lunes, 20 de diciembre de 2021

Los resellos del Trienio Liberal español sobre moneda de plata francesa de 1821

 Publicado en Numismático Digital, 20 de diciembre de 2021


A lo largo de las legislaturas de 1820 y 1821 las Cortes españolas trataron cuatro importantes temas de carácter monetario, que fueron el diseño de la nueva moneda constitucional basada en el real de vellón, la conversión de las cecas en Fábricas Nacionales de Moneda, la transformación de la Junta de Comercio y Moneda en la Junta Directiva de Moneda y, finalmente, el tema que nos ocupa, el proyecto de resello nacional.

 

Dicho resello, que finalmente se llevó a cabo sobre los medios luises franceses desde 1821, se veía necesario, en una situación monetaria que se dilató en el tiempo. Durante el primer tercio del siglo XIX se asistió a la entrada en circulación de grandes cantidades de moneda foránea, principalmente francesa, portuguesa e inglesa, motivada por la presencia de tropas extranjeras que eran pagadas por sus respectivos gobiernos. Esta situación de hecho llevó a los sucesivos gobiernos a la aceptación de estas monedas, legislando al efecto.

 

Durante la Guerra de Independencia, la moneda franca tuvo curso legal en los territorios controlados por los ejércitos napoleónicos, con unos valores fijados en las tarifas ordenadas primero por el mariscal Murat y más tarde por José I Bonaparte. Mientras tanto, la Regencia y las Cortes en un primer momento no reconocieron como tal la moneda acuñada por el “rey intruso”, e incluso en 1812 se llegó a prohibir su circulación, pero en 1813 y por las necesidades de circulante se aceptó su circulación a los tipos fijados por José I.

 

Además de la moneda francesa, se autorizó igualmente este mismo año la circulación de las guineas británicas y se otorgó al cruzado portugués un valor en pasta de 9 reales y tres cuartillos. Una vez terminada la guerra subsistió la escasez de circulante, por lo que en 1818 se renovó la valoración de la moneda portuguesa y se aprobó la circulación de la moneda francesa según la tarifa de 1812, elevando su estimación como metal en pasta a 20 reales de vellón, un peso o duro, por onza.

 

El Decreto de 1821

 El resello de la moneda francesa en circulación fue, como afirman Prieto y Haro, la principal medida de política monetaria llevada a cabo durante el Trienio Liberal. Con ello se intentaba unificar la moneda circulante, depurando el numerario francés y suprimiendo las tarifas que permitían su circulación legal. Que se optase por el resello y no por la fundición y reacuñación se debió a motivos técnicos, de plazos y presupuestarios.

 Según el expediente presentado por el Grabador General Félix Sagau, de 9 de noviembre de 1821, estimando una cantidad de moneda francesa de 150 millones de reales en circulación, tras quince días de verificación en las Casas de Moneda y proveyéndoles de los troqueles adecuados, se podrían resellar diariamente 100.000 ejemplares y terminar con la operación en un plazo inferior a cinco meses. Para ello sería necesario que además de las cecas operativas de Madrid, Sevilla, Segovia y Jubia se habilitasen nuevos centros provisionales de acuñación en frío en Barcelona, Bilbao y un segundo centro en Sevilla para reforzar la demanda de Cádiz.

 

El 19 de noviembre de 1821, las Cortes expidieron un Decreto fijando las reglas para impedir la circulación de la moneda francesa y para resellar los medios luises. Como consta en su Exposición de Motivos, se intentaba con esta medida proponer los medios de impedir el curso de la defectuosa moneda francesa, que había inundado toda la nación y la privaba de la suya propia, que era buscada en todas partes del mundo, haciéndola con ello objeto de especulaciones extranjeras, alimentando el fraude y causando perjuicios incalculables en los cambios y un descrédito no pequeño.

 

Con el objetivo de incentivar su recogida, se garantizó el derecho a recibir la misma cantidad de moneda resellada y el aumento nominal sobre el de su valor efectivo en billetes contra la Tesorería. Con ello, la Junta Directiva y las comisiones Territoriales expedirían los resguardos pagaderos al portador en las cecas y los billetes de Tesorería general.

El 22 de diciembre, una Circular del Ministerio de Hacienda daba las instrucciones para el recibo de esta moneda, ordenando que subsistieran las comisiones de recibo de estos medios luises en las cabezas de partido y en las capitales de provincia, desechándose solamente la falsa.

 

Las Casas Nacionales de Moneda de Madrid, Sevilla Segovia y Bilbao quedaban comisionadas para el recibo en los puntos en los que las mismas se hallaban situadas. Se preveía asimismo establecer una fábrica en Cataluña y estudiar la conveniencia de habilitar la de Jubia para proceder a dicho resello. Todos los gastos de su recogida, resello y entrega posterior serían de cuenta del Estado

La moneda resellada

 La moneda retirada y utilizada como cospel de este resello es el medio ecu o escudo de plata francés, conocido como medio Luis, una moneda acuñada entre 1641 y 1785, con diferente peso dependiendo de las emisiones y ley uniforme de 917 milésimas, 3 libras tornesas y 11 dineros. El peso de las monedas reselladas concuerda con el que tenían las primeras emisiones, realizadas entre 1641 y 1705 a nombre de Luis XIII y Luis XIV, de 13,725 gramos. Era por tanto una moneda ya antigua, gastada y defectuosa, que había sido introducida al precio de la más reciente, que tenía además desde 1726 un peso superior, de 14,744 gramos. El diámetro de esta moneda es de 33,9 mm.

 La operación fue finalmente realizada en cuatro Casas de Moneda, las de MadridSevillaBilbao y Santander. Se desconoce la cantidad de moneda entregada en la ceca hispalense, habiéndose recibido en Madrid 2.682.000 ejemplares, 2.002.462 en Bilbao y 473.752 en Santander. De los recogidos en Bilbao, según la contabilidad de su ceca se resellaron 1.970.515 ejemplares, remitiéndose el resto a Madrid tras finalizar las operaciones de resello.

 

El resello de estos medios luises se realizó a volante. Los utilizados en Bilbao y Santander procedían de la Casa de Moneda de Segovia, dado que Canga recoge que de los volantes que se encontraban en esta última ceca dos de ellos habían sufrido extraordinariamente en su traslado a estas ciudades para el resello de los medios luises en 1821. Como consta en la documentación, de Segovia procedían igualmente los operarios responsables del manejo de los mismos en Bilbao. Si bien llevan la fecha 1821, la acuñación efectiva se llevó a cabo principalmente en el primer semestre del año siguiente, y hasta 1823.

 

La forma de estas piezas no es común, dado que son convexas, más gruesas en su centro que en los extremos, lo que ha producido en general un desgaste mayor en su parte central. Las emisiones de todas las Casas de Moneda son exactamente iguales, por haberse utilizado idénticos troqueles, con la única variación de la marca de ceca de cada una de ellas y las siglas de los ensayadores. En algunas escasas piezas es visible algún resto de la moneda antigua utilizada como cospel, posiblemente por tratarse de una acuñación floja, pero no son habituales.

 

En su anverso encontramos el busto a derecha de Fernando VII conocido como de tipo cabezón, dentro de una orla circular, con leyenda alrededor  “FERN. 7º. POR LA G. DE DIOS Y LA CONST.” y el año “1821”. En su reverso aparece la leyenda “RESELLADO” en su centro, rodeada de una corona de laurel anudada con un lazo, bajo una estrella de seis puntas, y el valor facial, “10 Rs.”, diez reales de vellón o cuatro de plata nacional. En la leyenda circular encontramos su titulación, “REY DE LAS ESPAÑAS”, y en la parte inferior la marca de ceca y las siglas de ensayador.

 

Las marcas de ceca utilizadas fueron la M coronada para Madrid, la S para Sevilla, para Bilbao y SR para Santander. Las siglas de ensayador son S (José Sánchez Delgado) R (Isidro Ramos del Manzano) en Madrid, R (Carlos Tiburcio de Rojas) D (Joaquín Delgado Díaz) en  Sevilla, U (Manuel Domingo de Urquiza) G (Pedro Gómez de Velasco) en Bilbao y L (Eugenio Larra y Langelot) T en Santander.

Conclusión

 Los resultados de este resello fueron escasos, dado que sin variación en la relación bimetálica y sin cambios en la ley y peso de la nueva moneda constitucional, no supuso sino una devaluación nominal de la moneda franca, y se mantuvieron las tensiones especulativas de flujo de moneda francesa. Sí que se consiguió con el mismo abolir la tarifa de 1818, que permitió la circulación de moneda francesa de ínfima calidad y difícil identificación.

Muy curiosa es la aprobación por las Cortes de otro resello, que no se llegó a poner en práctica, el 6 de mayo de 1823, para la admisión en la circulación de la moneda de oro y plata procedente de América con igual peso, valor y ley que las nacionales, previo su marcado con un punzón con el busto del monarca, circulando las que no tuviesen dicho resello en el comercio como pastas y a sus precios convencionales.

 

Bibliografía utilizada

CANGA ARGÜELLES, J., Diccionario de Hacienda, con aplicación a España, Vol, II,  Madrid, 1834.

FRANCISCO OLMOS, J.M., “Conflictos bélicos y circulación de moneda extranjera en España 1808-1836. La documentación de la inestabilidad”, Revista General de Información y Documentación, Vol.11, 1, 2001, pp. 109-131.

GACETA DE MADRID, nº 374, Lunes 31 de diciembre de 1821, pp. 2055-2056.

PELLICER I BRU, J., Glosario de maestros de ceca y ensayadores, Madrid, 1997.


PRIETO TEJEIRO, E., y HARO ROMERO, D. de. “La Reforma Monetaria del Trienio Liberal en España, 1820-1823: Modernización y límites”, América Latina Historia Económica, año 19, nº2 (38), mayo-agosto 2012, pp. 131-161.

lunes, 13 de diciembre de 2021

La ceca de Tamusia y su relación con las cecas celtibéricas

Publicado en Asociación Cultural Filatélica y Numismática Pacense, Hoja Informativa nº 81, 2021

La ceca de Tamusia, una de las más interesantes de las cecas hispanas de la época preimperial,  ha dado mucho que hablar en la epigrafía y en la numismática española. Esta población, conocida únicamente por estas emisiones, ha sido ubicada por diferentes estudiosos de esta época en el este de la Celtiberia, como es el caso de Leandre Villaronga, por su pertenencia al grupo celtibérico de los dos delfines y el uso del alfabeto ibérico, o incluso en el Levante peninsular, en los alrededores de Gandía, por la presencia en el reverso de algunas de sus emisiones de una nave, como fue el caso de Antonio Beltrán.

 Posiblemente la más factible ubicación de la misma sea la del castro u oppidum de Villasviejas de Tamuja, en la localidad cacereña de Botija, perteneciente en aquella época a la Vettonia, como defienden entre otros García-Bellido y Burillo. Esta teoría, además de en la obvia similitud del topónimo reproducido en las emisiones con el de la población y el río Tamuja, contaría con el respaldo de que los hallazgos de estas monedas se han realizado en la zona adyacente de la actual provincia de Cáceres, no habiéndose encontrado en la vecina provincia de Badajoz. 

Como antes comentábamos, la tipología utilizada es netamente celtibérica, siendo de hecho los bronces conservados copias de la última emisión conocida de la ceca de Sekaisa, Ségeda, en la actual Belmonte de Gracián, Zaragoza. Por ello, se ha afirmado, como es el caso de Cruces Blázquez, que se trató de una auténtica colonización de gentes que, procedentes de la Celtiberia y durante la época de las Guerras Sertorianas, se establecieron en este oppidum vetón. Burillo defiende que, más que a motivos bélicos, su llegada se debió al beneficio de los filones de plomo argentífero o incluso de los placeres auríferos de la zona.

 Esta ubicación  se ve refrendada por la aparición de varias téseras de hospitalidad y por el hecho de que en las excavaciones arqueológicas de sus necrópolis se observa, como recoge Luis Amela,  el tránsito de una sociedad culturalmente relacionada con los territorios de Turdetania entre los siglos IV y III a.C. a otra de clara referencia a la Meseta superior en los siglos II-I a.C. Las migraciones de celtíberos hacia territorios meridionales de las actuales Andalucía y Extremadura fueron documentadas ya en época romana por Plinio.

 Según García-Bellido, tanto por la variante epigráfica utilizada en las monedas como por los ajuares de las tumbas, estos nuevos pobladores procederían de territorio arévaco. Otros autores defienden que los mismos debían proceder de la anteriormente mencionada población de Ségeda. A favor de esta hipótesis encontramos la aludida identidad en los tipos monetarios utilizados.

 Igualmente, se han encontrado significativas concentraciones de moneda celtibérica en el cuadrante sudoccidental de la península, normalmente piezas de cobre, que como afirma Luis Amela parecen indicar que fueron traídas por emigrantes más que llegar por medio del comercio, e incluso se ha planteado que las últimas emisiones de la propia Sekaisa y de la ceca de Titiakos pudieron haber sido acuñadas en las propia Lusitania o en la Beturia céltica.

Las emisiones de Tamusia

 Como hemos comentado, la tipología de las primeras emisiones de ases remite a las realizadas en Celtiberia, en el área del valle del Jalón, reproduciendo en su anverso un busto de varón a derecha con delfines a ambos lados y en su reverso a un jinete lancero. Su sistema metrológico es inequívocamente celtibérico-berón, reducido a 6 onzas, 9,32 gr., con un diámetro de 23-24 mm. En cuanto a su datación, se habrían acuñado en la primera mitad del siglo I a.C., y como hemos visto algunos autores relacionan su labra con las Guerras Sertorianas.

 Como se ve en las imágenes reproducidas, el parecido con los ases batidos en la ceca de Sekaisa es claro. De esta emisión existen dos variantes, una con la leyenda en una sola línea y otra con leyenda partida en dos líneas.

Las emisiones posteriores, bilingües  ya con caracteres latinos, siguen el patrón ponderal de las cecas de la Ulterior. En su anverso se representa igualmente una cabeza de varón a derecha, con los caracteres en alfabeto ibérico TAM, mientras que en su reverso se reproduce un barco con remeros y la leyenda latina TAMUSIENS. Como en el caso de los anteriores, se ha relacionado su emisión por algunos estudiosos con otro importante conflicto bélico, otra Guerra Civil romana librada en Hispania entre César y Pompeyo.

Bibliografía utilizada

 AMELA VALVERDE, L. “Las emisiones de Tamusia y Tamusiense”, Gaceta Numismática, 189, Junio 2015, pp. 69-80.

BLÁZQUEZ CERRATO, C., “Sobre las cecas celtibéricas de Tamusia y Sekaisa y su relación con Extremadura”, AEspA, 68, 1995, pp. 243-258.

BURILLO MOZOTA, F., Los Celtíberos. Etnias y Estados, Ed. Crítica, 1998.

ESTARÁN TOLOSA, M.J., “La emisión bilingüe de Tamusia”, XIV Congreso Nacional de Numismática, Madrid, 2011, pp. 585-598

GONZÁLEZ CORDERO, A., y HERAS MORA, F.J., “El castro de Botija y sus minas. Una revisión historiográfica de la obra de Clemente Roswag”, IV Encuentro de Arqueología del Suroeste Peninsular, Huelva, 2009, pp. 881912.

LORRIO, A.J., “Los celtas en el occidente de Iberia”, en Gonzalo Ruiz Zapatero y Jesús Álvarez Sanchís (Eds.), Castros y Verracos,  Diputación de Ávila, 2011, pp. 45-100.

VILLARONGA, L., Corpus Nvmmvm Hispaniae ante Avgusti Aetatem, Ed. José Antonio Herrero, S.A., 1994.

viernes, 10 de diciembre de 2021

O ouro do Brasil, o Banco da Inglaterra e a reforma monetária e financeira britânica do século 18 / El oro de Brasil, el Banco de Inglaterra y la reforma monetaria y financiera británica del siglo XVIII

 Publicado en Revista Numismática Brasileira, Vol. XXV, nº2, 2021

https://www.academia.edu/63763133/O_ouro_do_Brasil_o_Banco_da_Inglaterra_e_a_reforma_monet%C3%A1ria_e_financeira_brit%C3%A2nica_do_s%C3%A9culo_18_El_oro_de_Brasil_el_Banco_de_Inglaterra_y_la_reforma_monetaria_y_financiera_brit%C3%A1nica_del_siglo_XVIII

Resumen.- El Banco de Inglaterra, fundado en 1694, tuvo como primera función la de acabar con el desbarajuste monetario de comienzos de la centuria. Para ello, contó con la capital ayuda del oro brasileño. Con la retirada del circulante anterior y la acuñación de buena moneda, así como con la emisión de billetes de banco reembolsables a la vista, se financió la Revolución Industrial y la expansión colonial británica. Asimismo, por la Proclamación de la Reina Ana se estableció el peso español como el patrón monetario de las colonias británicas, en un doble sistema monetario que sobrevivió hasta el siglo XX. Todo ello se produjo no sin algunas importantes crisis.

 Palabras clave: Oro brasileño, Banco de Inglaterra, Real de a ocho, Revolución Industrial.

 Resumo.- O Banco da Inglaterra, fundado em 1694, teve como primeira função acabar com a bagunça monetária do início do século. Para isso, a capital contou com a ajuda do ouro brasileiro. Com a retirada da moeda anterior e a cunhagem de boa moeda, bem como com a emissão de notas reembolsáveis à vista, a Revolução Industrial e a expansão colonial britânica foram financiadas. Da mesma forma, pela Proclamação da Rainha Anne, o peso espanhol foi estabelecido como o padrão monetário das colônias britânicas, em um sistema monetário duplo que sobreviveu até o século XX. Tudo isso ocorreu não sem grandes crises.

 Palavras chave: Ouro brasileiro, Banco da Inglaterra, Patacas, Revolução Industrial.

 Abstract- The Bank of England, founded in 1694, had as its first function to put an end to the monetary mess at the beginning of the century. To do this had the help of Brazilian gold. With the withdrawal of the previous currency and the minting of good currency, as well as with the issuance of refundable banknotes at sight, the Industrial Revolution and the British colonial expansion were financed. Likewise, by the Proclamation of Queen Anne, the Spanish dollar was established as the monetary standard of the British colonies, in a double monetary system that survived until the 20th century. All of this occurred not without some major crises.

Key words: Brazilian gold, Bank of England, Spanish dollar, Industrial Revolution.

 El descubrimiento de las ricas minas auríferas de Brasil a finales del siglo XVII supuso la recepción por Europa de una gran cantidad de este noble metal, que fue canalizado de facto por Inglaterra, por su relación con Portugal. Su llegada provocó una grave crisis financiera en Europa, especialmente en Inglaterra, la de la South Sea Company, y en Francia, la del sistema Law. Por el Tratado de Methuen de 1703, firmado durante la Guerra de Sucesión Española, se suprimieron los impuestos sobre las importaciones textiles inglesas en todos los territorios portugueses, se aseguró el suministro de vino portugués y se concedió a Inglaterra total libertad para el comercio con Brasil. La deficitaria balanza comercial portuguesa se saldó con el oro procedente de las minas de Brasil. La explotación sistemática de las minas brasileñas comenzó antes de 1708, y se nutrió de gran cantidad de inmigrantes portugueses y extranjeros, en un primer momento, y posteriormente de la trata negrera. Con su comercio, Inglaterra acuñó de 1694 a 1727 unos catorce millones de libras esterlinas.

A descoberta das ricas minas de ouro do Brasil no final do século XVII levou à recepção pela Europa de grande quantidade deste nobre metal, que foi de facto canalizado pela Inglaterra, devido à sua relação com Portugal. Sua chegada causou uma grave crise financeira na Europa, especialmente na Inglaterra, a da South Sea Company, e na França, a do sistema Law. Pelo Tratado de Methuen de 1703, assinado durante a Guerra da Sucessão Espanhola, os impostos sobre as importações de têxteis ingleses foram abolidos em todos os territórios portugueses, o fornecimento de vinho português foi assegurado e a Inglaterra obteve total liberdade de comércio com o Brasil. A balança comercial portuguesa foi liquidada com ouro das minas do Brasil. A exploração sistemática das minas brasileiras começou antes de 1708, e foi alimentada por um grande número de imigrantes portugueses e estrangeiros a princípio, e depois com o tráfico de escravos. De seu comércio, a Inglaterra cunhou de 1694 a 1727 cerca de quatorze milhões de libras esterlinas.

 Simultáneamente, y en un periodo de gran inestabilidad debido a los conflictos bélicos, por la Proclamación de la Reina Ana de 1704 se estableció que los reales de a ocho de cuño español se convirtiesen en la moneda de las colonias inglesas, y posteriormente británicas, con un valor de 54 peniques esterlinos. La producción argéntea se dobló entre los años 1700 y 1720, así como entre los años 1760 y 1780, e igualmente la del oro a mediados de la centuria. Los inconvenientes derivados de su transporte desde los centros productores en Sudamérica hacia Europa, agudizados durante los conflictos bélicos, hicieron que se generalizase el uso del papel moneda y de las letras de cambio.

 Simultaneamente, e num período de grande instabilidade devido aos conflitos bélicos, pela Proclamação da Rainha Anne de 1704 ficou estabelecido que os oito reais espanholes ou pesos passariam a ser a moeda das colônias inglesas, e posteriormente britânicas, com um valor de 54 pence esterlinas. A produção de prata dobrou entre 1700 e 1720, bem como entre 1760 e 1780, e também a de ouro em meados do século. Os inconvenientes decorrentes do seu transporte dos centros produtores da América do Sul para a Europa, exacerbados durante os conflitos de guerra, fizeram com que se generalizasse o uso do papel-moeda e das letras de câmbio.

 El Banco de Inglaterra se fundó en 1694, y su origen se debió a poner coto al desbarajuste monetario provocado por la actuación de los orfebres, que hacían las veces de compradores y vendedores de los metales preciosos, tanto en barra como amonedados. Recibían asimismo el excedente de moneda metálica de los comerciantes, y sus recibos de depósitos, aunque eran privados, circulaban a la manera de los billetes de banco con reembolso en metálico al portador. Estos orfebres especulaban con la moneda, vendiendo las mejores para su uso en el comercio internacional e introduciendo en la circulación interior las que, con un nominal equivalente, estaban en peor estado por su desgaste por el uso o por el cercén. En este último caso, no dudaban en cercenar ellos mismos la moneda. Cuando bajo la Restauración se comenzó a acuñar moneda a cordoncillo, fue práctica habitual fundirlas y convertirlas en lingotes.

O Banco da Inglaterra foi fundado em 1694, e sua origem se deu para conter a desorganização monetária provocada pelas ações dos ourives, que atuavam como compradores e vendedores de metais preciosos, tanto em barras quanto em moedas. Também recebiam dos mercadores o excedente de moeda metálica, e seus recibos de depósito, embora privados, circulavam na forma de cédulas com reembolso em dinheiro ao portador. Esses ourives especulavam com a moeda, vendendo as melhores para uso no comércio internacional e introduzindo na circulação interna aquelas que, com valor nominal equivalente, se encontravam em pior estado pelo desgaste pelo uso ou pela cerca. No último caso, eles próprios não hesitaram em cortar a moeda. Quando as moedas começaram a ser cunhadas durante a Restauração, era prática comum derretê-las e transformá-las em lingotes.

 El periodo bélico que atravesó Inglaterra entre los años 1689 y 1714 acabó con este sistema financiero, con la conjunción de las fuerzas de los poderes públicos y de los comerciantes londinenses, que acusaron a los orfebres de usura, del recorte de la moneda y de especulación. A solicitud del monarca, los comerciantes le prestaron 1.200.00 libras esterlinas, el capital social de una sociedad por acciones de nueva creación. Esta Compañía emitió billetes por un nominal igual a esta cantidad, aunque sin curso forzoso, si bien circularon y sirvieron como medio de pago. También se encontraban entre sus funciones las de realizar adelantos a los particulares y el descuento de efectos. Nuevos préstamos al monarca hicieron que la circulación de papel moneda se agrandase. En unos pocos meses, la circulación de estos billetes y la coincidencia con una grave crisis alimentaria y un importante aumento de los precios hizo que se perdiese la confianza de los ingleses en la moneda circulante.

O período de guerra que a Inglaterra atravessou entre 1689 e 1714 acabou com esse sistema financeiro, com a conjunção das forças dos poderes públicos e dos mercadores londrinos, que acusaram os ourives de usura, cortando a moeda e a especulação. A pedido do monarca, os mercadores emprestaram-lhe £ 1.200,00, o capital social de uma sociedade por ações recentemente criada. Esta Sociedade emitiu notas de valor nominal igual a este valor, embora sem moeda obrigatória, embora circulassem e servissem como meio de pagamento. Suas funções também incluíam fazer adiantamentos a pessoas físicas e descontar contas. Novos empréstimos ao monarca aumentaram a circulação do papel-moeda. Em poucos meses, a circulação dessas notas e a coincidência com uma grave crise alimentar e um aumento significativo dos preços fizeram com que os britânicos perdessem a confiança na moeda em circulação.

 Para la sustitución de la moneda circulante se desató una controversia en la sociedad inglesa, en la que participaron importantes filósofos y pensadores como John Locke o David Hume,  y el no menos importante científico Isaac Newton. Entre las posibles soluciones eran o bien retirar la moneda de menos ley para refundirla y devolverla volverla a la circulación, devaluar la moneda de cuenta y su contenido en fino, o mantener el mismo y dejar en la circulación sólo la buena moneda. Finalmente se impuso el parecer de Locke, que consideraba a la moneda solamente como una mercancía más, y el Estado inglés retiró de la circulación el circulante anterior y sólo sacó nuevamente a la circulación moneda de buen peso. En un informe al Parlamento de 21 de septiembre de 1717, Newton afirmaba que entre 1699 y ese año se habían batido 674.831 libras en moneda, de las que 320.372 libras y 12 chelines procedían de antiguas monedas escocesas de plata o de monedas extranjeras circulantes en ese reino. Por esta operación perdió 2.700.000 libras, que recuperó cobrando impuestos en este nuevo circulante y con emisiones de papel moneda del Banco de Inglaterra.

Para a substituição da moeda em circulação, desencadeou-se uma polêmica na sociedade inglesa, da qual participaram importantes filósofos e pensadores como John Locke ou David Hume, e o não menos importante cientista Isaac Newton. Entre as soluções possíveis estavam ou retirar a moeda de menos lei para reformulá-la e devolvê-la à circulação, desvalorizar a moeda de conta e seu conteúdo refinado, ou mantê-la e deixar apenas a moeda boa em circulação. Por fim, prevaleceu a opinião de Locke, que considerava a moeda apenas uma mercadoria a mais, e o Estado inglês retirou de circulação a moeda em circulação anterior e só colocou em circulação a moeda em peso em bom estado. Em um relatório ao Parlamento de 21 de setembro de 1717, Newton afirmou que entre 1699 e aquele ano 674.831 libras haviam sido cunhadas em moeda, das quais 320.372 libras e 12 xelins vieram de antigas moedas de prata escocesas ou moedas estrangeiras que circulavam lá. Para esta operação o Estado perdeu 2.700.000 libras, que recuperou com a cobrança de impostos sobre essa nova moeda e com a emissão de papel-moeda do Banco da Inglaterra.

 Los intereses monetarios que surgieron con esta revolución financiera evolucionaron a lo largo de la centuria a una alianza entre la City, los inversores del sur y los intereses que iban a tener un papel capital en la expansión ultramarina británica hasta el siglo XX. El Banco facilitó capitales para financiar costosas guerras que mantuvieron e incrementaron los mercados coloniales, mantuvo la economía de las mismas y obtuvo por ello ingresos monopolísticos. Tras la promulgación en 1720 de la llamada Bubble Act, se produjo una oleada de pánico bursátil, que supuso que las acciones bajasen y los pequeños ahorradores sufriesen cuantiosas pérdidas. En 1721, por la acción combinada del Banco de Inglaterra y de la Compañía de las Indias Orientales, se consiguió reconducir la situación, inaugurando una época de equilibrio monetario, con la acuñación de moneda de oro para subvenir las exportaciones, que duró hasta los grandes conflictos de finales del siglo.

Os interesses monetários que surgiram com essa revolução financeira evoluíram ao longo do século para uma aliança entre a City, os investidores do sul e os interesses que desempenhariam um papel importante na expansão ultramarina britânica até o século XX. O Banco forneceu capital para financiar guerras caras que mantiveram e aumentaram os mercados coloniais, mantiveram sua economia e obtiveram renda monopolística como resultado. Após a promulgação em 1720 da chamada Bubble Act, houve uma onda de pânico no mercado de ações, o que significou que as ações caíram e os pequenos poupadores sofreram grandes perdas. Em 1721, pela ação conjunta do Banco da Inglaterra e da Companhia das Índias Orientais, foi possível redirecionar a situação, inaugurando uma era de equilíbrio monetário, com a cunhagem de moedas de ouro para subsidiar as exportações, que perdurou até os grandes conflitos do final do século.

 En 1722 se estableció en el Banco de Inglaterra un fondo de reserva para garantizar s solvencia, y en tres ocasiones, en los años 1742, 1764 y 1781 renovó su privilegio mediante el adelanto de fondos sin interés al Tesoro inglés. Tuvo asimismo el monopolio de emisión de billetes de banco reembolsables a la vista, como títulos de crédito que tuvieron aceptación generalizada entre los comerciantes. A finales del siglo, el Banco de Inglaterra tenía el monopolio de descontar los pagarés y las letras de cambio que vencían antes de seis meses, el comercio de las materias de oro y plata y la venta de los efectos que le estaban hipotecados en los tres meses después del cumplimiento de su plazo. Cuando el Estado necesitaba dinero, daba al banco vales de cien libras cada uno, que devengaban dos dineros de interés al día o 3 libras 10 sueldos al año. Si el Estado disponía su circulación, el banco proponía suscripciones, cediendo a los suscriptores una parte de dicho interés. El banco ponía en circulación asimismo vales propios pagaderos al portador y a la vista, habiendo gran cantidad de ellos en circulación por la confianza que se tenía en ellos.

Em 1722, um fundo de reserva foi estabelecido no Banco da Inglaterra para garantir sua solvência e, em três ocasiões, nos anos de 1742, 1764 e 1781, renovou seu privilégio adiantando fundos sem juros ao Tesouro inglês. Também detinha o monopólio da emissão de notas bancárias reembolsáveis ​​à vista, como instrumentos de crédito amplamente aceitos pelos comerciantes. No final do século, o Banco da Inglaterra detinha o monopólio de descontar as notas promissórias e letras de câmbio com vencimento em seis meses, o comércio de materiais de ouro e prata e a venda das notas hipotecadas a ele no três meses após o término de seu prazo. Quando o estado precisava de dinheiro, dava aos comprovantes bancários de cem libras cada. Que ganhavam dois pence a juros por dia ou 3 libras e 10 xelins por ano. Se o Estado ordenasse a sua circulação, o banco propunha as subscrições, atribuindo uma parte dos referidos juros aos subscritores. O banco também pôs em circulação os seus próprios vouchers a pagar ao portador e à vista, estando em grande número em circulação devido à confiança que neles depositava.

 Referências:

ALONSO ORTÍZ, J., Ensayo Económico sobre el sistema de la moneda-papel: y sobre el crédito público, Madrid, 1796.

CAIN, P.J. y HOPKINS, A.G., “The political economy of British expansion overseas, 1750-1914”, The Economic History Review, 2nd series, Vol. XXXIII, no. 4, November 1980, pp. 463-490.

GARCÍA FERNÁNDEZ, Mª. N, Comerciando con el enemigo: El tráfico mercantil anglo-español en el siglo XVIII (1700-1765), Biblioteca de Historia, CSIC, Madrid, 2006.

HENFREY, H.W., A guide to the study and arrangement of English Coins, Londres, 1870.

SANTOS, R.E., “Mercantilismo y despegue económico en Brasil (1750-1800”, Crónica Numismática, abril 2000, pp. 46-50.

SEALY, H.N., A Treatise on Coins, Currency, and Banking, Londres, 1858.

SMITH, A., Investigacion de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, T.II, Valladolid, 1794.

VILAR, P., Oro y Moneda en la Historia (1450-1920), Barcelona, 3ª ed., 1974.

domingo, 5 de diciembre de 2021

La situación de la Casa de Moneda de Madrid en agosto de 1808, según un expediente del Archivo Histórico Nacional

 Publicado en Revista Numismática Hécate, nº8, 2021, pp. 211-223.


Resumen: Durante el breve espacio de tiempo que medió tras la evacuación de Madrid por las tropas napoleónicas, después de la batalla de Bailén el día 1 de agosto de 1808 hasta la toma de la ciudad por el propio Emperador el 4 de diciembre del mismo año, la Casa de Moneda de Madrid siguió operando y acuñando moneda, e incluso se procedió a la fundición y reacuñación de toda la moneda de oro de cuño francés que existía en la misma, a pesar de la escasez de sus fondos. Documento numismático de gran importancia, este expediente incluye una relación de todos los fondos obrantes en la Real Casa de la Moneda pocos días antes de la emisión en oro y plata de las Medallas de Proclamación de Fernando VII en Madrid, únicos documentos monetarios que han llegado a nuestros días de este monarca, ceca y año.

PALABRAS CLAVE: Casa de Moneda de Madrid, Medalla de Proclamación, acuñación de moneda, Fernando VII, Guerra de la Independencia

Abstract: During the brief period of time that mediated after the evacuation of Madrid by the Napoleonic troops after the battle of Bailen on August 1, 1808 until the taking of the city by the Emperor himself on December 4 of the same year, the Mint of Madrid continued to operate and minted currency, and even proceeded to smelting and re-minting all the gold coin of French mintage that existed in it, despite the scarcity of its funds. A numismatic document of great importance, this file includes a list of all the holdings in the Royal Mint a few days before the issuance in gold and silver of the Proclamation Medals of Fernando VII in Madrid, the only monetary documents that have arrived to our days of this monarch, mint and year.

KEYWORDS: Mint of Madrid, Proclamation Medal, minting, Ferdinand VII, Peninsular War 

jueves, 2 de diciembre de 2021

La relación de la numismática con las demás ciencias

 Publicado en El Tinto Numismático, Vol. I, nº4, 2021

https://es.calameo.com/read/006563556b02015729409

La moneda, como representación máxima de la soberanía de un Estado y medida de valor de todas las actividades humanas, ha cumplido en la Historia y sigue cumpliendo multitud de funciones interrelacionadas. Cada una de ellas, cada ejemplar, es un documento vivo de la Historia, pasada y presente, un ente histórico exclusivo que debe analizarse desde muy distintos aspectos y cuyo estudio abarca objetivos muy variados.

 Entre las funciones de cada una de ellas encontramos las que se fijaron en cada momento concreto para su fabricación, diseño y emisión. Entre otras muchas,  las motivaciones religiosas, sociales, políticas, culturales o económicas. A ellas hemos de sumar las que en la Historia del Arte se conocen como de degustación, de mero goce y disfrute y de apreciación individual de sus cualidades y belleza, funciones que transcienden aquellas para la que cada moneda concreta fue creada y que están en la base del coleccionismo numismático.

 El hombre ha utilizado siempre objetos para medir su capacidad económica y como medio de intercambio para cubrir sus necesidades. Incluso estos medios alternativos de pago, los conocidos como objetos premonetales, moneda mercancía o, como en el caso de la América española durante siglos e incluso después de las independencias conocidos como monedas de la tierra o pesos huecos, que en muchas partes del mundo siguen aún vigentes, son objeto de estudio de la ciencia numismática.  

 Las emisiones de los templos del Creciente Fértil de los primeros siclos certificaban el peso de los lingotes de plata, y con su emisión en pequeñas fracciones, todas iguales, se consiguió que la plata, como medio de intercambio, pudiese ser utilizada en pequeñas cantidades por cualquier persona. La primera moneda como tal apareció hace ya veintiocho siglos en el reino de Lidia, en la actual Turquía, y estaba compuesta de una aleación natural de oro y plata, conocida como electrum. Ya en ella aparecen las funciones antes descritas, dado que en su anverso lleva la representación de un león, el símbolo de la autoridad real.  A partir de este momento se generalizó su uso.

 La búsqueda de los metales preciosos necesarios para las emisiones fue el origen de prospecciones y explotaciones mineras, que desarrollaron extraordinariamente las ciencias y artes relativas a dichas actividades extractivas y de transformación, con lo que ello suponía de desarrollo de los conocimientos de la alquimia y las posteriores ciencias físicas y químicas. Para este laboreo de las minas se tuvo que desarrollar un complejo sistema de población, abastecimiento, beneficio del mineral y posterior transporte, distribución y circulación, así como de un derecho que regulase todas estas actividades. El carácter privativo del derecho de emisión, el ius monetae, ha sido una constante en la Historia. 

 El comercio a corta y larga distancia tuvo asimismo un enorme desarrollo, así como los viajes y el conocimiento geográfico, dado que la generalización del uso de la moneda y la monetización de las economías necesitaban de los mismos para el suministro de los metales preciosos. La posesión de los placeres y minas estuvo también en el origen de numerosas guerras y conflictos, y en la formación de las grandes unidades territoriales e imperios, desde la Antigüedad hasta el presente. Y, por supuesto, la utilización de una amplia masa de trabajadores, ya fuesen voluntarios, forzados o esclavizados.

 La moneda, como representación del poder soberano que la emite, fue desde su creación la imagen fiel de la autoridad que la acuñaba, el signo de su poder y el medio más eficaz de hacer llegar al mundo conocido, y no solamente a sus propios súbditos, los atributos de su grandeza. Desde su creación, algunas emisiones sirvieron como auténtica divisa internacional y como medio de tesaurización, mientras que la moneda menuda, como los óbolos bíblicos o la moneda de vellón o cobre en la Europa feudal y en la Edad Moderna, la conocida como moneda negra, sirvió como medio de pago de las clases populares.

 Las funciones religiosas fueron en las primeras emisiones claramente dominantes, así como la representación de los símbolos de la ciudad o el ente político que las emitían. Con el paso del tiempo, como sucedió entre los monarcas persas, Alejandro Magno y los subsiguientes monarcas de las distintas dinastías helenísticas, el retrato del soberano se deificó con su estampación en la moneda. En este proceso se produjo igualmente un enorme desarrollo de las artes, dado que notables artistas, anónimos o por ellas conocidos, comenzaron a diseñar los cuños de las monedas, produciendo series de indudable belleza artística con representaciones de personas, edificios y paisajes.

 La moneda de los siempre pragmáticos romanos muestra claramente los signos definitorios de su imperio circunmediterráneo. Desde los primeros as rude, trozos de bronce, a sus preciosas emisiones imperiales, muestran el tránsito de una pequeña república que luchaba por su supervivencia a un enorme y magno imperio, una transformación para la que la dolorosa y larga conquista de Hispania, la fuente de su riqueza minera, tuvo un papel de primer orden. Sus monedas son fiel reflejo de su concepción del mundo plasmado en un arte urbano, oficial, integrador y propagandístico de las grandezas de Roma. En esta época también destaca otro uso de la moneda, como medalla, en la que se aúnan las funciones de la moneda propiamente dicha con las puramente estéticas, artísticas y conmemorativas de hechos dignos de ser recordados.

 El Bajo Imperio romano y sus representaciones numismáticas tendrán una larga herencia en los siglos medievales de Occidente, en las emisiones bizantinas y en gran medida en la cultura más brillante de estos siglos, la musulmana. Su sistema monetario, basado en la libra, el sueldo y el dinero, tendrá una larga vigencia, que llega hasta la actualidad como, por ejemplo, en el sistema británico. La moneda musulmana, en la que nuevamente primarán los motivos religiosos, heredará en estos siglos el papel de divisa internacional, mientras que en los reinos cristianos su uso, tan extendido en el Imperio Romano, se limitará, e incluso muchos territorios tendrán una economía prácticamente desmonetizada.

 En la Baja Edad Media las monedas de oro de las repúblicas italianas, dependientes del comercio del oro con el Islam, adquirirán el papel de medio internacional de pago. En ellas son palpables muchas de las funciones que la moneda ha tenido a lo largo de la historia y que hemos venido enumerando, a lo que hay que añadir que la moneda, e igualmente la medalla, se convirtieron en la época del Renacimiento en un vehículo propagador, más que otras manifestaciones artísticas por su obvio carácter de circulante y su enorme producción en proporción a otras obras artísticas, de una nueva concepción del arte.

 El comienzo de la Edad Moderna coincide con el descubrimiento de nuevas minas de plata en Europa y la aparición de las macromonedas, los táleros o dólares, piastras y testones, que protagonizaron la circulación monetaria europea en esta Era. Esta novedad se convirtió en una auténtica revolución con el descubrimiento de las ricas minas de plata en los Reinos de las Indias españolas y con la masiva emisión de moneda que hizo posible la primera globalización monetaria, y por ende comercial, de la historia de la Humanidad.

 Mientras que en Europa se mantuvieron las funciones políticas e incluso artísticas en la labra de sus emisiones, en las cecas del Nuevo Continente primaron la producción y las funciones puramente económicas. Así, una moneda fea y mal acuñada, conocida actualmente como macuquina, se convirtió en el objeto de deseo de todos los habitantes del planeta, que eran conscientes del valor de ese pedazo de metal en ocasiones informe, por su valor constante en su ley y peso. Los reales de a ocho, pesos o duros fueron comunes en los rincones más apartados del planeta.

 Este río alimentó durante tres siglos el comercio, la economía y la vida cotidiana del hombre, en la verdadera primera globalización. Permitió la monetización de las economías, dio seguridad a las transacciones comerciales a enormes distancias y favoreció directamente el conocimiento del orbe en esta Era de los Descubrimientos. Nuevamente dio impulso a las ciencias relacionadas con la producción, el tratamiento del mineral, la necesaria industria mecánica para la transformación y amonedación del metal y la industria náutica para su transporte. Nuevamente son visibles en la moneda los nuevos gustos artísticos.

 El final de esta Era de la Plata coincide con las perturbaciones producidas en la llamada Era de las Revoluciones. Los viejos imperios y entes supranacionales, como la Monarquía española, el Imperio Turco, el Imperio Mongol de la India y el Imperio Chino desaparecen o declinan, entrando en escena nuevas potencias que inauguran un nuevo colonialismo y el dominio europeo del mundo. El colapso de la plata de cuño español verá el nacimiento de una nueva función en la moneda, la de medida de valor de carácter fiduciario, y de una nueva representación de su valor. A la Era de la moneda metálica le sustituirá la Era del billete, adicionando a la numismática la notafilia.

 Aun así,  y dado que coincidió con el nacimiento y la extensión del nacionalismo y el liberalismo, la moneda física, en ocasiones ya no acuñada en metales nobles, siguió teniendo una capital importancia propagandística y política, en un contexto de nacimiento de nuevos estados nacionales. La sempiterna figura del monarca fue sustituida en muchas ocasiones por alegorías de los valores proclamados, y en numerosas ocasiones por los bustos de aquellas personas consideradas héroes de estas independencias nacionales. Con ello la moneda recuperó una nueva función, la conmemorativa, que ha llegado hasta nuestros días y que posiblemente, ante el avance de los pagos telemáticos y la drástica reducción del uso de moneda física, sea la preponderante en un futuro cercano, aunque no podemos dejar de mencionar el papel de los bullion o monedas de inversión.

 La numismática y su relación con otras Ciencias Sociales

 La numismática, como ciencia independiente, cubre como hemos visto un amplio espectro multidiplinar. Asimismo, tiene un papel capital como ciencia auxiliar en otras ramas del saber humano, y muy especialmente para otras Ciencias Sociales de la que es hermana, en el sentido de que cada moneda, documento vivo, sirve para esclarecer puntos desconocidos u oscuros de otras materias, habiendo sido en numerosas ocasiones dicha aportación trascendental para la consecución de los resultados obtenidos.

 Posiblemente una de las ciencias que más se beneficia de los conocimientos que aporta la Numismática es la Cronología. Los datos reflejados en las monedas han permitido fijar o variar las fechas de los reinados de numerosos monarcas, y fechar los de otros, como en el caso de los musulmanes Reinos de Taifas andalusíes. Muy importante es asimismo su papel esclarecedor en otras ciencias afines, como la Paleografía y la Epigrafía, dado que las leyendas contenidas en las emisiones monetarias han servido y sirven para situar cronológicamente por los tipos de letra y los alfabetos utilizados otros documentos motivo de estudio.

 En el caso de la Historia, estas aportaciones han posibilitado, por ejemplo, la recuperación e incluso en ocasiones la comprensión de alfabetos perdidos, como es el caso de las monedas prerromanas y de los alfabetos y lenguas ibéricas, celtibéricas o fenicias. Sirven asimismo para conocer la vestimenta y los tipos de armas utilizados. Igualmente, en muchas ocasiones son los únicos documentos que atestiguan la existencia y el nombre de reyes o gobernantes desconocidos, como sucede con algunos monarcas visigodos o con algunos de los gobernantes del Emirato andalusí de Creta.

 En cuanto a la Geografía, no cabe la menor duda de que la moneda sirve para corroborar la existencia de determinados grupos humanos en un momento y lugar concretos, ofreciendo evidencias de muchos datos que sin las fuentes numismáticas serían desconocidos, como el nombre de tribus y ciudades anteriormente indocumentadas. De gran importancia es la explicación que la circulación monetaria nos ofrece sobre las principales vías de comunicación, el origen y el destino de las emisiones monetarias y la historia del comercio y de la industria.

 En su relación con la Economía, la moneda es una fuente de primer orden para el estudio de su historia. Como afirmaba Octavio Gil Farrés, todo cambio brusco en el monetario de un territorio obedece a un trastorno económico, sirviendo la numismática para detectarlo incluso en casos en que los mismos no fueron reflejados ni por la Historia ni por la Economía.  El estudio de las producciones de las cecas nos muestra la preeminencia de determinadas ciudades en los sistemas económicos del pasado. Asimismo, las medidas de política monetaria tomadas en tiempos pasados y sus consecuencias son una importante fuente de conocimiento para no incurrir en errores semejantes. 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Los patacones de 960 reis sobre los reales de a ocho españoles

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, Diciembre 2021

Entre los años 1808 y 1827 se procedió en Brasil a una masiva reacuñación de las monedas de plata en circulación, pesos o duros de cuño español, tanto acuñados en América como en las distintas cecas peninsulares, en un volumen cercano a las 22 millones de piezas. Estas monedas, conocidas como patacón o 960 reis, son actualmente consideradas la joya de la numismática brasileña, siendo su coleccionismo muy popular entre los numismáticos de este país.

 Los motivos de esta ingente reacuñación fueron diversos. Por un lado, se afirma que la primera de ellas, la realizada en 1808, se llevó a cabo para sufragar los gastos de la Corte que, acompañando al regente don Juan y a su mujer, la infanta española Carlota Joaquina de Borbón, llegó a Bahía el 2 de enero de 1808, huyendo de la invasión napoleónica de la Península Ibérica. En 1815, acabadas las guerras napoleónicas, don Juan creó el Reino Unido de Portugal, Brasil y los Algarves, manteniéndose como Príncipe Regente hasta la muerte de su madre el 20 de marzo de 1816.

 Las historias de Portugal y Brasil corren parejas con las de España y sus Reinos de las Indias durante el siglo XIX. Así, en 1820, y como réplica del alzamiento de Riego en España, estalla igualmente una revolución liberal en Oporto que reclama al rey Juan VI, que tiene que aceptar la Constitución, como le sucedió a su cuñado Fernando VII. El 7 de marzo de 1821 anunció su vuelta a Portugal, nombrando el 22 de abril Regente de Brasil a su hijo don Pedro.

 Como sucedió igualmente en España, donde las Cortes no reconocieron las propuestas de independencia de sus dos principales virreinatos, Nueva España y Perú, sobre la base del mantenimiento del régimen monárquico en la figura de Fernando VII o algún miembro de su familia, las Cortes de Lisboa ordenaron a don Pedro su vuelta a Portugal, a lo que se negó. Convertido en Pedro I, fue coronado como Emperador Constitucional y Defensor Perpetuo de Brasil el 1 de diciembre de 1822.

 La vida de este joven imperio no estuvo exenta de las mismas convulsiones sociales, económicas y políticas que sacudieron a las nuevas repúblicas hispanoamericanas surgidas de la implosión de la Monarquía española en estas mismas fechas. Durante la Guerra Civil que sacudió Portugal, de nuevo coincidente con el conflicto de la Primera Guerra Carlista en España, Pedro I abdicó de su título en su hijo, Pedro II, y se trasladó a Europa, muriendo en 1834 como regente de su hija María II, una niña de 14 años. Nuevamente es observable el paralelismo entre ambos países ibéricos, tanto en el régimen liberal que adoptaron como en el hecho de que la nueva monarca española era la también niña Isabel II.

 Junto a esta inestabilidad política, no podemos obviar también la gran conmoción que supusieron los procesos independentistas en el flujo monetario no solo de ambas monarquías, sino a nivel mundial. Con Portugal y prácticamente toda la España peninsular ocupadas por los ejércitos napoleónicos, se produjeron las sublevaciones de Miguel Hidalgo en Nueva España y en el Virreinato del Río de la Plata, en nombre de Fernando VII, contra la Junta de Regencia.

 La primera de ellas se desarrolló en las principales áreas mineras del virreinato, con la consiguiente destrucción y saqueo de sus principales Reales de Minas. En cuanto a la autonombrada Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII, el 25 de noviembre de 1810 ocupó Potosí, llevándose Juan Martín de Pueyrredón en su retirada el 20 de julio de 1811 toda la plata amonedada y sin acuñar de la ceca y de los particulares, produciéndose nuevos saqueos tras las ocupaciones del ejército de Manuel Belgrano en 1813 y del de José Rondeau en 1815.

 Todo ello supuso la ruina de los dos principales centros productores de plata a nivel mundial, lo que hundió no solamente las bases económicas de la Monarquía española, sino todo el comercio internacional de este metal y el flujo de la moneda de cuño español, la divisa mundialmente aceptada durante tres siglos. Ello explica, más que otras posibles razones fiscales o recaudatorias, que las autoridades brasileñas, que nunca habían tenido problemas de circulante argénteo por ser los pesos españoles su circulante más extendido y natural, optasen por realizar estos resellos, que no invalidaban el valor universalmente reconocido a esta moneda, para dotarse de un circulante nacional y evitar con ello igualmente su salida del territorio.

 El primer resello de 1808

 El valor de la moneda de ocho reales de cuño español circulante cuando comenzó esta convulsa época estaba fijado en su valor intrínseco, entre 750 y 800 reis. En fecha 1 de septiembre de 1808 se autorizó el aumento del valor de los mismos a 960 reis, procediéndose a su resellado en un primer momento en las casas de fundición del estado de Minas Gerais, y posteriormente en las cecas de Bahía y Río de Janeiro. Esta nueva pieza de 960 reis fue conocida como patacaô, con un valor de tres patacas.

 El resello se realizó sobre ambas caras de la moneda española utilizada como cospel, mediante un punzón circular que tenía como motivo en el anverso el escudo coronado de Portugal  con el nuevo valor, 960, debajo, y en su reverso una esfera armilar, representación del mundo descubierto por los navegantes portugueses durante los siglos XV y XVI y motivo heráldico introducido por el citado Juan VI como símbolo del Reino de Brasil. A diferencia del segundo resello que luego veremos, dejaba ver perfectamente los motivos originales de la moneda utilizada como cospel.

 Como recoge Prober, la mayor parte de estos resellos se llevaron a cabo sobre pesos de Carlos IV, si bien se conservan ejemplares acuñados durante los reinados de Carlos III, tanto de busto como columnarios de mundos y mares, de Fernando VII e incluso sobre las primeras emisiones potosinas de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

 El nuevo resello

 Por Alvalá de 20 de noviembre de 1809 se ordenó acuñar moneda con valor facial de 960 reis en las cecas de Río de Janeiro y Bahía, y por Provisión de 4 de abril del año siguiente se ordenó batir esta moneda sobre los pesos castellanos utilizando los tipos de las emisiones provinciales  de 640 reis, sobre el ensayo de 1809 del grabador inglés Pidgeon. La misma sigue los motivos utilizados en las monedas de plata brasileñas del siglo XVIII. Estas reacuñaciones no se aplicaron a los cantos, por lo que las monedas conservan los suyos originales, y en las mismas son visibles en mayor o menor medida los motivos originales de la moneda sobre la que fue acuñada.

 En su anverso aparece el escudo de las quinas de Portugal coronado, con la fecha dividida en dos dígitos a ambos lados de la corona, el valor 960 en la parte izquierda entre dos puntos y tres florones en la derecha, y la leyenda  circular JOANNES D G PORT REGENS ET BRAS D. Los motivos del reverso utilizados fueron la esfera armilar antes citada con la marca de ceca en su centro, sobre la Cruz de la Orden de Cristo, y la leyenda SUBQ SIGN NATA STAT. 

 Posteriormente y tras la unión de los reinos antes citada,  entre 1818 y 1821 el motivo del anverso se cambió por una guirnalda coronada, con en su interior el valor facial, 960, el año de emisión y la inicial de la ceca, y la leyenda JOANNES VI D G PORT BRAS ET ALG REX. En el reverso de esta variante aparece el escudo de las quinas sobre la esfera armilar. El último de los cuños utilizados, desde 1822 a 1831, lleva en su anverso una orla de flores con el valor 960 rodeado de 8 florones y la leyenda PETRUS I D G CONST IMP ET PERP BRAS DEF, y en su reverso un escudo con la esfera rodeada de un círculo de estrellas coronado, rodeado de una guirnalda y la con la leyenda IN HOC SIGNO VINCES.

 Aunque se conservan algunas piezas batidas sobre cospeles nuevos, la inmensa mayoría de estas monedas se acuñaron sobre piezas de ocho reales de cuño español de las cecas ultramarinas, y en menor medida sobre moneda acuñada en las cecas españolas de valor de ocho reales de plata nacional, veinte reales de vellón, duros y cinco pesetas o treinta sous, así como sobre moneda acuñada por las nuevas repúblicas hispanoamericanas. Aunque de manera simbólica, se conservan igualmente ejemplares de oros países del mismo formato que el peso, dólar o tálero, y si bien entre 1832 y 1834 se batieron 960 reis sobre cospeles nuevos en Río de Janeiro, la emisión se redujo a 3.193 ejemplares.

 En su estudio monográfico de una colección de esta bella moneda, Tomás Vallaure se pregunta cuántas piezas sobreviven, una pregunta de imposible respuesta, suponiendo que serán relativamente pocas en relación con el total de ellas reacuñadas. Además de en Brasil, circularon en Portugal, en las Azores y en otros territorios, encontrándose en las subastas y ofertas numismáticas algunos ejemplos nuevamente resellados. Pero, como por desgracia sucede demasiado a menudo con los resellos, hay que tener mucho cuidado con las falsificaciones.

 Para saber más:

 AMATO, C., “O Patacâo”, Sociedade Numismática Brasileira, Boletin nº 51, 2003.

LEVY, D.A., “Os Recunhos das Moedas de 960 réis”, Sociedade Numismática Brasileira, Boletin nº 54, 2003.

PROBER, K. , Catálogo das Moedas Brasileiras, Rio de Janeiro, Brasil, 1960.

VALLAURE ACHA, T., “El duro hispano-brasileño de 960 reis sobre 8 reales. Estudio de una colección”, Gaceta Numismática nº 200, diciembre 2020, pp. 63-105.