domingo, 2 de mayo de 2021

La moneda en los últimos bastiones realistas en la América continental

 Publicado en UNAN Numismática nº41, marzo-abril 2021

https://www.academia.edu/47882055/La_moneda_en_los_últimos_bastiones_realistas_en_la_América_continental

Los procesos de independencia de las actuales repúblicas hispanoamericanas, a la luz de las obras publicadas principalmente en las mismas con motivo de su segundo bicentenario, son actualmente vistos como un inmenso conflicto civil, o una serie de conflictos civiles, que acabaron finalmente con un rotundo triunfo militar que llevó a la adopción de regímenes republicanos, si bien muchos analistas consideran que este proceso fue una revolución fallida, dado que las nuevas naciones reprodujeron el régimen anterior y se vieron sumergidas en una profunda inestabilidad social, política y económica. 

 Durante estas dos últimas centurias se ha argumentado recurrentemente que fue una lucha de los pueblos americanos contra los opresores peninsulares. Los estudios sobre el conflicto muestran más bien que se trató de la reacción de una parte de las clases acomodadas criollas para el mantenimiento de su estatus social, lo que de hecho consiguieron, siendo impopular para la mayor parte de la población, que se mantuvo fiel a la Corona, y muy especialmente la indígena. Los temores de perder sus privilegios jurídicos y el autogobierno de sus Repúblicas les llevaron a combatir en nombre del rey en los casos que estudiamos de Pasto y Chiloé, incluso cuando todo estaba perdido, como en los casos del sur de Chile hasta 1832 y la guerrilla de Iquicha en Perú hasta esa misma década. Importante fue asimismo el papel de los batallones de morenos y pardos en los ejércitos realistas.

 La población peninsular y canaria de los Reinos de las Indias era exigua. Durante el siglo XVIII, 53.000 españoles peninsulares emigraron a Ultramar, siendo la mayor parte de ellos varones, y casándose con mujeres del país. Los españoles europeos eran, según Humboldt, 150.000 personas a principios del siglo, si bien la cifra real debió de ser muy inferior, según Lynch de entre 30.000 y 40.000 individuos. Un porcentaje ínfimo sobre el total de la población blanca, algo más de tres millones, y sobre la total de entre 15 y 17 millones. Los indios representaban alrededor de un 40%, cerca de siete millones, los negros eran algo más de un millón y los mestizos unos cuatro millones.

 El ejército, que constaba de casi 30.000 soldados y unos 120.000 miembros de las Milicias Disciplinadas, cubría desde California a Chiloé, y desde Florida a Patagonia, si bien su máxima concentración se encontraba en torno al Caribe. Mientras que las milicias estaban compuestas por gentes del país, la proporción de los españoles europeos era prácticamente total en los altos mandos, virreyes y gobernadores, y en los altos grados castrenses, normalmente gente de edad que había pasado a las Indias en la década de los 60-70, integrados en las élites locales y casados con mujeres del país.

 Sin embargo, su presencia era prácticamente nula entre la oficialidad y la tropa, salvo en algunos casos, como Cuba o el Río de la Plata, donde habían llegado durante los conflictos del siglo XVIII. Su número era no obstante relativamente importante entre los sargentos, normalmente de origen humilde y con sobrados años de servicio, también casados en su mayoría con mujeres de la tierra. A ellos se habrían de sumar unos 50.000 soldados remitidos desde la península durante el conflicto, de los que una gran parte, entre 15.000 y 20.000, fueron destinados a Cuba, no participando en muchas ocasiones en los combates.

 A pesar de su exiguo número, los españoles europeos y canarios fueron duramente perseguidos por los gobiernos y los ejércitos republicanos. Los soldados españoles europeos al mando de Pablo Morillo eran solamente 2.000, frente a los casi 6.000 británicos de la Legión Británica de Bolívar, la práctica totalidad de la escuadra chilena de Thomas Cochrane y los filibusteros franceses y norteamericanos en Texas. En la batalla de Ayacucho solamente participaron 500 españoles peninsulares.

 Las guerras a muerte, copiadas por los republicanos venezolanos y colombianos de la revolución haitiana, sembraron el terror, con violaciones y ejecuciones sumarias e indiscriminadas, y llevaron a la población española peninsular y canaria a emigrar en masa, principalmente a Puerto Rico. De hecho, fue la razón para que la expedición de Pablo Morillo, que debía dirigirse al Río de la Plata, acabase desembarcando en sus costas. La llegada a la isla de los refugiados conllevó un verdadero caos monetario, dado que la moneda que traían, la macuquina circulante de mala calidad batida por ambos bandos, no pudo finalmente ser retirada de la circulación hasta 1857. Cuatro mil de ellos se refugiaron en Puerto Cabello, que resistió hasta el 10 de noviembre de 1823.

 En el caso de México, los indultos a los insurgentes de Juan Ruiz de Apodaca habían llevado prácticamente la paz al virreinato en 1819. El pronunciamiento del capitán Rafael de Riego el 1 de enero de las tropas acantonadas en Cabezas de San Juan, Sevilla, para pasar a combatir a los insurgentes y proclamar la Constitución de Cádiz llevó a las élites criollas, comandadas por el Inquisidor General Matías de Monteagudo, a conspirar para declarar la independencia. El oficial realista enviado para acabar con el último foco insurgente activo, el de Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, negoció con él el Plan de Iguala y fue proclamado emperador el 18 de mayo de 1822. Mientras tanto, en Veracruz, las milicias cívicas y la tropa rechazaron los ataques del ejército trigarante comandadas por el también antiguo oficial realista Antonio López de Santa Anna, hasta que, finalmente, el 26 de octubre de 1821, se retiraron junto a parte de la población a la fortaleza de San Juan de Ulúa, donde resistieron hasta el 23 de noviembre de 1825.

 La situación no fue mejor en las demás nuevas repúblicas. Perseguidos, asesinados, privados de sus derechos y despojados de sus bienes, salvo en el caso de Chile, sufrieron una limpieza que si no étnica, dado que obviamente los criollos eran descendientes de españoles, si lo fue por su lugar de nacimiento. Finalmente expulsados de la Gran Colombia, Centroamérica y México, se dirigieron en su mayoría, unos 20.000, a Cuba. En el caso de Perú, el terror decretado por Monteagudo redujo la población española europea de los 12.000 censados a 600. Los supervivientes, unos 6.000 y sus familias, fueron forzados en 1824 a refugiarse en la fortaleza de El Callao, donde, tras un asedio implacable que duró hasta el año 1826, solamente sobrevivieron unas 700 personas, 400 de ellos soldados.

 San Juan de Pasto

 Ya desde 1809, los pastusos y patianos se enfrentaron sucesivamente a los revolucionarios de Quito y a los rebeldes neogranadinos, derrotando a Antonio Nariño y haciéndole prisionero en 1814. Tras la batalla de Bocayá comenzó la conocida como Campaña de Pasto, que se dilatará en el tiempo entre 1822 y 1824, con alternancia en el control del territorio. Entre el 23 y 25 de diciembre de 1822, en la conocida como Navidad Negra, la tropa de Sucre entró en la ciudad, masacrando a 400 civiles de toda edad y sexo, entregando la misma al saqueo, violaciones y destrucción, y 1.000 vecinos fueron reclutados a la fuerza y enviados a combatir a Perú. El comportamiento de las tropas republicanas con la población pastusa fue tan infame que Agustín Agualongo, único militar mestizo que llegó a Brigadier General de los Ejércitos de Su Majestad, afirmó que “Independencia sin libertad no quiero, un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”. Las partidas realistas siguieron operando en Pasto hasta 1826.

 En fecha 26 de diciembre de 1821, el mariscal Juan de la Cruz Mourgeon, Presidente de la Audiencia de Quito, ante la cercanía del ejército republicano, ordenó al director de la Casa de Moneda de Popayán, José María Satisával, el traslado de la maquinaria y los utensilios a Quito. El día 1 de enero Satisával informó de que no había podido trasladar el volante grande ni las máquinas de molino, por su enorme peso, pero que trasladaba el volante pequeño, para acuñar moneda menuda. Tras recibir orden de dirigirse a Pasto el 15 de enero, parece que llegó a esta población el 22 del mismo mes, de la que había sido capitán y superintendente en 1820. Don Carlos Iza ha recopilado valiosa información sobre la misma obrante en el Archivo Histórico de la Memoria de Nariño, Pasto, Caja 11.

 Las acuñaciones en módulo de dos reales o pesetas comenzaron inmediatamente, con plata expropiada de las iglesias y a particulares, con una ley de entre 8 y 9 dineros, y fue destinada al pago de las soldadas. Así aparece en un documento del Archivo Histórico Nacional de Quito, Criminales, 1822, que también recoge don Carlos Iza.  El 24 de enero el director informaba de haber tenido que usar el busto de Carlos IV, por no haber recibido los de Fernando VII. Se da el caso de que es la única moneda acuñada en el Nuevo Mundo intitulada a nombre de este monarca como rey constitucional. Es asimismo novedoso el numeral arábigo 7 en sustitución del romano VII.  

 Esta bella moneda, escasísima y difícil de encontrar en las subastas y ofertas numismáticas, lleva en su anverso el busto de Carlos IV, la leyenda FERDNAND. 7. D. G. ET. CONST y la fecha de emisión, 1822. En su reverso encontramos el escudo contracuartelado de castillo y leones, coronado y entre las Columnas de Hércules, y la leyenda HISPANIAR. REX. , la sigla P de Popayán-Pasto, el valor facial 2R, dos reales, y la sigla de ensayador O, Manuel Vicente Olave.

 Unos meses más tarde, el 8 de junio, la ciudad fue ocupada por Simón Bolívar, aunque no definitivamente, dado que fue nuevamente tomada por las guerrillas de Benito Boves el 28 de octubre siguiente. A finales de 1822, durante la Navidad Negra, la Casa de Moneda fue saqueada y desmantelada. Don Carlos Iza nos informa de que no existen documentos que refieran al retorno de las herramientas, pertrechos y el volante de acuñación a la Casa de Popayán.

 Puerto Cabello

 Tras la batalla de Carabobo de 1821, el batallón Valencey se refugió en esta ciudad, única bajo control de las tropas realistas en Venezuela. El marino Ángel Laborde, con base en este puerto, llevó a cabo la evacuación de civiles del puerto de La Guaira hacia la Habana. Un año después, el Mariscal de Campo Francisco Tomás Morales llevó a cabo la Campaña de Occidente, controlando Maracaibo y el Zulia.

 La flota de Ángel Laborde obtuvo una victoria en 1823 ante una escuadra grancolombiana muy superior en número a la española bajo el mando del comodoro francés Danells, levantando el bloqueo de la plaza, si bien el 24 de julio de ese mismo año sufrió una derrota ante la armada del almirante Padilla en el Golfo de Maracaibo. La misma forzó a Morales a capitular el 3 de agosto, entregando la plaza de Maracaibo, el Castillo de San Carlos, el de San Felipe en Puerto Cabello y los demás lugares que ocupaban en Venezuela. En Puerto Cabello, el brigadier Sebastián de la Calzada resistió hasta que hubo de capitular el 8 de noviembre de 1823 ante el general José Antonio Páez, si bien el Castillo de San Felipe, bajo el mando del criollo mantuano Manuel de Carrera, no capituló hasta dos días después. Varios vecinos y militares realistas recibieron poco después permiso para embarcarse con destino a Cuba.

 En esta plaza se procedió al resello de la moneda falsa de cuartillos que, introducida desde Curazao, no era aceptada por los comerciantes locales. Por ello, la Junta de Pacificación, presidida por el general Miguel de la Torre, en reunión del 5 de noviembre de 1821, resolvió la amortización y retirada de la circulación de toda la moneda de cobre fabricada en la Casa de Moneda de Caracas en circulación en la plaza. La razón esgrimida era que su valor facial estaba muy sobrevaluado con el real, lo que no solamente facilitaba su falsificación, sino que favorecía el atesoramiento de moneda de plata a bajo costo.

 A pesar de ello, y por ser la única moneda de la que disponía la Tesorería de la ciudad, Mariano Sixto ordenó el 5 de junio de 1822 que la misma fuese obligatoriamente aceptada en las tiendas y lugares públicos. Para ello se aprobó asimismo resellar toda la moneda de cobre circulante, sin variar con ello su valor facial, y prohibiendo bajo graves penas la introducción de moneda falsa, con lo que estabilizó el circulante en la ciudad.

 San Juan de Ulúa

 En la ciudad de Veracruz se había resellado moneda en 1812, ocho reales o pesos de la ceca provisional de Zacatecas, con un resello rectangular y las iniciales L.C.V., Las Cajas de Veracruz.  El 27 de noviembre de 1812 un decreto virreinal había declarado de obligada aceptación en toda Nueva España el numerario acuñado en las cecas provisionales realistas, y por nuevo decreto de 19 de diciembre se ordenó que toda la moneda provisional circulante en Veracruz debía ser pesada y resellada con el valor al que debía aceptarse. Se realizaron cuatro diferentes cuños para monedas faltas de peso, para darles el valor de 7 reales, 7 reales y ¼, 7 reales y ½ y 7 reales y ¾. La moneda sin resellar debía correr por su facial y considerarse de peso completo. Finalmente, las monedas faltas de peso y reselladas fueron escasas, y por ello es igualmente raro encontrar monedas con este resello, sobre piezas de Chihuahua y Zacatecas.   

 En 1819 una expedición militar al mando del teniente general Manuel Cagigal partió de Cádiz hacia La Habana, y debía llevar a Cuba una fuerza de tres mil hombres compuesta por los batallones de infantería de Málaga, Cataluña y Tarragona y formar allí un ejército con destino a Veracruz. Otra expedición, la llamada Expedición Grande que tenía primero como destino Veracruz y luego el Río de la Plata, no llegó a partir por el pronunciamiento de Riego antes mencionado.

 En fecha 7 de agosto de 1821 partió un destacamento avanzado, compuesto por cuatro compañías, la primera de 105 hombres del ejército regular, formada por piquetes de los regimientos de La Habana y La Luisiana y los batallones de Málaga, Cataluña y Tarragona, la segunda de 75 hombres del batallón de Pardos de La Habana, la tercera con la misma fuerza del batallón de Morenos, y la última con 105 soldados veteranos y voluntarios sueltos. La misma llegó a puerto el 25 del mismo mes. Pocos días después de la primera partida, se organizó una segunda expedición de refuerzo, con 299 soldados y 11 oficiales de las mismas unidades, aumentando con ello la expedición en 700 hombres.

 Mientras tanto, las tropas comandadas por Santa Anna habían comenzado el asedio de la ciudad el 23 de junio. Tres meses después, y ante la dificultad de mantener la plaza, la noche del 26 de octubre las tropas realistas se replegaron a San Juan de Ulúa, una impresionante fortaleza en una isla fortificada y con 132 bocas de fuego. Las hostilidades se rompieron en mayo de 1822, con la proclamación de Iturbide como emperador. En septiembre, los mexicanos habían tomado totalmente la ciudad, pues los españoles que seguían resistiendo en los edificios de la diputación y el ayuntamiento, tuvieron finalmente que abandonarlos y replegarse al castillo. Acto seguido comenzaron los insurgentes los trabajos para preparar el asedio a la fortaleza.

 Si bien la tropa fue relevada de tiempo en tiempo, a partir de octubre de 1825 una escuadra mexicana de ocho buques, bajo el mando de Pedro Sainz de Baranda, cerró la entrada, dejando solamente salir a las embarcaciones de transporte de tropas y enfermos, pero no permitiendo la entrada de ninguno. Un último esfuerzo de auxilio, una flota comandada por el antes mencionado Ángel Laborde, fue sorprendida por un huracán a la altura de la Sonda de la Tortuga e imposibilitó su socorro. La situación se volvió insostenible, al no recibir víveres y por el escorbuto, por lo que finalmente la plaza se rindió el 23 de noviembre de 1825.

 El incansable Ángel Laborde durante los siguientes años combatió a los corsarios de todas las nuevas naciones, llegando incluso a amenazar el puerto de Kingston, en Jamaica, y los puertos de la República de la Gran Colombia, y deshizo una escuadrilla mexicana en Cayo Hueso. Les produjo tan graves pérdidas que bajó mucho la intensidad con la que operaban, consiguiendo que se restableciera y asegurara el tráfico comercial español.

 En el castillo se encontraban depositados varios millones de pesos, y cuando hizo falta se pidió prestado a los comerciantes instalados en la fortaleza, por lo que no hubo necesidad, como en las otras plazas estudiadas, de emitir moneda de necesidad, obsidional o resellar moneda. Pero sí es de destacar la existencia en el Archivo General de Indias del registro de un escudo de distinción, con el que debían ser condecorados la guarnición de la milicia nacional de Veracruz y del ejército permanente, en premio de su conducta heroica en la defensa de la plaza y castillo de San Juan de Ulúa, a las órdenes del general José Dávila, gobernador de Veracruz, frente a las tropas rebeldes.

 El mismo forma parte de un expediente iniciado a instancias de los regidores del Ayuntamiento de Veracruz, Joaquín Tajonar y Manuel Martínez Samperio, para declarar beneméritos de la patria a la guarnición que defendió la plaza y castillo de San Juan de Ulúa. Se trata de una aguada en azul, marrón y amarillo sobre papel, y presenta el dibujo de un castillo, en el que figura una bandera izada, sobre unas rocas en medio del mar, y lleva inscrito en un círculo la leyenda LA PATRIA A LOS VALIENTES DE SAN JUAN DE ULÚA.

 El Callao

 El Perú fue hasta el año 1820 el principal bastión continental del realismo indiano, y de este virreinato partieron las campañas de reconquista en todas direcciones contra las fuerzas republicanas. A pesar de que Lima capituló ante la Expedición Libertadora del Perú de José de San Martín, que proclamó la independencia el 28 de julio de 1821, subsistieron reductos realistas y los enfrentamientos se prolongaron hasta las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824, y hasta la siguiente centuria con la comentada guerrilla de Iquicha.

 En estas circunstancias, las fuerzas realistas del general José de Canterac ocuparon Lima entre el 18 de junio y el 18 de julio de 1823, acuñando moneda de ¼, 1, 2 y 8 reales en un monto global de 200.000 reales, sobre moneda del tipo Perú Libre recientemente acuñadas por los republicanos, en unos casos utilizándolas como cospeles y en otras resellándolas con una corona real. Al retirarse de la plaza, se desarmaron las máquinas y se llevaron a Cuzco, ceca realista operativa hasta diciembre de 1824, y que siguió acuñando moneda a nombre de Fernando VII por falta de nuevos cuños del nuevo régimen hasta principios de 1826.

 El conjunto de los Castillos del Callao, la mayor obra de ingeniería militar española en el continente americano, fue entregada por su comandante el general José de la Mar a los independentistas de San Martín el 19 de septiembre de 1821. Una nueva defección, la llevada a cabo por el motín de 5 de febrero de 1824, supuso la disolución de las tropas chilenas en el Perú y la práctica desaparición del rioplatense Ejército de los Andes, así como su vuelta a control realista. Su defensa fue encomendada al lucense José Ramón Rodil y Campillo.

 Entre las primeras medidas que se acometieron fue la del restablecimiento de la Casa de Moneda de Lima, que había sido saqueada por los insurgentes en su retirada, lo que según las Memorias de Rodil llevó a la construcción de nuevos útiles a costa de ingentes gastos, que se compensaron con el cuño de un banco de rescate, a precios moderados, de la plata labrada y chafalonía que los habitantes habían preservado de los vaivenes de la guerra, comenzando la amonedación el 12 de mayo. 

 Glenn Murray cree que la moneda realista acuñada en Lima fechada en 1824, en todos los valores desde los ¼ de real a los pesos fuertes y ensayadas por Juan Martínez de Roxas y Manuel Rodríguez de Carassa y Rivas, JM, con un busto distinto del anteriormente usado, lo fue en el breve lapso en el que los ejércitos realistas controlaron la ciudad, entre los días 27 de febrero y 18 de marzo de ese año. Aunque es la opinión más extendida entre los investigadores, entra en contradicción con lo arriba expresado por el propio Rodil.

 Entre los documentos anexos a su Memoria, Rodil reproduce el Oficio del general Canterac de 17 de febrero de 1824, en el que se le nombra Gobernador de las Fortalezas del Callao. Entre las instrucciones recibidas está la de la trasladar la Casa de Moneda al Castillo y una imprenta. Álvarez recoge que se dice que Rodil montó en el Callao una ceca en la que se resellaron nuevamente los pesos de Perú Libre, manteniendo con la corona usada anteriormente y el año, 1823. Pero, volviendo al testimonio del propio Rodil, si se tuvieron que construir nuevos útiles y se acuñó la plata y chafalonía procedente de particulares desde mayo, el lugar donde se pudo hacer la amonedación de la ceca de Lima de 1824, una vez transportados los útiles, fue en la fortaleza del Real Felipe.

 Tras la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824 capituló el Ejército Real del Perú. Rodil se negó a entregar la plaza, encerrándose en la Fortaleza del Real Felipe y en los castillos del puerto con los regimientos Real de Lima y el de Arequipa, compuesto por morenos y pardos, con desertores del ejército republicano y con miles de civiles, que murieron durante un largo y duro asedio por tierra y mar en gran número. La resistencia terminó el 22 de enero de 1826, obteniéndose una capitulación honrosa. En la Capitulación se incluyó expresamente la entrega de los útiles de la Casa de la Moneda.

 En este punto, encontramos una rareza numismática, la emisión de pesetas con el busto de Fernando VII, las iniciales IR de ensayador y fecha de emisión 1826. En cuanto a los ensayadores, existe la hipótesis de que las mismas se correspondieran a Javier Francisco de Izcue y José Ramón Rodil. Si bien muchos estudiosos creen que se trata de una falsificación de época o una fantasía, podría ser la última moneda de cuño realista acuñada en la América Meridional. La primera noticia que se tuvo de ella la dio el insigne don José Toribio Medina en su obra Las monedas obsidionales Hispano-Americanas, y por ello ha sido recurrentemente citada en los estudios numismáticos hasta la fecha. Álvarez Carrasco ha dado a conocer, por primera vez, un ejemplar de la misma, propiedad de un coleccionista peruano, única conocida, que es aquí la que citamos y reproducimos.

 Entre las razones dadas para negar que la misma fuese batida en esta plaza se esgrime que los útiles de los que se disponía no eran los adecuados, si bien como afirma Dargent se desconoce lo que se trasladó desde Lima, y que Rodil en su extensa Memoria no hace ninguna referencia a ella. Jorge Proctor, en un estudio inédito de la misma recogido por Dargent, llega a la conclusión de que esta pieza sería la misma mencionada por Medina y una falsificación de época. 

 Chiloé

 Durante las guerras de Independencia de Chile, los habitantes de Chiloé se mantuvieron fieles a la Corona, y participaron junto con las tribus araucanas del sur de Chile en la conocida como Guerra a Muerte contra los republicanos chilenos, comandados por su gobernador, Antonio de Quintanilla y Santiago. Desde San Carlos de Chiloé, actual Ancud, repelió las expediciones del anteriormente citado Lord Cochrane  en 1820 y la comandada por Ramón Freire en 1824, hasta que finalmente firmó el Tratado de Tantauco el 15 de enero de 1826, por el que el archipiélago fue anexionado a Chile. La lucha continuó en el continente, en un enfrentamiento extremadamente sangriento que devastó el sur de Chile y forzó a la emigración masiva de muchas tribus araucanas a la Pampa. El teniente coronel navarro Miguel de Senosiain capituló en 1827, pero los enfrentamientos continuaron hasta la siguiente centuria.

 Entre 1821 y 1822 Quintanilla requisó la platería de todo el archipiélago, tanto a la Iglesia como a los particulares, unos cincuenta kilos, con los que se fundieron, según una cara del intendente Carvallo al ministro de Hacienda, 1.800 piezas. Esta cantidad era totalmente irrelevante, dado que los gastos administrativos corrientes del territorio ascendían a 40.000 pesos, por lo que probablemente se tratase más de una emisión con fines propagandísticos que puramente económicos.   

 Contamos con el expediente de la entrega el día 20 de marzo de 1854 por parte del brigadier don Saturnino García, que había prestado sus servicios en la isla, de uno de estos pesos fuertes al Gabinete Numismático de la Real Academia de la Historia en Madrid. En el mismo informaba que, careciendo de cuños y medios para troquelar las piezas, la emisión se hizo por fundición por parte de un platero llamado Palomino. Los motivos utilizados, o al menos los que son habituales, corresponden a pesos fuertes potosinos de 1822 y, como fue el caso de esta donación, a un peso limeño de 1819. En la pieza se incluyó, a ambos lados del busto del soberano, la leyenda CHI y LOE. Los ejemplares conocidos tienen falta de peso, algo lógico por su proceso de fundición.

 Esta moneda circuló en Chiloé hasta 1833, y posiblemente algunos de los ejemplares conservados pueden ser falsos de época. Entre 1826 y 1832 se fabricaron numerosas piezas falsas, siempre coladas, que se distinguían de las buenas por su menor fineza y, en ocasiones, por ser más burdas. En cuanto a los falsarios, para los cuales se había decretado la pena capital, se encontró solamente a uno. Por esta razón, finalmente el 11 de diciembre de 1832 se decretó su recogida en un plazo de 48 horas, recogiéndose 509 piezas originales y 334 falsas. Las auténticas se sustituirían por pesos chilenos, mientras que las falsas se partían para inutilizarlas y se devolvían a sus poseedores. La comisión que se encargó de hacerlo tuvo serios problemas para diferenciarlas, por lo que dio por buenas las que parecían tener una proporción de plata y un peso adecuados.

 Bibliografía recomendada

 ANDRADES RIVAS, E., “La incultura en que España mantenía a sus colonias”, dos tópicos del mito fundacional republicano en Chile”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, [Sección historia del derecho patrio chileno], XL, Valparaíso, Chile, 2018, pp. 283-308.

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CORSI OTAROLA, L., Viva el Rei! Los negros en la Independencia, Buenos Aires, Argentina, 2006.

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HEREDIA, E.A., Los vencidos. Un estudio sobre los realistas en la guerra de independencia hispanoamericana, Córdoba, Argentina, 1997.

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RODIL Y CAMPILLO, J.R., Memoria del Sitio del Callao, Edición y nota preliminar de Vicente Rodríguez Casado y Guillermo Lohmann Villena, Sevilla, 1955.

TRIVERO RIVERA,  A., Las monedas de Chiloé entre Colonia y República

Las medallas de la Real Efigie para los generales negros en Santo Domingo Les médailles de l’Effigie Royale pour les généraux noirs à Saint-Domingue

 Publicado en UNAN Numismática, nº 41, marzo-abril , 2021

https://www.academia.edu/47880118/Las_medallas_de_la_Real_Efigie_para_los_generales_negros_en_Santo_Domingo_Les_médailles_de_l_Effigie_Royale_pour_les_généraux_noirs_à_Saint_Domingue

El estallido de la Revolución Francesa tuvo en la parte francesa de la Isla Española un enorme impacto. En un primer momento, la población blanca vio con ella la posibilidad de independizarse, y la negra de que la esclavitud se aboliera. Tras la ceremonia de Bois-Caïman, los esclavos del norte se rebelaron en 1791, pasando a la parte española de la isla y combatiendo a los franceses esclavistas. Junto a los españoles, combatieron a los revolucionarios una expedición británica y los franceses realistas de la propia isla. 

 Le déclenchement de la Révolution Français a eu un impact énorme sur le Français partie de l’île Hispaniola. Au début, la population blanche voyait avec elle la possibilité d’indépendance, et les noires que l’esclavage serait aboli. Après la cérémonie de Bois-Caïman, les esclaves du nord se rebellèrent en 1791, se déplaçant vers la partie espagnole de l’île et combattant les français esclavagistes. Avec les Espagnols, ils combattent une expédition britannique et la population Français réaliste aux révolutionnaires. 

 Entre los generales que les comandaban están los citados en los documentos que se estudian, Jean-François Papillón-Juan Francisco-, Georges Biassou-Biason- y Jeannot Bullet-Jacinto-. El gobernador de Santo Domingo, don Joaquín García, les suministró armas, ropa, suministros y la nacionalidad española, nombrando a Biassou Caudillo de los Auxiliares Negros de Carlos IV y virrey de los territorios conquistados. Ello supuso la ocupación por España de parte del territorio francés, citando García el Puerto de Gonaives –Gonaïves-, y las parroquias de Veretes, Plesance, Port Margot, Borgne y otras que en vista de una Proclamación de 18 de octubre de 1793 se pusieron bajo la protección de España.

 Parmi les généraux qui les commandaient figurent ceux cités dans les documents à l’étude, Jean-François Papillón-Juan Francisco-, Georges Biassou-Biason- et Jeannot Bullet-Jacinto-. Le gouverneur de Saint-Domingue, Don Joaquín García, leur fournit des armes, des vêtements, des fournitures et la nationalité espagnole, nommant Biassou Chef des Auxiliaires noirs de Charles IV et vice-roi des territoires conquis. Cela signifiait l’occupation par l’Espagne d’une partie des territoires Français, citant García le port des Gonaïves – Gonaïves – et les paroisses de Veretes, Plesance, Port Margot, Borgne et d’autres qui, en vue d’une Proclamation du 18 octobre 1793, étaient placées sous la protection de l’Espagne.

 Por estas acciones, García solicitó y obtuvo de la Corona tres medallas de oro para los generales antes citados y doce de plata para sus inmediatos caudillos. Dado que una de ellas era para Jacinto, y el mismo había simultaneado el apoyo de España con el del Partido de las Comisarías Civiles, y por ello había sido hecho prisionero por los republicanos y ejecutado en Puerto Príncipe, el gobernador propuso que su medalla fuese entregada a  Toussaint Louverture, ayudante de Biassou, del que ya había hablado en sus cartas reservadas “a fin de empeñarle más en la subordinación y lealtad”. El día 9 de marzo de 1794, en la localidad de Bayajá, se celebró la solemne imposición de medallas, Jean-François fue nombrado General y Toussaint Coronel.

 Pour ces actions, Garcia a demandé et obtenu de la Couronne trois médailles d’or pour les généraux susmentionnés et douze d’argent pour ses seigneurs de guerre immédiats. Comme l’un d’eux était pour Jeannot, et qu’il avait simultanément le soutien de l’Espagne avec celui avec les républicains, et pour cette raison qu’il avait été fait prisonnier par les républicains et exécuté à Port-au-Prince, le gouverneur a proposé que sa médaille soit remise à Toussaint Louverture, l’assistant de Biassou, dont il avait déjà parlé dans ses lettres réservées « afin de faire plus de lui en subordination et loyauté ». Le 9 mars 1794, dans la ville de Bayajá, l’imposition solennelle de médailles a eu lieu, Jean-François a été nommé général et Toussaint Coronel.

 La medalla de la Real Efigie / La médaille de l’Effigie Royale

 La medalla de la Real Efigie del Rey Nuestro Señor es la primera y más antigua condecoración militar, no solo española, sino europea. Su primera mención es su concesión a los defensores de Dola, en el Franco Condado, en 1636. Ya en tiempos de Felipe IV, se premiaba con una medalla de estas características a los militares con veinte años de servicio, pero fue durante el reinado de su hijo Carlos II y la regencia de Mariana de Austria cuando se institucionalizó, formalizándose por escrito por certificación expedida por el Consejo de Guerra.

 La médaille de l’Effigie Royale du Roi Notre Seigneur est la première et la plus ancienne médaille militaire, non seulement espagnole, mais européenne. Sa première mention est sa concession aux défenseurs de Dola, dans le Franche Comté de Bourgogne, en 1636. Déjà à l’époque de Philippe IV, l’armée a reçu une telle médaille avec vingt ans de service, mais c’est sous le règne de son fils Charles II et la régence de Mariana d’Autriche qu’il a été institutionnalisé, formant par écrit par certification délivrée par le Conseil de Guerre.

 A partir del reinado de Carlos III, esta condecoración se utilizó preferentemente para recompensar los méritos y servicios en las Indias a los militares indios y de los batallones de pardos y morenos, así como a los aliados indios. Fue asimismo durante su reinado cuando se generalizó por ley, con precedentes ya desde el siglo XVII, la manumisión de todos los esclavos evadidos de las colonias de otros países europeos. Muchos de ellos se integraron en dichos batallones de pardos en territorios como Florida y Santo Domingo, con sus propios jefes y oficiales.

 Du règne de Charles III, cette médaille a été de préférence utilisée pour récompenser les mérites et les services dans les Indes occidentales aux bataillons militaires indiens et les bataillons de noirs et mulâtres, ainsi qu’aux alliés indiens. C’est aussi sous son règne qu’il se généralise par la loi, avec des précédents depuis le XVIIe siècle, la manumission de tous les esclaves évadés des colonies d’autres pays européens. Beaucoup d’entre eux ont été intégrés dans ces bataillons noirs dans des territoires tels que la Floride et Saint-Domingue, avec leurs propres chefs militaires et officiers.

 La deserción de Louverture / Désertion de Louverture

 Hay autores que afirman que, ante la fama que estaba adquiriendo Louverture, sus jefes Jean-François y Biassou planearon asesinarle, si bien consiguió escapar, aunque murió en el complot su hermano pequeño Jean-Pierre. Fuera por eso o por la promesa de la Convención de abolir la esclavitud, se sublevó, venció a Biassou  y se unió al bando republicano, siendo nombrado general. Jean-François y Biassou se mantuvieron fieles a la Corona con sus contingentes, hasta que por la Paz de Basilea de 1795, que en una de sus cláusulas expresamente obligaba a asegurar su evacuación, Jean-François se trasladó a Cádiz con algunos de sus hombres, y Biassou a San Agustín de la Florida, donde comandó la compañía de morenos en las guerras contra los indios Creek, aliados de los británicos, siendo enterrado con todos los honores a su muerte.  El resto de sus soldados se distribuyeron por Tierra Firme y Venezuela, en Campeche, Portobelo y Trujillo de Guatemala, actualmente Honduras.

 Il y a des auteurs qui prétendent que, face à la gloire que Louverture était en train d’acquérir, ses chefs Jean-François et Biassou avaient l’intention de l’assassiner, bien qu’il ait réussi à s’échapper, bien que son jeune frère Jean-Pierre soit mort dans l’intrigue. Pour cette raison ou pour la promesse de la Convention d’abolir l’esclavage, il se révolte, défait Biassou et rejoint le camp républicain, étant nommé général. Jean-François et Biassou sont restés fidèles à la Couronne espagnole avec leurs contingents, jusqu’à ce que par la Paix de Bâle en 1795, qui dans l’une de leurs clauses expressément exigé pour assurer leur évacuation, Jean-François déménagé à Cadix avec certains de ses hommes, et Biassou à Saint-Augustin de Floride, où il commandait la compagnie de noirs dans les guerres contre les Indiens Creek, alliés des Britanniques, enterrés avec tous les honneurs à sa mort.  Le reste de ses soldats ont été distribués par Tierra Firme et au Venezuela, à Campeche, Portobelo et Trujillo du Guatemala, actuellement au Honduras.

 La ocupación de Santo Domingo / L’occupation de Saint-Domingue

 En cumplimiento del Tratado de Basilea, que cedía Santo Domingo a Francia, en enero de 1801 Toussaint Louverture ocupó en un mes y sin resistencia la parte española de la isla. Su gobierno duró hasta que, habiendo capitulado el 2 de mayo de 1802, fue hecho prisionero el 7 de junio de 1802 y enviado a Francia, donde murió en Fort de Joux, en las montañas del Jura, enfermo y sin cuidados, el 7 de abril de 1803. Durante este breve periodo se produjeron varios hechos de gran importancia monetaria.

 Conformément au Traité de Bâle, qui cédait Saint-Domingue à la France, Toussaint Louverture occupa en janvier 1801 la partie espagnole de l’île en un mois et sans résistance. Son règne dura jusqu’à ce qu’après avoir capitulé le 2 mai 1802, il soit fait prisonnier le 7 juin 1802 et envoyé en France, où il mourut à Fort de Joux, dans le Jura, malade et négligent, le 7 avril 1803. Au cours de cette brève période, il y a eu plusieurs événements d’une grande importance monétaire.

 En fecha 11 de enero de 1801, por una Ordenanza aumentó el valor de los pesos fuertes de ocho reales a once, la misma estimación que recibían en la parte francesa. Igualmente, poco antes de su capitulación, el 5 de enero de 1802, ordenó la sustitución del circulante de la parte española de la isla y la labra de una nueva moneda en la ceca de Santo Domingo, en valor de escalines sencillos, dobles y medios, con la efigie de la República en su anverso y el valor de la moneda y la leyenda  Colonie de Saint Domingue, siendo la equivalencia de once escalines por cada peso fuerte o gourde. Prohíba expresamente la saca de moneda bajo pena de confiscación de la que se encontrase a bordo de los barcos.

 Le 11 janvier 1801, une Ordonnance a fait passer la valeur des piastres de huit reales à onze, la même estimation qu’ils ont reçue du partie Français'. De même, peu avant sa capitation, le 5 janvier 1802, il ordonna le remplacement du circulant de la partie espagnole de l’île et la frappe  d’une nouvelle pièce à la monnaie de Saint-Domingue, d’une valeur de simples, doubles et moyens escalins, à l’effigie de la République sur son front et la valeur de la pièce et de la légende Colonie de Saint Domingue , étant l’équivalence de onze escalins pour chaque piastre ou gourde. Il interdit expressément le retrait de la monnaie sous peine de confiscation de celui à bord des navires.

 Por la calidad de los ejemplares conservados, se ha defendido por algunos autores que las mismas fueron acuñadas o bien en Inglaterra o incluso en los Estados Unidos. Pero estas teorías no tienen en cuenta que la elección de la labra en Santo Domingo venía avalada por el hecho de que en la misma ciudad había una Casa de Moneda desde 1542, y tenía los materiales y los equipos necesarios para llevar a cabo la labor. En cuanto a la plata utilizada, como hemos visto, contaba con la fundición de la antigua moneda de plata española circulante para llevar a cabo tal sustitución. Es cuanto menos improbable tanto que se recogiese la moneda circulante en tan breve lapso de tiempo, cuatro meses, que se remitiese fuera de la isla y pudiese volver a ella, como que el Reino Unido, enemigo de Francia, o los Estados Unidos adelantasen una plata para proceder a dicha acuñación cuya escasez en el mercado y en la circulación era extrema. 

 Pour la qualité des spécimens conservés, certains auteurs ont défendu qu’ils aient été frappés soit en Angleterre, soit même aux États-Unis. Mais ces théories ne prennent pas en compte le fait que le choix de la caisse à Saint-Domingue a été soutenu par le fait que dans la même ville il y avait une Monnaie depuis 1542, et avait les matériaux et l’équipement nécessaires pour effectuer les travaux. Quant à l’argent utilisé, comme nous l’avons vu, il avait la fonderie de l’ancienne pièce d’argent espagnole en circulation pour effectuer une telle substitution. Il est le moins improbable que la monnaie en circulation soit collectée en si peu de temps, quatre mois, qu’elle soit envoyée hors de l’île et puisse y revenir, et que le Royaume-Uni, ennemi de la France, ou des États-Unis ait avancé argent pour effectuer une telle frappe dont la rareté sur le marché et en circulation était extrême. 

 Fuentes / Sources

 Archivo General de Indias, ESTADO, 14, N.89

Archivo General de Indias, ESTADO, 14, N.77.

Archivo General de Simancas, SGU, LEG, 7159, 55

 Bibliografía recomendada /  Bibliographie recommandée

 DUBROCA, L., La Vie de Toussaint-Loverture, chef des noirs insurgés de Saint-Domingue, Paris, 1802.

CANO BORREGO, P.D., Será porque aquí no hablamos francés , Numismático Digital, 22 de octubre de 2014.

CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, A., “La medalla de la Real Efigie del Rey Nuestro Señor (c.1630-c, 1868), Cuadernos de Ayala, nº38, abril-junio 2009, pp. 11-21.

STEPHEN, J., History of Toussaint Loverture, Londres, 1814.

UTRERA, C., La Moneda Provincial de la Isla Española, Edición facsímil del original de 1951, Santo Domingo, 2000.

VICTORIA OJEDA, J., Las Tropas Auxiliares del rey en Centroamérica. Historia de los negros súbditos de la monarquía española, San José, Costa Rica, 2009.

ZAY, E., Histoire Monétaire des Colonies Françaises, Paris, 1892.

Thomas Jefferson y el establecimiento del peso español como patrón monetario Thomas Jefferson and the establishing of the Spanish dollar as the US monetary standard

Publicado en UNAN Numismática nº 41, marzo-abril 2021 


https://www.academia.edu/47879670/Thomas_Jefferson_y_el_establecimiento_del_peso_español_como_patrón_monetario_Thomas_Jefferson_and_the_establishing_of_the_Spanish_dollar_as_the_US_monetary_standard

No hay duda de la importancia de Thomas Jefferson en la historia de los nacientes Estados Unidos. Unánimemente considerado uno de los padres fundadores, fue el principal autor de la Declaración de Independencia de 1776 y su tercer presidente, además de un reconocido científico, diplomático y estudioso. También fue el principal defensor del establecimiento del sistema monetario estadounidense en vigor y de la adopción del sistema métrico.

 El sistema británico de medidas, incluidas las monetarias, no relacionaba matemáticamente sus unidades. A ello se unía la crónica escasez de moneda metálica en circulación, suplida como hemos visto en anteriores artículos por los reales de a ocho o peso principalmente, pero también con presencia en menor medida de otras monedas foráneas, como los Joes o Johannes portugueses de oro, los ducados de oro alemanes o los propios escudos de oro españoles.

 Como también hemos visto, el problema se agravaba con el hecho de que cada una de las colonias tenía su propia moneda de cuenta y valoración de los pesos españoles, convertidos a guineas, libras y chelines. El problema de la complejidad en los cálculos desaparecía al llegar a las libras, donde las operaciones se elevaban a la decena, por lo que abogaba por el uso del cálculo decimal para hacer frente a dicho caos monetario. Con ello buscaba, además de racionalizar los cambios, cortar los lazos con el pasado británico del nuevo país.

 There is no doubt about Thomas Jefferson's importance in the history of the nascent United States. Unanimously considered one of the founding fathers, he was the principal author of the Declaration of Independence of 1776 and its third president, as well as a renowned scientist, diplomat and scholar. He was also the main advocate of the establishment of the U.S. monetary system in force and the adoption of the metric system.

 The British system of measures, including monetary ones, did not mathematically link its units. This was joined with the chronic scarcity of metal currency in circulation, mainly supplemented as we have seen in previous articles by the Spanish dollar or peso, but also with a lesser presence of other foreign coins, such as the Portuguese Joes or Johannes of gold, the German gold ducats or the Spanish gold escudos.

 As we have also seen, the problem was compounded by the fact that each of the colonies had its own account currency and valuation of Spanish pesos, converted to guineas, pounds and shillings. The problem of complexity in calculations disappeared when it reached the pounds, where operations rose to the ten, so he advocated the use of decimal calculation to deal with such monetary chaos. In doing so, he sought, in addition to streamlining the changes, to cut ties with the British past of the new country.

 Ya en 1776 elaboró un Informe para el Congreso sobre el valor de la moneda en los diferentes estados, que como es sabido tenían la potestad de emitir papel moneda. Asimismo, durante la guerra la situación se agravó al inundar los británicos el territorio con circulante continental falso, y abogó por la unificación monetaria. Nuevamente se manifestó contra la propuesta de Robert Morris de 1782 de la utilización como  unidad monetaria de la 1.440 parte de un peso de cuño español.

 Es en estas circunstancias en las que redactó su famosa obra Sobre el establecimiento de una unidad monetaria y de una acuñación para los Estados Unidos, fechada el 5 de marzo de 1784. Comenzaba su disertación con las características que a su entender debía cumplir la unidad monetaria: de tamaño conveniente para ser utilizada en las transacciones diarias, con sus fracciones y múltiplos de fácil proporción, y que tanto la unidad como sus divisiones fuesen similares a alguna de las monedas conocidas, para que fuesen de fácil adopción para el público.

 As far as 1776 he produced a Report for the Congress on the value of the currency in the different states, which as it is known had the power to issue paper currency. During the war the situation was also aggravated by flooding the British with false continental currency, and advocated monetary unification. He again spoke out against Robert Morris's 1782 proposal to use the 1,440 part of a Spanish milled dollar as a monetary unit.

 It is in these circumstances that he wrote his famous On the Establishment of a Money Unit, and of a Coinage for the United States, dated March 5, 1784. He began his dissertation with the characteristics that he believed the monetary unit had to fulfil: of convenient size to be used in daily transactions, with its fractions and multiples of easy proportion, and that both the unit and its divisions were similar to some of the known currencies in circulation, so that they were easily adopted for the public.

 Para Jefferson, el real de a ocho de cuño español cumplía todos esos requisitos, a diferencia de otros sistemas, como el francés de  libras, sueldos y dineros, el neerlandés con los gilden, stivers y frenings o el británico con sus libras, chelines, peniques y farthings. Con su propuesta de adopción del peso, en su opinión se deberían acuñar cuatro monedas: 

1. Una pieza de oro, con valor de diez dólares.

2. La Unidad o Dólar, de plata:

3. La décima parte de un dólar, de plata también.

4. La centésima parte de un dólar, en cobre.

 

En cuanto a la tercera de las premisas, que la unidad, sus múltiplos y divisores coincidiesen con monedas conocidas por la población, entendía que: 

1. La moneda de oro debía ser de un valor 1/5 superior a los medios Johannes o joes, o 1/15 superior a una doble guinea, con un valor de diez reales de a ocho.

2. La unidad, el real de a ocho, era según sus palabras una moneda conocida y la más familiar para la población, reconocida como medida de valor tanto como las respectivas libras provinciales.

3. La décima parte sería un bit, real español o media peseta provincial o pistareen, también una moneda familiar para todos.

4. En cuanto a la moneda de cobre, debía ser similar a los cobres de los cuatro estados del Este, que equivalían a 1/108 de dólar, al centavo de Nueva York o Carolina del Norte, con un valor de 1/96, o al centavo o cobre de Jersey, Pennsylvania, Delaware y Maryland, con valor de 1/90 de un dólar.

 También defendía la utilidad de batir numerario de plata de varios módulos, con lo que las cinco monedas acuñadas en plata que proponía eran: 

1. La unidad o dólar.

2. El medio dólar, o cinco décimos.

3. La décima doble, quinta parte del dólar, equivalente a la peseta provincial española.

4. El décimo, igual que el bit o real español.

5. Las cinco piezas de cobre, vigésima parte del dólar, equivalente a medio real o bit.


For Jefferson, the Spanish dollar met all those requirements, unlike other systems, such as French livre, sous and deniers, Dutch with gildens, stivers and frenings, or the British with his pounds, shillings, pennies and farthings. With his proposal for the adoption of the Spanish dollar, four coins should be minted in his view: 

1. A piece of gold, worth ten dollars.

2. The Silver Unit or Dollar:

3. One-tenth of a dollar, silver as well.

4. One hundredth of a dollar, in copper.

 

As for the third of the premises, that unity, its multiples and dividers coincide with coins known to the population, he understood that: 

1. The gold coin was to be 1/5 higher than the Johannes or joes, or 1/15 higher than a double guinea, with a value of ten dollars.

2. The unity, the dollar, was in its words a known currency and the most familiar to the population, recognized as a measure of value as much as the respective provincial pounds.

3. The tenth would be a bit, an Spanish real or half provincial peseta or pistareen, also a family currency for all.

4. With regard to the copper currency, it was to be similar to coppers from the four East States, which amounted to $1/108, to the New York or North Carolina cent, with a value of 1/96, or to the penny or copper of Jersey, Pennsylvania, Delaware and Maryland, worth 1/90 of a dollar.

 He also defended the usefulness of beating silver currency of several modules, so that the five coins minted in silver he proposed were: 

1. The unit or dollar.

2. Half a dollar, or five tenths.

3. The tenth double, one-fifth of the dollar, equivalent to the Spanish provincial peseta.

4. The tenth, same as the Spanish bit or real.

5. The five pieces of copper, twenty-one part of the dollar, equivalent to half Spanish real or bit.

 Después de desaconsejar la propuesta de Morris antes mencionada, delimitaba lo que se debía entender por dólar, una moneda acuñada en diferentes momentos, con diferentes pesos y fino y, por tanto, con diferente valoración –obviamente por las devaluaciones llevadas a cabo por Carlos III-, recogiendo os ensayos de sir Isaac Newton de 1717. Por ello, si se mantenían en circulación las piezas de todas las fechas, debería hacerse un promedio de su valor para aplicarlo a dicha unidad. 

Defendía que se utilizase el fino de la moneda española para la moneda, permitiendo mantener el británico de la vajilla, y con ello evitar la fundición del circulante.  En cuanto al fino de la moneda áurea, proponía el estudio de la ratio de su cambio con la plata en los países con los que se tuviese más comercio, mostrando su preferencia por el patrón británico de una onza por libra.

 Daba igualmente una serie de consejos para el Congreso, consistentes en designar personas adecuadas para que ensayaran y examinaran los pesos de cuño español de diferentes fechas de emisión en circulación y las otras monedas en circulación en los Estados, así como de la ratio oro-plata, para con ello informar al Comité de los Estados de los resultados, para ser presentados al Congreso. Tras ello, se debería preparar una Ordenanza para la emisión de moneda de oro, plata y cobre, siendo la unidad el real de a ocho español acuñado a volante, y fijando el valor con respecto a ella de las distintas monedas extranjeras en circulación.                   

After discouraging Morris's above-mentioned proposal, he delimited what was to be understood by dollar, a currency minted at different times, with different weights and fine and therefore with different valuation – obviously by the devaluations carried out by Charles III of Spain - collecting essays from Sir Isaac Newton of 1717. Therefore, if the pieces of all dates were kept in circulation, an average of their value should be made to apply it to that unit.

 He argued that the fine of the Spanish currency should be used for the coin, allowing the British for silver dishes to be maintained, thereby preventing the melting of the coins.  As for the fine of the golden currency, he proposed the study of the ratio of his exchange with silver in the countries with which he had the most trade, showing his preference for the British value of one ounce per pound.

 He also gave advises for Congress, consisting of appointing suitable persons to assay and examine the Spanish milled dollars of different issue dates in circulation and the other coins in circulation in the States, as well as the gold-silver ratio, in order to inform the Committee, to be presented to Congress. After that, an Ordinance should be prepared for the issuance of gold, silver and copper, with the unit being the real unit of the Spanish milled dollar, and setting the value with respect to it of the different foreign currencies in circulation.

 Como consideraciones adicionales, y con los comentarios recibidos, se decantaba por fijar la ratio oro y plata en 15 a 1, y obviaba los ensayes de los pesos más antiguos por haber sido realizados como antes indicábamos por Isaac Newton. No le quedaba duda de la adopción de dólar como unidad, toda vez que afirma que la población ya lo había adoptado, entre la valoración de cada estado en su libra propia y la común del real de a ocho español. Y, en cuanto a la moneda menuda, entendía que, de hacer falta una moneda más pequeña, recomendaba que se hiciese.

 En 1785 Jefferson presentó un plan revisado para ayudar a conciliar su propuesta con la de Morris, y ese mismo año o un año después, esta propuesta finalmente se llevó a cabo, debido al acuerdo entre las principales figuras del Congreso con el mismo.  El 2 de abril de 1792 se aprobó la Coinage Act o Mint Act, estableciendo el dólar de plata como unidad del sistema y el establecimiento de una ceca, declarando expresamente que la misma sería el valor de un peso de cuño español al mismo valor al que en ese momento estaba circulando.

 As additional considerations, and with the comments received, he opted to set the gold and silver ratio at 15 to 1, and ignored the essay of the oldest Spanish dollars because they had been performed as indicated by Isaac Newton. He had no doubt about the adoption of dollars as a unit, since he claims that the population had already adopted it, in the valuation of each state in its own pound and the common of the dollar. And, as for the small currency, he understood that, if a smaller currency was needed, he recommended that it must be made.

 In 1785 Jefferson presented a revised plan to help reconcile his proposal with Morris's, and that same year or a year later, this proposal was finally adopted, due to agreement between the main figures of Congress.  On April 2, 1792, the Coinage Act or Mint Act was approved, establishing the silver dollar as the unit of the monetary system and establishing a mint, expressly declaring that it would be the value of a Spanish dollar at the same value to which it was circulating at the time.

 

Fuente/ Source:

 JEFFERSON RANDOLPH, T., Memoir, correspondence and miscellanies, from the papers of Thomas Jefferson, Vol. I, Charlottesville, 1829.