Los vellones de 1660 y la guerra contra Portugal

Publicado en Panorama Numismático, 27 de Julio de 2017

Tras la firma del Tratado de los Pirineos en 1659 y el final de los enfrentamientos contra Francia, tras casi tres décadas de guerra abierta en Europa, los Habsburgo volvieron sus ojos hacia el frente que tenían abierto en el occidente de la Península Ibérica. Para su financiación se recurrió a una emisión a gran escala de vellón de molino con liga de plata en 1660, de corta existencia, dado que por su fácil falsificación se paralizó su emisión en 1664.

   La conocida como Guerra de Restauración portuguesa había comenzado en 1640, durante el convulso periodo en el que Cataluña, Aragón, Andalucía, Nápoles y el propio Portugal se negaron a colaborar con la Unión de Armas e iniciaron movimientos secesionistas. De ellos, sólo la proclamación de la República en Cataluña por Pau Claris y la entrega del Principado al rey Luis XIII de Francia y la defección de Portugal siguieron adelante. En el caso portugués, no todos los territorios reconocieron la secesión, como sucedió con Macao y con el sur del Brasil, en las ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro, si bien sus pretensiones fueron desestimadas por los  monarcas españoles al esperar  recuperar la metrópoli y con ella todos los territorio ultramarinos, y con la plaza de Ceuta, que quedó definitivamente unida a Castilla tras la independencia lusitana.

   Como recoge Fernando Serrano, el levantamiento de Cataluña fue visto como una amenaza directa por parte de Francia y la proyección de las crueles guerras que asolaban Europa en la Península, lo que realmente se plasmó en territorio catalán con su ocupación por los ejércitos franceses, mientras que se consideró la aventura del Duque de Braganza como un disturbio doméstico que, al carecer de fronteras físicas con las potencias occidentales estaba condenado al fracaso. Por ello el esfuerzo bélico se concentró en el frente catalán, y, mientras que a su recuperación se dedicaron crecidas cantidades de moneda de plata, para el frente de Portugal se dedicaron cantidades siempre escasas de moneda de vellón. No se puede obviar asimismo que el dilatado conflicto con Portugal coincide con la Guerra de los Treinta Años, con la de los Ochenta Años en Flandes y con continuos enfrentamientos con Francia e Inglaterra.

   La asignación dedicada al ejército de Badajoz y demás fronteras con Portugal, que alcanzaba a las tropas de Galicia, Puebla de Sanabria, Zamora, Ciudad Rodrigo y Ayamonte, era por tanto satisfecha en la degradada moneda de vellón, alcanzando según Serrano solamente de un dos a un tres por ciento la que era satisfecha en plata entre los años 1643 y 1654. Por ello, este dilatado conflicto consistió principalmente en escaramuzas fronterizas y pequeñas incursiones en ambos lados de la raya, habiendo sólo cinco enfrentamientos que pueden considerarse como auténticas batallas, todas ellas ganadas por los lusitanos, en los 28 años de conflicto.

   El esfuerzo bélico y tributario recayó sobre las áreas fronterizas, especialmente sobre Extremadura, y sobre sus milicias locales, y la especulación, el contrabando y la destrucción se convirtieron en endémicas a ambos lados de la frontera. La circulación de esta mala moneda ahogó asimismo la posibilidad de ahorro de la población por los excedentes agrarios y la creación de cualquier tipo de manufacturas, creando un caos cuyas huellas eran aún visibles un siglo más tarde. En el contexto global de la economía castellana, la remisión a la raya portuguesa de cuantiosas cantidades de vellón incidió en la bajada del premio de la plata, dado que el grueso de ese numerario era expedido hacia occidente desde Madrid.

   En este contexto se ha de enmarcar la creación de la Casa de Moneda de Trujillo, la única fundada hasta ese momento en los reinos de Castilla durante la dinastía de los Habsburgo, que se creó para la exclusiva labor del resellado de moneda, en el contexto del levantamiento de Portugal. Esta ceca comenzó a operar el 12 de abril de 1641, resellando la moneda de ocho maravedíes batidas a martillo. Su actividad cesó el día 6 de marzo del año siguiente, pero volvió a operar nuevamente con los resellos de 1651, 1654 y 1658. Tras la emisión de moneda de molino de 1660, sus últimas labores se realizaron en 1680, y fue definitivamente cerrada un año después.

   El 11 de noviembre de 1651 se volvió a subir el facial del vellón, menos en el caso de la calderilla, a su valor de 1642, produciéndose tumultos, numerosos fraudes y resellos ilegales. Los particulares tenían un plazo de treinta días para llevar a las Casas de Moneda sus piezas para ser reselladas. Dicho resello consistió, para las nuevas piezas de ocho maravedíes, en un óvalo con pequeños adornos, en el que constaba el año del resello y la marca de ceca, en el anverso, y en el reverso la cifra de valor dentro de otro óvalo. Para las piezas que nuevamente tenían un valor de cuatro maravedíes, en el anverso se grabó un círculo, dentro del que se encontraba la fecha con un florón encima y la marca de ceca, mientras en el reverso aparecía un 4 dentro de un círculo y entre dos florones.

   Según Almenara, se acuñaron en virtud de esta pragmática nuevas monedas de vellón grueso con valor de dos maravedíes, hoy en día desconocidas, previniéndose en la misma la labra de cien mil ducados. Esta nueva moneda no fue devaluada según este autor a la cuarta parte, a pesar de ser de cobre puro, y fue equiparada a la calderilla, al decretarse su continuidad,  a pesar de la extinción de todo el vellón grueso decretado a finales del año siguiente. Basa su afirmación de que dicha emisión se llevó a cabo en un informe realizado por Jerónimo de Arredondo, superintendente de la ceca de Trujillo, de fecha 16 de junio de 1652, y en los libros de cuentas de las cecas de Burgos, La Coruña y otras referencias adicionales en otras Casas de Moneda.

   De acuerdo con lo prevenido en la Instrucción remitida a los superintendentes y tesoreros de las cecas el 25 de noviembre de 1651 debían tener las estampas de un castillo por una parte y un león en la otra, y con las leyendas de la orla que tenían los cuños y estampas de las monedas que se labraban del mismo peso y valor, y una talla de 280 maravedíes por marco, con un peso de 1,64 gramos. El metal a utilizar debía ser el de las monedas que se quebrasen con el resello de las piezas de cuatro y ocho maravedíes. Las mismas se debían ejecutar en las nueve Casas de Moneda ordinarias, así como en el Real Ingenio y, si se pudiese, en la ceca de Trujillo.

   Al final de su reinado, Felipe IV realizó una nueva alteración de la moneda de vellón, mandando labrar una nueva especie monetaria de cobre ligada con plata, por Real Pragmática de 29 de octubre de 1660, conocida como de molino, sustituyendo la acuñación a martillo por la de molinos hidráulicos. La idea de construir molinos en todas las cecas fue idea de los arbitristas catalanes para evitar las falsificaciones, y los mismos fueron construidos en un plazo inferior a dos años, siendo contratados por los asentistas que llevaban a cabo las acuñaciones, que eran en la mayoría de los casos ingenieros catalanes, y en otros ingenieros madrileños que copiaron las obras que los ingenieros catalanes hicieron en su ciudad.

   Murray afirma que posiblemente sea la serie más falsificada de la historia numismática española. Según de Santiago, mientras que Segovia, Cuenca y Granada utilizaron la energía hidráulica, el resto de las cecas utilizaron molinos de sangre movidos por mulas. Una vez se decidió su desmantelamiento, llama la atención los importantes gastos que supusieron y los pocos rendimientos que se obtuvieron con su desmontaje, dado que en ningún caso se optó por mantenerlos para acuñar monedas de otros metales. Para esta emisión se abrieron dos nuevas Casas de Moneda, la de la Puerta de Alcalá de Madrid y la de Córdoba.

   Esta moneda contendría un 7% de plata, y una talla de 816 maravedíes por marco. Se trataba, según García Caballero, de una moneda de vellón rico, con una liga de plata de 20 granos por marco. El coste de cada marco de esta moneda era de 4 ochavas, 2 tomines y 8 granos de plata fina de la liga, lo que suponía 4 reales y 29 maravedíes de plata, así como las 7 onzas, 3 ochavas, 3 tomines y 4 granos de cobre, que valían 1 real y 8 maravedíes de plata. Entre ambos metales el coste era de 6 reales y 3 maravedíes de plata, con lo que hasta los 24 reales de plata que se sacaban por marco el beneficio suponía 17 reales y 31 maravedíes, de los que se tendrían que descontar el braceaje, mermas y regalía, siendo la ganancia excesiva.      

   Los faciales de esta emisión eran de dos, cuatro, ocho y dieciséis maravedíes, y en todas ellas en su anverso aparecía el busto del monarca, cambiando los escudos de sus reversos. En su anverso aparece el busto del rey a derecha, con acusado maxilar, bigotes y cabellera y la leyenda PHILIPPVS IIII D.G.; en su reverso el escudo de la monarquía española incluyendo el escusón de Portugal y la leyenda HISPANIARUM REX 1661, a su derecha la marca de valor 16, y a la izquierda la marca de la ceca. En las emisiones posteriores se utilizaron los mismos tipos, pero el valor artístico era muy vario, dependiendo de los ensayadores.

   Se empezó a acuñar a partir del 17 de octubre en las cecas de Burgos, Córdoba, La Coruña, Cuenca, Granada, Madrid, Segovia, Sevilla, Valladolid y Trujillo.  El beneficio de su emisión, en torno al 60%, estaba destinado a la financiación de la guerra con Portugal, según Domínguez Ortiz. Por su fácil falsificación, esta moneda causó muchas alteraciones, y el 29 de octubre de 1661 se ordenó que fuese entregada en las cecas o usada para pagar las contribuciones.

   El 14 de octubre de 1664 se paralizó la emisión de moneda de molino, reduciendo su valor nominal a la mitad, y se prohibió la circulación de la calderilla y de la moneda de cobre puro.  Esta medida tuvo como consecuencia la bajada del premio de la plata de un 150% en septiembre a un 50% en octubre de este mismo año, aunque a partir de este momento comenzará otra vez a subir, alcanzando el 180% en 1669, el 200% en 1675, y el 275% en febrero de 1680.

   Pierre Vilar, comentando el libro Guerra y Precios en España de Hamilton, se planteaba que la inflación del vellón entre 1650 a 1680 no vino exclusivamente determinado por las necesidades de las guerras exteriores, dado que estas medidas tomadas entre 1661 y 1664, que llevaron a un aumento de emisiones y de precios de una intensidad desconocida desde los días del descubrimiento de América, se produjeron en un periodo de paz, aparentemente muy tranquilo, mientras que las desastrosas guerras contra Luis XIV entre 1689 y 1697 no perjudicaron la estabilización conseguida por la deflación en 1680. Este ínclito hispanista no tuvo en cuenta en su análisis, como hemos estudiado en este artículo, este conflicto enquistado, que terminó con la definitiva independencia de Portugal, reconocida finalmente por el Tratado de Lisboa de 1668.


Para saber más:

ALMENARA, E., “Las monedas olvidadas. La acuñación del numerario de cobre durante el resello de Felipe IV”, NVMISMA, nº 251, enero-diciembre 2007, pp. 295-317.
ALMENARA, E., “Una ceca para Extremadura. Trujillo (1641-1681)” NVMISMA, nº 253, enero-diciembre 2009, pp. 101-115.
FRONCHOSO, R., "La Real Casa de la Moneda de Córdoba 1661-1665. Su apertura, cierre y transformación", NVMISMA, nº 250, enero-diciembre 2006, pp. 555-564.
GARCIA CAVALLERO, J., Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Madrid, 1731.
MATEU Y LLOPIS, F., "Las acuñaciones iconográficas de vellón de Felipe IV (1661-1664)”, NVMISMA, nº 14, enero-marzo 1955, pp. 99-106.
MURRAY, G., "La Real Casa de Moneda de Molinos de Córdoba; aportación de documentos al descubrimiento de esta ceca moneda por Antonio Orol, a su memoria", NVMISMA, nº 230, enero-junio 1992, pp. 309-338.
MURRAY, G., La mecanización de las cecas españolas: desde Segovia (1585) hasta Potosí (1767), Conferencia dictada en el I Congreso Centroamericano de Numismática, San José, Costa Rica, Museos del Banco Central, 18-21  de septiembre de 2002, disponible en www.SegoviaMint.org
OROL PERNAS, A., "Nueva ceca en Madrid. La casa de moneda de molinos de la Puerta de Alcalá", NVMISMA, nº 222-227, enero-diciembre 1990, pp. 57-80.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Trujillo", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 205-223.
OROL PERNAS, A., "Madrid-Retiro, la ceca que nunca existió", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 201-204.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Córdoba en el siglo XVII (una Ceca hasta hoy desconocida)", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 265-267.
PÉREZ SINDREU, F. de P., " El vellón durante los Austrias y la Casa de Moneda de Sevilla", NVMISMA, nº 248 - Enero-Diciembre 2004, pp. 49-63.
SAINZ VARONA, F.A., "La emisión de vellón de 1661-1664 en la Casa de la Moneda de Burgos y la sigla R de ensayador", NVMISMA, nº 248 - Enero-Diciembre 2004, pp. 65-91.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, Política monetaria en Castilla durante el siglo XVII, Valladolid, 2000.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “Monedas de vellón circulantes en Castilla durante el Reinado de Carlos II (1665-1700)”, Revue Numismatique, nº 165, 2009, pp. 339-356.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “El desmantelamiento de los ingenios de Molino en las cecas castellanas en los primeros años del reinado de Carlos II”, Cuadernos de Investigación Histórica, nº 27, 2010, pp. 209-236
VILAR, P., Crecimiento y Desarrollo, Barcelona, 2001.

lunes, 17 de julio de 2017

El origen de la onza española: Los escudos de 1535

Publicado en Oro Información, 17 de julio de 2017.


Durante muchos años se han sucedido los estudios monográficos sobre la capital importancia que tuvo la moneda de plata española de la Edad Moderna, el real de a ocho, también conocido como piastra, peso o simplemente duro, en la creación de los sistemas monetarios de la mayor parte de los países del mundo, y que ha llegado hasta nuestros días en aquellos que tienen como patrón el peso, los diferentes dólares aún en vigor y las principales monedas de Asia, como el Yuan, el Yen o el Won. No abundan, sin embargo, aquellos que estudian la importancia de la moneda española de oro de la misma época, los ocho escudos u onza, que se convirtió con el paso del tiempo en la base de las actuales monedas de inversión a lo largo y ancho del orbe.

Para encontrar el origen de la onza en el sistema monetario español debemos remontarnos hasta 1535. Hasta ese momento, la moneda castellana de oro era el excelente, de magnífica ley, que era sacada hacia los países extranjeros, principalmente a Francia, dado que mientras que su valor en Castilla era de 375 maravedíes, en Portugal era de 410 y en Francia de 450, e incluso en este último país recibía un premio de entre un 40 y 50%. Debido a esta saca, que producía escasez de la misma en los Reinos de Castilla, las Cortes solicitaron reiteradamente la rebaja de la ley de la moneda y el aumento de su valor nominal.

En ese año de 1535 se ordenó por primera vez la acuñación de una nueva especie monetaria, el escudo de oro o corona, para el que se estudiaron como posibles modelos la corona de sol francesa y el escudo de los distintos estados italianos. Ambos tenían una ley y un peso similar, de 22 quilates y de 3,20 a 3,80 gramos. Por Real Cédula de 30 de mayo de ese año firmada en Barcelona se ordenó la labra de estas nuevas coronas o escudos, conocidos como imperiales, para financiar la expedición del Emperador a Túnez, limitando su circulación a los territorios por los que la expedición transcurriese. Para esta acuñación masiva se trajeron a la Ciudad Condal monederos de todos los rincones de los Reinos de España: Pamplona, Perpiñán, Zaragoza, Burgos, Toledo… y se utilizaron para tal fin tanto el Tesoro del Perú, procedente del rescate de Atahualpa, como el rescate de los Príncipes de Francia, pagado por Francisco I.

Nuevamente fue un acontecimiento bélico el que hizo que el escudo se convirtiese en la moneda áurea de la Edad Moderna, la muerte de Francisco II Sforza, que llevó a la anexión del Milanesado a la Monarquía Hispánica hasta la Paz de Utrecht en 1714. En las Cortes de Valladolid de 1537 se fijó su ley en 22 quilates de oro, un 91,66% de finura, un peso teórico de 3,38 gramos y un valor de 350 maravedíes. El título y el peso de la moneda castellana de oro no se volvieron a alterar hasta las reformas llevadas a cabo por la Casa de Borbón, si bien su valor nominal pasó en 1566, durante el reinado de Felipe II, a 400 maravedíes, en 1609, en el de Felipe III,  a 440, y se fue readecuando posteriormente. Su tipología monetaria fue asimismo muy longeva, dado que duró hasta mediados del siglo XVIII, y constaba del escudo grande de la Monarquía en su anverso y la cruz de Jerusalén rodeada de una orla lobulada en su reverso.    

La posterior adopción de los ocho escudos u onza como unidad superior del sistema convirtió a esta moneda en la divisa áurea internacional. El vocablo onza se popularizó en Europa durante el reinado de Felipe III y en los Reinos de las Indias desde que comenzó su labra a partir de 1675, en el reinado de Carlos II. Por Pragmática de 29 de mayo de 1779, casi dos siglos y medio después de su creación, la moneda castellana de oro sufrió una rebaja en su ley a 21 quilates y 2 ½ granos, si bien conservó su talla de 68 escudos por marco de Castilla. En sucesivos artículos conoceremos más curiosidades de esta nuestra universal moneda de oro, que nunca ha de asemejarse con la medida de peso anglosajona, la onza troy, equivalente a 31,10 gr.

Para saber más:

Beltrán, A., Introducción a la Numismática universal, Madrid, 1987, 
Francisco Olmos, J.M. de, “El uso de la tipología monetaria como arma de propaganda en la lucha entre Carlos I y Francisco I”, Revista General de Información y Documentación, Volumen 7, nº1, Madrid, (1997), pp. 345-372.
Francisco Olmos, J.M. de,  “La evolución de la tipología monetaria en Castilla y América durante el siglo XVI, , IV Jornadas científicas sobre documentación en Castilla e Indias durante el siglo XVI, Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas UCM, Madrid, 2005, pp. 87-140.
García Del Paso, J.I., La Política Monetaria Castellana de los siglos XVI y XVII, Departamento de Análisis Económico, Universidad Complutense de Madrid, Julio 2001.
García Guerra, E., “Moneda en España en los siglos XVI-XVIII”, en Historia de España XIV, Historia Moderna, La economía en la España Moderna, Madrid, 2006, pp. 201-240.
Pérez Sindreu, F. de P., "Acuñaciones mandadas efectuar en Barcelona por Carlos I en 1535", NVMISMA, nº 230, enero-junio 1992, pp. 279-295.
Ruiz Trapero, M., "La Onza: su importancia y trascendencia", V Jornadas Científicas sobre Documentación de Castilla e Indias en el siglo XVII, Madrid, 2006, pp. 313-328.

miércoles, 14 de junio de 2017

La creación de los Vales Reales

 Publicado en Pecunia, nº 22, 2016, pp. 17-31. 
http://revpubli.unileon.es/index.php/Pecvnia/article/view/5066

Resumen: A finales del siglo XVIII la Monarquía adolecía de graves problemas económicos, derivados del estado permanente de guerra en el que se hallaba sumido el Reino, que impedía la arribada de remesas de metales preciosos y suponía unos ingentes gastos, lo que llevó a que a finales del reinado de Carlos III se creasen los Vales Reales, a modo de deuda pública. Por sus características, fueron desde el principio títulos de renta, amortizables en plazos más o menos grandes, dependiendo de las cláusulas que regían sus emisiones en un principio y más tarde de la situación del Tesoro Público.


Palabras clave: Vales Reales, Deuda Pública, Banco Nacional de San Carlos, moneda, circulación monetaria. 

domingo, 4 de junio de 2017

Una nueva ceca en la Nueva Granada del siglo XVIII: La Real Casa de Moneda de Popayán

Publicado en UNAN Numismática, nº 18, Mayo-Junio 2017, pp. 30-36




La Casa de Moneda de Popayán se creó con el objeto de acuñar la producción aurífera del Chocó y del área del mismo Popayán, dado que la Casa de Moneda de Santa Fe sólo podía batir el mineral procedente de Antioquía. Como afirma Pérez Sindreu, la ciudad de Popayán, en el distrito de Quito, estaba ubicada en el centro de una comarca rica en minas de oro, como las de Citará, Novitas, Tatama, Raposo, Barbacoas, Iscuadé y Quina Mayor.
Otra razón importante para elegir su establecimiento fue para evitar el contrabando de oro en polvo y en pasta. La misma se autorizó por Real Cédula el 29 de junio de 1729, pero tardó unos años en ponerse en funcionamiento, por privilegio otorgado a Pedro Agustín de Valencia.
La iniciativa había surgido en 1725, cuando el gobernador y el cabildo de la ciudad elevaron una petición al Consejo. A su juicio, en el territorio circulaba mucho oro en polvo y sin quintar, dando lugar a fraudes que podrían evitarse con su establecimiento en las inmediaciones de la cuenca del Chocó y de Popayán. Con ello se pondría fin asimismo a la evasión de impuestos y a las mermas sufridas por los comerciantes al tener que transportar el metal a Santa Fe.
Comenzó con ello una pugna que se dilató en el tiempo hasta la década de los setenta, y la ceca tuvo una vida efímera, en la que se alternaron periodos de inactividad con conflictos y rivalidades con la capital virreinal. Una nueva solicitud se produjo en 1726 por parte de los comerciantes y mineros de la ciudad, y dos años después la Audiencia de Quito informó al rey de las utilidades y conveniencias de la creación de una nueva Casa de Moneda.
Entre 1729 y 1766 se sucedieron hasta cuatro Reales Cédulas autorizando la fundación, para posteriormente suspenderse. El 29 de junio de 1729 se expidió una Real Cédula por la que se autorizaba la apertura de la ceca. Dado que los fondos eran escasos, un vecino de la ciudad, Martín de Arrechea, se ofreció a ponerla en funcionamiento. El intento de Martín de Arrechea para obtener el permiso necesario fue boicoteado por el tesorero de la ceca de Santa Fe, José Prieto Salazar.
Éste se abrogaba la autorización real para el establecimiento de cualquier ceca en el Nuevo Reino. Frente a su pretensión la Corona estimaba que dicha autorización no regía en ese momento, dado que Popayán pertenecía al distrito de la Audiencia de Quito, y no al de Santa Fe, y así era, dado que todavía no se había restablecido el Virreinato de Nueva Granada.
En 1734 el contador real de Cartagena, Bartolomé Tienda de Cuervo, propuso la fundación de una Casa de Moneda en una de las tres ciudades de la cuenca del río Magdalena, Mariquita, Honda o Mompós, para amonedar el metal producido en el área. A su juicio la mejor opción era Mompós, cruce de caminos, en especial para los arrieros de Antioquía y Loba.
Asimismo, solicitó el establecimiento de una gobernación independiente en el Chocó, con gobernador y ministros propios que previniesen los fraudes.  Seis años después se estableció esta gobernación independiente, y también se aprobó la creación de una nueva Casa de Moneda, pero se eligió finalmente Popayán. El 26 de noviembre de 1746 se constituyó una representación para exponer la necesidad de la misma.
En 1748  Pedro Agustín de Valencia se ofreció a fundar la ceca a su cargo, y para ello contaba con un importante respaldo, al ser el propietario de varias minas en Nóvita, Popayán y Dagua, en las que trabajaban 340 esclavos negros. Su hermano Andrés era el arcediano de la Catedral de la ciudad, y fue su apoderado en la Corte para la gestión de su pretensión.
Por fin, por Real Cédula de 2 de mayo de 1749, se autorizó su establecimiento por la corona en contestación a la oferta hecha por Pedro Agustín de Valencia, previo depósito de 850 pesos, nombrándole tesorero y administrador a perpetuidad y por juro de heredad para él y sus sucesores, con la facultad de nombrar al contador, al juez de balanza y al tallador. No deja de ser curioso que este nombramiento se produjese cinco años después de la emisión de las Reales Cédulas que ordenaban la cesación de la acuñación por parte de los particulares.  
La viuda de José Prieto, María Ana Ricaurte, se opuso al nombramiento, solicitando el cese de la labra al virrey Pizarro, alegando que la autorización real concedida a su difunto esposo era un privilegio que pertenecía a su familia. La Audiencia de Santa Fe, en voto consultivo, acordó la pretensión de la viuda.
En vista de lo anterior, el virrey ordenó a Valencia que suspendiese la obra el 2 de mayo de 1752, cuando la misma estaba prácticamente terminada, si bien el virrey ordenó dotar un depósito con la mitad de los beneficios producidos por la ceca de Santa Fe, en previsión de que se ordenase continuar con la construcción de la nueva Casa de Moneda.
Valencia recurrió en apelación a la Corte, lo que dio lugar a un nuevo debate. Para el fiscal del Consejo, Manuel Pablo de Salcedo, consultado en dos ocasiones, el lugar más idóneo para su establecimiento sería Mompós, como había indicado Tienda de Cuervo, y estimaba que debía prevalecer la de Santa Fe por estar al abrigo de las autoridades virreinales. Al final de su voluminoso informe, sugería volver a examinar de raíz su idoneidad.
Mientras tanto, Valencia trajo de la Casa de Moneda de Madrid al balanzario Sebastián Lancha de Estrada, al ensayador Juan Corchero de la ciudad de Cartagena, con un salario de mil pesos anuales, y posteriormente, como veremos,  a su sobrino Estanislao Delgado como tallador.  La maquinaria y el utillaje se transportaron desde Madrid y Sevilla, y el día 6 de mayo de 1752 fueron presentados a la Junta Real de Hacienda de Popayán para que fuesen reconocidos. Desde su apertura el 31 de enero de 1578 hasta el 20 de mayo de 1763 ejerció de superintendente Manuel de Sorribo Ruiz.  
Por Real Cédula de 27 de noviembre de 1756 se le reiteró, a pesar del informe de Salcedo, la autorización real para abrir la nueva Casa de Moneda. Al cabo de un año y poco la Casa de Moneda estaba lista para comenzar a batir moneda, el 31 de enero de 1758 comenzó a recibir metales y el 8 de febrero batió su primera pieza, una moneda de dos escudos, el día 6 de abril su primera onza, el 8 la media onza y el 24 del mismo mes su primer escudo.
Tanto el virrey Solís como Miguel de Santisteban, el nuevo tesorero de la Casa de Moneda de Santa Fe, se opusieron a su establecimiento. El motivo aducido por el virrey era la desventaja en la que quedaba la ceca capitalina, dado que en Popayán se adquiría a 133 pesos el marco de oro de 23 quilates, mientras que en Santa Fe se compraba a 128 y 32 maravedíes, además del 1% en concepto de derecho de Cobos.
La diferencia había hecho que varios mineros de Santa Fe solicitasen que se igualasen los precios de ambas cecas, u optarían por llevar sus metales a la de Popayán. Dado que la ceca de Santa Fe era de propiedad pública, al estar incorporada a la Corona, Solís estimaba que no era justo cerrarla para beneficiar un establecimiento con titularidad privada.
Por su parte Santisteban estimaba que en la ceca payanesa se producirían pérdidas para el Erario Público por un montante de más de 60.000 pesos. Su principal argumento era el comercio de las mercancías peninsulares, que llegaban a Cartagena, estando la ceca santafereña más cerca de este puerto, lo que convenía a los comerciantes y dueños de los metales.
Los comerciantes de Popayán estaban totalmente en desacuerdo con estos motivos. Siete de sus capitulares eran dueños de minas, a los que se unían otros propietarios de minas, como consta en un informe realizado por Francisco Bravo en 1749. Por el mismo informe sabemos que algunos mulatos y negros libres eran propietarios de minas en Novitá, Barbacoas y Citará, en las que se llegaban a contar hasta 240 trabajadores.
Los pleitos continuaron, y nuevamente por Real Cédula de 27 de octubre de 1761 se ordenó el cese de actividades. La misma se debió a las presiones llevadas a cabo por la ciudad de Santa Fe, por el mismo virrey de Nueva Granada, por el tesorero de la ceca capitalina del virreinato y por los comerciantes.  En 1762 fue nombrado tallador de la misma Estanislao Delgado. La fecha del cierre de la Casa de Moneda, en virtud de la Cédula antes vista, se produjo en fecha 20 de mayo de 1763. Pérez Sindreu recoge que tanto Valencia como el obispo de la ciudad,  los Cabildos, el Gremio de Mineros y la Audiencia de Quito no dejaron a pesar de dicho cierre de solicitar su reapertura mediante la presentación de memoriales y representaciones.
Ante la reclamación de Quito, que se abastecía de esta Casa de Moneda, el rey emitió una nueva Real Cédula en agosto de 1766, y el 28 febrero del año siguiente la ceca comenzó nuevamente a batir numerario. En fecha 10 de marzo de 1767 el Superintendente remitió una carta al monarca, dando cuenta de los trabajos.
      La incorporación de la ceca a la Corona se produjo el 30 de enero de 1771, y fue ordenada por Real Cédula de 12 de septiembre de 1770. El rey nombró a Valencia tesorero de la misma con un sueldo de 2.000 pesos anuales, aumentados posteriormente a 5.000, y le concedió asimismo el título de conde de Casa Valencia. Restrepo afirmaba que Pedro Agustín de Valencia recibió además posteriormente una asignación para él y sus sucesores de 5.000 pesos anuales como indemnización de la propiedad de la que se le había privado, gozando esa pensión sus herederos todavía en 1859.
Por una Real Orden de la misma fecha se comunicó al virrey de Nueva Granada la incorporación de la Casa de Moneda. Fue nombrado como superintendente el gobernador de Popayán, Juan Antonio de Zelaya y Vergara, que fue sustituido a su fallecimiento por José Jacott Ortiz Rojano. El día 10 de julio de 1772 se batió en esta ceca la primera moneda de plata.
Para fomentar el laboreo de las minas, en la providencia de incorporación de la ceca de Popayán se ordenó que se pagase en las Casas de Moneda el marco de oro a 130 pesos, en vez de los 128 que antes se satisfacía, lo que se sumaba al ½ peso de derecho de Cobos del que se exoneró a los mineros cuando se estableció esta ceca.
Ello privaba al Erario, según el virrey, de entre 18.000 y 20.000 pesos anuales, y no se había conseguido con estas medidas el fin perseguido, dado que los mineros no llevaban sus oros a la Casa de Moneda, sino que otros individuos dedicados al rescate tenían ya suplido con anticipos el oro aún antes de extraído, y obligaban a su entrega al precio acostumbrado de dos pesos por castellano.
Por ello Mesía estimaba que, dado que esos beneficios no revertían en los mineros, en vez de satisfacer los 130 pesos en la Casa de Moneda se hiciese con los dos pesos un fondo, para en poco tiempo fomentar la minería mediante medidas como limpiar y facilitar caminos para el acarreo de víveres y bastimentos, y suministrar las herramientas con el mismo a los mineros a principal y costos.
En Popayán se batían, según el virrey Guirior, los oros procedentes de la mayor parte del Chocó, y los de toda la provincia de Popayán. Según los estados remitidos por el superintendente, en el año 1778 se acuñaron 5.828 marcos 3 onzas, que produjeron en moneda 792.838 pesos, y las entradas se fueron incrementando hasta que en 1787 se acuñaron 7.301 marcos, 5 onzas y 4 octavas, que produjeron 992.613 pesos.
Afirmaba asimismo el virrey que por Real Orden se mandaba que no se remacharan en las cecas los oros con otros oros bajos, lo que no se había podido cumplir en  Popayán, dado que entraba una cantidad insuficiente de oros bajos para poder reducir a los quilates requeridos los oros de ley muy superior que se introducían. El virrey afirmaba que había remitido una consulta al rey en tal sentido.
Dado que la producción era ínfima, el virrey Manuel Antonio Flores y posteriormente, en 1782, Pedro Mesía de la Cerda, recomendaron su clausura, dado que a su entender la producción de la ceca de Bogotá era suficiente para las necesidades del Nuevo Reino. Dichas recomendaciones no fueron tenidas en cuenta, y Popayán siguió batiendo moneda de oro ininterrumpidamente hasta 1820, siendo la producción de plata muy escasa.

Ensayadores

En el año 1732 encontramos moneda de oro con sigla de ensaye SA, de José Sánchez de la Torre y Armas. Dasí referencia en su obra dos Reales Cédulas, de fechas 11 de septiembre de 1729 y de 27 de abril de 1731, en las que se encargaba que se averiguasen los fraudes, faltas y excesos que al parecer se habían producido en el ensaye de la Casa de Moneda de Popayán.
Vicente Díez de la Fuente fue nombrado por real título el 20 de junio de 1749, concediéndosele licencia para su embarque con su familia para ejercer el oficio de ensayador en esta ceca. Esta licencia fue tramitada por Andrés de Valencia, hermano de Pedro Agustín de Valencia y arcediano de la catedral de Popayán.
Del año 1749 se conservan monedas de cuatro escudos con siglas de ensayador, o ensayadores, SJ, a nombre de Fernando VI. Entre los años 1755 y 1771 fue ensayador de esta ceca Juan Corchero, conservándose piezas de oro de la misma con su sigla, J. Este ensayador se mantuvo como director y ensayador en Popayán hasta su muerte, y fue sucedido por su sobrino, Estanislao Delgado, que había ejercido el oficio de tallador.
Pérez Sindreu recoge que para que supliese las bajas y enfermedades de Juan Corchero el superintendente Manuel de Sorribo Ruiz  ordenó que Estanislao Delgado fuese examinado de ensayador, lo que se hizo el 10 de noviembre de 1758, y se le dio el título de segundo ensayador interino.
Estanislao Delgado firmó siempre como Stanislao y utilizó como sigla la S. Ya el 15 de febrero de 1762 solicitó la facultad de ensayar en Popayán. El 2 de febrero de 1772 el superintendente Manuel de Sorribo informaba que en esta Casa de Moneda había dos ensayadores, Estanislao Delgado y Jacobo Rivero, dada la imposibilidad de Juan Corchero.
 El 4 de mayo del mismo año se reconocía a Estanislao Delgado como ensayador y tallador único de la ceca. Estanislao Delgado cobraba 333 pesos como ensayador segundo y 400 como tallador único, por lo que se solicitó que se le abonasen 1.200 pesos anuales, y se decidió que se le abonasen el sueldo entero de ensayador, 1.250 pesos anuales, y el medio sueldo de ensayador, sumando ambos importes 2.000 pesos..
Entre los años 1772 y 1776 existen monedas a nombre de Carlos III con las siglas JS, por los ensayadores Juan Corchero y Estanislao Delgado. El 14 de julio de 1778 se ordenó que Estanislao Delgado ejerciese los dos empleos de primer ensayador y tallador, hasta que el 18 de marzo de 1782 dimitió de su oficio de tallador, tras instruir a Josef Arcos para que le sustituyese. Delgado y Arcos marcaron conjuntamente con las iniciales JS hasta el fallecimiento del primero.
De 1773 a 1789 encontramos monedas con las iniciales SF, de los ensayadores Estanislao Delgado y Francisco Fernández de las Cajigas o Caxigas, ensayador supernumerario desde el 29 de agosto de 1774, y ascendido a ensayador segundo por Real Orden el 14 de junio de 1778, sobre monedas a nombre de Carlos III y Carlos IV. Estanislao Delgado solicitó el 15 de septiembre de 1789 su jubilación con sueldo completo, y afirmaba que en ese momento había tres personas hábiles para desempeñar las operaciones de ensaye: Fernando de las Caxigas, Juan Thomas de Rada, supernumerario, y su hijo Juan Camilo Delgado.

Bibliografía consultada:

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DARGENT CHAMOT, E., Las Casas de Moneda españolas en América del Sur,  (3.3). https://www.tesorillo.com/articulos/libro/02a.htm.
DASÍ, T, Estudio de los Reales de a Ocho llamados Pesos — Dólares — Piastras — Patacones o Duros Españoles, Valencia, 1950-1951, T. III.
ESPINOSA BAQUERO, A., “Nuevos datos sobre el descubrimiento del platino, nota preliminar”, Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Vol. XVI, No 60, marzo 1986.
LÓPEZ DE AZCONA, J.M. y LUCENA GIRALDO, M., La Minería en Nueva Granada: Notas Históricas 1500–1810, IGME, 1992.
MARQUES DEL SALTILLO, Los tesoreros de la Casa de la Moneda de Popayán (1729-1816), Madrid, 1927.
MEDINA, J. T., Monedas Coloniales hispano Americanas, Santiago de Chile, 1919.
MORENO Y ESCANDÓN, F.A., Estado del Virreinato de Santa Fe, Nuevo Reino de Granada y relación de su gobierno y mando de D. Pedro Mesía de la Cerda, Marqués de la Vega de Armijo, Virrey, Biblioteca Nacional de España, MSS/3118.
PELLICER I BRU, J., Glosario de maestros de ceca y ensayadores, Madrid, 1997.
PELLICER I BRU, J., "Addendas al libro: Glosario de Maestros de Ceca y Ensayadores", Gaceta Numismática 144, marzo 2002.
PÉREZ SINDREU, F. de P., " Noticias de la Casa de Moneda de Popayán y sus ensayadores",  NVMISMA, nº 243 - Julio-Diciembre 1999, pp. 103-114.
RESTREPO , J.M., Memoria sobre amonedación de oro i plata en la Nueva Granada desde el 12 de julio de 1753 hasta 31 de agosto de 1859, Bogotá, 1860.
RESTREPO OLANO, M., Nueva Granada en tiempos del virrey Solís, 1753-1761, Universidad del Rosario, 2009.
TEMPRANO, L., Monedas de Colombia, 1810-1992, Bogotá, 1993

miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Qué pasará con el oro cuando ya se haya extraído todo el que queda en el subsuelo?

Publicado en OroInformación, 16 de mayo de 2017

http://www.oroinformacion.es/es/OroInformacion/metales/589/%C2%BFQu%C3%A9-pasar%C3%A1-con-el-oro-cuando-ya-se-haya-extra%C3%ADdo-todo-el-que-queda-en-el-subsuelo.htm

La mayor parte del oro que queda en el subsuelo terrestre ya ha sido extraído y aún se sigue usando el 85% del oro minado en la historia de la Humanidad. ¿Qué futuro le espera a este metal cuando ya no quede más?

   En HowStuffWorks, una página web dedicada a la educación y la explicación de conceptos complejos, se hacen la misma pregunta que nos ronda a todos en la cabeza: cuál es el futuro del metal áureo, al ser relativamente escaso y haber sido extraída la mayor parte de este mineral, de acuerdo con las reservas conocidas.
   Como se pone de manifiesto en este estudio, es importante recordar que una parte significativa de la oferta mundial del oro se encuentra en las reservas de los bancos centrales o tesaurizado por individuos que lo quieren como bien de inversión. Según algunas estimaciones, esta banda, conocida como bar hoarding (barra de acaparamiento) representa 214 toneladas métricas de oro, según National Geographic.
   El reciclaje juega asimismo un papel importante, dado que aproximadamente el 85% de todo el oro extraído se sigue utilizando en la actualidad, por lo que en esta página se afirma, literalmente, que " el oro en su joyería favorita podría haber brillado una vez en el tocado de un rey inca o azteca".
   Algunos científicos están buscando este metal más allá de nuestro mundo. Ya en 1998 la nave espacial NEAR (Near Asteroid Rendezvous) pasó cerca del asteroide Eros y envió datos que indicaban que el mismo era un vasto almacén de metales. Si se trata de un caso similar a los meteoritos que suelen estrellarse contra la Tierra, debe contener alrededor de un 3% de metal. Por sus dimensiones, los científicos de la NASA estimaron que Eros podría albergar unas 18.100 millones de toneladas métricas de oro, así como cantidades similares de oros metales, como platino o aluminio. 
   En nuestro planeta, los buscadores siguen investigando la posibilidad de encontrar nuevos yacimientos usando nuevos métodos altamente sensibles de detección. Estos nuevos métodos aumentan enormemente la probabilidad de descubrimiento de nuevos filones aprovechables. Así, por ejemplo, una mina de oro cercana a Calin, Nevada, está produciendo oro de baja ley en un gran depósito que se abrió en 1965, después de que el trabajo científico y técnico intensivo se había completado. Existen otros depósitos con las mismas características.
   En cualquier caso, sea donde sea el ligar donde se abran nuevas minas, las empresas mineras deberán centrarse más en el impacto ambiental de la explotación. La extracción de una sola onza de oro requiere remover 227 toneladas métricas de rocas y minerales, y produce efluente, un líquido ligado con cianuro procedente de los procesos de extracción y refinamiento que usualmente arrojado en alta mar. La campaña No Dirty Gold (no al oro sucio), dirigida por Earthworks, sin ánimo de lucro, busca elevar los estándares ambientales de la industria minera a escala planetaria. Esta campaña ha conseguido el apoyo de treinta de las principales compañías de joyería a nivel mundial, persuadiéndolas de dejar de vender oro procedente de minas que lo hayan obtenido con métodos cuestionables.

   Según HowStuffWorks, esta campaña es poco probable que detenga la demanda mundial de oro, pero tal vez nos haga darnos cuenta de que los anillos que llevamos en nuestros dedos tienen una vida y una historia más allá de la nuestra. 

jueves, 4 de mayo de 2017

Los grabadores de la Casa de Moneda de Madrid y la medalla en el siglo XVIII

Publicado en Panorama Numismático, 4 de mayo de 2017



Con el fin de mejorar el circulante, a lo largo del siglo XVIII irán adquiriendo gran importancia artística y técnica los grabadores de la ceca capitalina, así como los que en ella se formaron para posteriormente trabajar en las otras Casas de Moneda de la Monarquía. El primer grabador de Felipe V fue Isidro Párraga, que fue el autor de su medalla de proclamación.

El diseño de las monedas recibió desde el advenimiento de la nueva dinastía una notable influencia de la Casa de Moneda de París y de la técnica de Jean Varín. También es muy importante la aportación de la familia de grabadores Roettier. Los bustos y retratos fueron realizados por los artistas ensayadores franceses Jean Mauger y Thomas Bernard, que introdujeron los cánones del Bon Gôut academicista francés.
También fue importante la aportación del ensayador italiano Mario Antonio di Gemaro, que era Director de la Academia Vienesa de Grabado y trabajó al servicio de Felipe V, y la de Dassier, natural de Ginebra y que estudió en Paris con los ensayadores franceses citados anteriormente.
Tomás Francisco Prieto fue el Grabador Principal de la Casa de Moneda de Madrid desde 1748. Comenzó su formación en la fábrica de cajas de tabacos en Salamanca, de la mano del grabador siciliano Lorenzo de Monteman y Cusens, y ganó la plaza de Grabador en Madrid por oposición, modelando en cera un retrato de Fernando VI. Otros candidatos al puesto eran Juan de la Peña y el Ayudante Grabador de la ceca de Madrid Francisco García y José Sáez. El jurado estaba compuesto por Juan Domingo Olivieri, Felipe de Castro y Juan Bernabé Palomino.
Ya en 1748 fue nombrado grabador principal de la Real Casa de la Moneda de Madrid, al quedar el puesto vacante por la muerte de Diego de Cosa, y  ese mismo año fue nombrado grabador principal del monarca. Al establecerse en 1752 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se incluyó la disciplina de grabado de monedas y medallas, y Prieto fue nombrado Director de estudios de Grabado en hueco, cargo que conservó hasta su muerte.
Según Abad Varela, en la Real Academia el 28 de junio de 1771 había solamente seis medallas de oro, veinticinco de plata y diecinueve de cobre, así como los troqueles de la medalla de Juan de Balansó realizados por Tomás Francisco Prieto. En la Memoria de 6 de febrero de 1775 se cita que su número había crecido, por lo que el monetario se guardaba en el tesoro de la Academia dentro de un arca con tres llaves.
Entre los cargos que ocupó estuvieron también los de Grabador de sellos del Monarca desde 1754 y, desde 1761, el de Grabador General de las Casas de Moneda de España e Indias. Esta fue la primera vez que un profesor ostentó este título, debido a su mérito del grabado en fondo. Era un hombre cultivado, un coleccionista de arte con una magnífica biblioteca y un artista notable, además de un infatigable trabajador y un buen técnico.
En la colección de medallas del Museo Cerralbo se conserva un ejemplar de plata de dicha emisión, de 54,2 mm de diámetro y 80,85 gramos, en cuyo anverso aparece el busto de Fernando VI a la izquierda con peluca y la leyenda FERDINANDVS VI . TERRA – MARIQ. MVNIFICVS, y en su reverso dos naves enfrentadas y la leyenda IOANNI BALANSO CATALANO, y en exergo MAVRICA NAVE INCENSA / DEMERSAQ •X KAL • IVL • / MDCCLVII. En ella, que contiene uno de los mejores retratos de Fernando VI, se recoge el hundimiento de un barco argelino en la costa catalana en el que participó el marino Juan Balansó.
En 1763 recibió el encargo de la Academia de Bellas Artes de realizar medallas conmemorativas de la defensa del Morro de la Habana en oro, plata y bronce. Dado que se había de contar con el permiso real para su acuñación, el propio monarca se implicó en su diseño, como consta en las actas de la Academia y recoge Isabel Rodríguez.  Bedat recoge el texto de la Junta General del 11 de enero de 1763 aprobando la medalla de la defensa del Morro, en la que debía constar en su anverso el busto de Luis de Velasco y en su reverso el asalto al castillo, y el de la Junta de 1 de febrero en la que se acordó recoger en el anverso también el busto del Marqués Vicente González.
En su anverso lleva la leyenda LUDOVICO DE VELASCO ET VICENTIO GONZÁLEZ, y en su reverso en el semicírculo superior IN MORRO VITA GLORIOSE FUNERIS, y en exergo ATRIUM ACADEMIA CAROLO REGE CATHOLICO ANNUENTE CONSEC. ANNO MDCCLXIII.
De 1770 a 1772 trabajó en las matrices para llevar a cabo la renovación de la moneda de Carlos III. Según de Catalina, fueron suyas las matrices para la renovación de la moneda en las Casas de Madrid, Sevilla, Segovia, México, Guatemala, Santa Fe de Bogotá, Potosí, Lima, Popayán y Santiago de Chile, así como gran número de medallas de gran mérito artístico y buen número de láminas al aguafuerte. Siguió trabajando hasta su muerte el 19 de diciembre de 1782, y fue enterrado en la Parroquia de San Andrés.
Entre las monedas por él grabadas destacan los retratos de Carlos III, la de la boda de los Príncipes Carlos y María Luisa, el establecimiento de colonias en Sierra Morena, los Premios al Mérito y la de la Sociedad Económica Hispalense. Sus retratos son de gran nobleza y dignidad, y los escudos están diseñados con gran corrección y elegancia.
En 1771 recibió el encargo del Rey, por medio de Miguel Muzquíz, Secretario de Hacienda, de establecer una escuela de grabado para formar grabadores con destino a las Casas de Moneda de España y las Indias, dotada de cuatro plazas con sueldos diarios de doce, diez, ocho y seis reales de vellón.
Los primeros discípulos propuestos por el Monarca fueron Pedro González de Sepúlveda, que fue su yerno y sucesor, Rafael Querol y Joaquín Esquivel. Para la última de las plazas Prieto propuso a su propio hijo, Jerónimo Prieto, a Antonio Villegas y a Francisco Leopar, discípulo de la Academia de San Fernando. Otros alumnos destacados de esta Escuela establecida en 1772 fueron Jerónimo Antonio Gil, primer grabador de la Casa de la Moneda de México, y Antonio Espinosa.
Los frutos de esta escuela fueron duraderos, y nunca hasta ese momento en la historia numismática española se consiguió tan alto grado de perfección técnica y estética en el grabado de las monedas. Su legado continuó en las generaciones posteriores, con los magníficos grabados de las monedas de los reyes Isabel II y Alfonso XIII.
Discípulo aventajado de Prieto fue su yerno Pedro González de Sepúlveda, natural de Badajoz, cuyos grabados presentados a los concursos de la Real Academia de San Fernando de 1763 y 1766 le valieron un primer premio y la prórroga de su pensión durante tres años. En la Gaceta de Madrid, nº 155, Madrid, jueves 14 de diciembre de 1815, se hace referencia en su obituario a que había nacido en Badajoz en 1744, donde aprendió los principios del diseño de un profesor que pasaba a Portugal y que vivió en esta ciudad dos años. Aprendió asimismo de Roberto Michel, escultor de Cámara de Carlos III, los principios de la escultura en Madrid. Destacaba por la corrección de su dibujo, el buen gusto en la composición y por la limpieza de su grabado, y fue el autor, según esta crónica, de numerosas medallas, de las matrices para todas las casas de moneda de España e Indias, de los sellos de todos los tamaños para el monarca y demás miembros de su familia, los de las secretarías de Estado y sus ministros, y otros muchos clientes públicos y particulares.
Por Real Orden de 15 de agosto de 1771 ocupó la primera plaza en la Escuela de práctica de grabadores, fundada por la misma norma, y  dotada con doce reales diarios. Este primer discípulo de la escuela de grabado fue posteriormente nombrado Grabador Principal de la Casa de Moneda de Segovia, hasta que en 1774 volvió a Madrid como segundo grabador general. A la muerte de Prieto, fue nombrado Grabador General de las Casas de Moneda de España e Indias, Grabador de Cámara y director del grabado en hueco de la Academia de San Fernando.
. Fue nombrado en 1778 individuo de mérito por la Real Academia y en 1784 se le nombró director de sus estudios. Por Real Orden de 7 de noviembre de 1783 se le nombró grabador general de la Junta de Comercio y Moneda, con un sueldo de 20.000 reales, y el año siguiente grabador de cámara, aumentando su salario en 5.000 reales.
Bedat estudió en su magnífico artículo el destino del legado de Tomás Francisco  Prieto, en base a la documentación consultada en los fondos de la Biblioteca de la Casa de la Moneda de Madrid. En la correspondencia girada entre el Conde la Gausa y el Marqués de la Florida se informa que el monarca había accedido a la compra de parte de las medallas de la antigüedad clásica que había ido adquiriendo, para que sirviesen de modelo a los alumnos de la escuela por él fundada.
A propuesta de Pedro González de Sepúlveda, finalmente se adquirieron a los herederos de Prieto un conjunto de monedas y medallas, así como una selección de libros de arte que formaban parte de su colección. De su inventario se colige que las tres grandes influencias de Prieto fueron las monedas y medallas grecolatinas, las obras de los grabadores franceses del siglo XVIII, especialmente las series de los Dassier, y las medallas de los Hamerani, dinastía romana de grabadores y principales exponentes del manierismo en la medalla.

Para saber más

ABAD VARELA, M., “Creación del monetario de la Real Academia de San Fernando a partir de un depósito monetario del siglo III d.C.”, NVMISMA, nº 238, julio-diciembre 1996, pp. 309-319.
BEDAT. C., “El grabador general Tomás Francisco Prieto (1716-1782). Su influencia artística en la Casa de Moneda de Madrid”, NVMISMA, nº 42-47, 1960, pp. 107-136.
BEDAT, C., "Algunos datos acerca de la medalla del Castillo del Morro, obra maestra del grabador general Tomás Francisco Prieto (1763)", NVMISMA, nº 96-101, enero-diciembre 1969, pp. 163-170.
BEDAT, C., "El grabador Mariano González de Sepúlveda. Sus progresos en el grabado y la estereotipia durante su estancia en Paris (1797-1803)", NVMISMA, nº 102-107, enero-diciembre 1970, pp. 207-227.
BEDAT. C., “Los dibujos de Tomás Francisco Prieto”, NVMISMA, nº 108-113, enero-diciembre 1971, pp. 211-243, p. 211.
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RODRÍGUEZ CASANOVA, I., “Tomás Francisco Prieto, grabador y coleccionista”, Panorama Numismático, www.panoramanumismatico.com.

RUIZ TRAPERO, M., “La reforma monetaria de Felipe V: Su importancia histórica”, VI Jornadas Científicas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 383-402.