Publicado en Panorama Numismático, 13 de octubre de 2016
http://www.panoramanumismatico.com/articulos/la_guerra_de_sucesion_espanola_iii_la_victoria_de_fe_id02515.html
FRANCISCO OLMOS J.M. de, “Propaganda política en la moneda de los Borbones”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007
GARCIA CAVALLERO, J. Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas à las que corren en estos Reynos de Castilla, Madrid, Viuda de Francisco del Hierro, 1731.
GARCÍA GUERRA, E. “Moneda en España en los siglos XVI-XVIII”, en Historia de España XIV, Historia Moderna, La economía en la España Moderna, Madrid, Istmo, 2006, pp. 201-240.
HEISS, A., Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes, Madrid, R. N. Milagro, 1865, Vol. I.
MAGRO ZURITA, S. Indice de las proposiciones de las Leyes de la Recopilacion, con remission a los DD. que las tocan, Avtos Acordados, y Pragmaticas, hasta el Año de mil setecientos y veinte y quatro, Alcalá, Imprenta de Joseph Espartola, 1726.
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PÉREZ Y LÓPEZ, A. X., Teatro de la Legislación Universal de España e Indias, por órden cronológico de sus cuerpos, y decisiones no recopiladas, y alfabeto de sus títulos y principales materias, T. VI, Madrid, 1793.
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SANTIAGO FERNÁNDEZ, J de, Política monetaria en Castilla durante el siglo XVII, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “Legislación y reforma monetaria en la España Borbónica”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 403-436.
TABOADA Y ULLOA, J.A., Antorcha Luciente: que con su claridad alumbra, para registrar el mas breve modo de reducir à reales de vellon doblones, y pesos efectivos de à diez reales de plata provincial. Los quartos de las faltas que tengan dichas monedas. Pesos de à ocho reales de plata provincial. Explicacion de toda la de esta classe. Instruccion para cobrar Vales, y Letras de dentro, y fuera del Reyno. Reduccion de plata nueva, ò corriente. Lo que se ha de observar en la moneda de calderilla, y ochavos, si se han de recibir por peso con muchas cuentas breves, y provechosas, en seis tratados, Madrid, 1729.
VILAPLANA PERSIVA, M., Historia del Real de a Ocho, Universidad de Murcia, 1997.
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A partir de
1706, las tropas borbónicas tomaron la iniciativa, tomando los distintos
territorios de la Corona de Aragón. Entre las medidas uniformadoras tomadas,
una de las más importantes y la más destacada en nuestro estudio fue la pérdida
de su capacidad emisora y la extensión de la moneda de cuño castellano en todos
los territorios de la Corona.
Durante el conflicto bélico el
volumen de numerario argénteo franco que entró en la circulación monetaria fue
muy importante. La entrada de moneda francesa hizo que el 5 de julio de 1706,
estando la capital tomada por las tropas austracistas, se estableciera que el
luís de oro, utilizado para el pago de las soldadas de las tropas francesas que
luchaban en territorio hispánico a favor de Felipe, se asimilara al doblón de
oro, y la corona francesa al real de a ocho, por ser casi iguales en peso y
ley. La idea de esta medida era controlar los cambios y evitar los fraudes y
falsificaciones por la entrada de estas especies monetarias foráneas.
Esta medida favoreció la entrada de
reales cortos en plata, con ley de 11 dineros y talla de 76 piezas el marco,
que se valoraban en 32 cuartos, por lo que se les denominó pesetas, fabricados
fraudulentamente en Bayona. Esta práctica se intentó evitar por el Consejo de
Castilla en mayo de 1709, dado que tenían una ley de 83,33%, mientras que la
moneda española tenía un 93,60%. Los abusos y la saca de numerario castellano
de calidad hicieron que por la Real Provisión de 10 de mayo de 1709 se
prohibiese la entrada de esas pesetas y de cualquier otra moneda, excluyendo
los luises de oro y los pesos y medios pesos llamados en Francia libras
blancas, reduciendo asimismo a su valor intrínseco el numerario ya circulante,
y prohibiendo la exportación de oro y plata en moneda, barras o vajilla. El 16
del mismo mes se ordenó la reducción de la moneda de Francia de a dos reales a
25 cuartos, y los reales sencillos a 12 ½ cuartos de vellón, recibiéndose en
pago de lo debido a la Real Hacienda hasta el fin del mes de abril por el valor
que había tenido y despachándose copia con todo secreto a las Justicias para la
ejecución de esta Provisión y la anterior.
Retomando las vicisitudes bélicas,
el ejército aliado se retiró, permitiendo que el 4 de octubre Felipe V volviese
a entrar nuevamente en Madrid. Ese mismo mes sus tropas entraron en el Reino de
Valencia y tomaron Elche y Elda, con lo que ese invierno Felipe V dominó
nuevamente Murcia y el sur valenciano. Los aliados adoptaron una actitud
defensiva y se concentraron en defender el área que controlaban. Un año
después, el ejército aliado volvió a tomar la iniciativa e intentó romper el
bloqueo en un ataque hacia Villena que llevó a la decisiva batalla de Almansa
el 25 de abril de 1707, que dejó la mayor parte del reino valenciano a merced
de las tropas borbónicas. Su ejército se dividió en dos cuerpos, uno para
ocupar el sur del Reino de Valencia y otro para hostigar las posiciones
austracistas en Aragón y Cataluña.
Aragón fue fácilmente dominado, por
la falta de un ejército que lo defendiese, rindiéndose Zaragoza el día 24 de
mayo. Los contingentes militares aliados se concentraron en Cataluña, donde
hicieron frente a las tres columnas que desde Aragón, Levante y Francia se
dirigieron a la conquista del Principado y del norte del Reino de Valencia, y
que tomaron Lérida el 10 de noviembre y Tortosa el 15 de julio del año
siguiente. Con el fin de retomar la iniciativa, las tropas aliadas lanzaron un
ataque desde Portugal y desplegaron nuevos efectivos en Cataluña en 1709. En el occidente peninsular el ejército aliado
fue derrotado el 7 de marzo en la batalla de Gudiña. A finales de este año, y
debido a los reveses en otros frentes de batalla, Luis XIV ordenó el repliegue
de los regimientos franceses que operaban en la península, por lo que Felipe V
tuvo que continuar la guerra en solitario.
En fecha 15 de julio de 1709 se
ordenó emitir reales con los tipos clásicos, ley de 11 dineros, 916,6
milésimas, y talla de 68 piezas el marco, 3,38 gramos el real, y feble de 2
granos. Esta medida vino debida a la necesaria adecuación de la moneda de plata
castellana con la francesa, dado que durante los primeros años del reinado la
moneda franca, los luises de plata o
escudos blancos habían circulado libremente, y dicha moneda había sufrido una
reducción en su talla y ley, con la consiguiente salida de numerario castellano
al país ultrapirenaico. Esta moneda
francesa había sido batida en grandes cantidades en la ceca de Bayona y había
entrado en España, lo que había supuesto un perjuicio para el comercio de un
20%. Posteriormente se dictaron disposiciones prohibiendo su aceptación,
dejando en la circulación únicamente los escudos blancos y medios escudos de
ley igual a la española, y los luises de oro.
En Madrid se acuñaron reales de a
ocho, de a cuatro y de a dos, con busto del monarca en anverso con una gran
peluca, a la francesa, y corona de laurel, conocidos como duros de cabeza.
Estos portaban la leyenda PHILIP y D G HISP ET IND REX y la fecha, y en el
reverso escudo cuartelado de castillos y leones coronado con lises en el centro
y la misma leyenda que las emisiones de 1707 e incluyéndose en el canto la
leyenda AUXILIVM MEUM A DOMINO, novedad en la moneda española permitida por el
uso de la máquina de Castaing o cerrilla. De este tipo existe una variante en
las emisiones de cuatro reales, en cuyo verso, a los lados del escudo, aparecen
a la izquierda la letra R de Real, M de la ceca madrileña y J como inicial de
ensayador, y a la derecha el numeral IIII indicando su valor. Esta nueva moneda se ensayó en un taller
habilitado en una antigua casa del Almirante de Castilla, en la plazuela de las
Descalzas, intentándose aplicar la técnica de acuñación con los volantes
fabricados por Antoine y Pierre Loudert. Esta escasísima emisión solamente se
llevó a cabo en unos cuantos días del mes de agosto de ese mismo año. Como bien
afirma Javier de Santiago, será la primera vez que el monarca acuñe moneda
directamente, y con oficiales que cobraban un sueldo fijo, lo que llevará en un
futuro cercano a la centralización de la producción monetaria.
El 27 de julio de 1710 se produjo la
derrota de Almenara, que se completó con la de Zaragoza, el 20 de agosto
siguiente, lo cual deshizo el ejército borbónico, dado que cayeron prisioneros
la mayor parte de los miembros de su Estado Mayor. El día 9 de septiembre de
1710, ante la cercanía a la capital de las tropas austracistas la Corte tuvo
que abandonar Madrid y refugiarse en Valladolid, haciendo el Archiduque Carlos
su entrada en la Villa en fecha 28 de septiembre. El día 22 de septiembre de
este año el corregidor de Madrid, Antonio Sanguineto y Zayas, atendiendo a una
orden del teniente general Diego Stanhope, mandó pregonar un bando autorizando
la circulación de la moneda de los reinos de la Corona de Aragón y fijando los
cambios con respecto a la moneda portuguesa. Según el mismo, cada cruzado de
oro equivalía a 96 reales de vellón, el cruzado de plata a 81 cuartos y medio,
el medio cruzado de plata a 40 cuartos y medio, el cuartillo del cruzado a
veinte cuartos, el real de plata a diez cuartos, el tostón a dos reales de
vellón y el medio tostón a un real.
Ante la desafección que le mostraron
los madrileños, Carlos persiguió a los partidarios de su rival. El día 9 de
noviembre abandonó la Corte y Felipe V volvió ya definitivamente, el día 3 de
diciembre. Ante esta situación, el monarca galo
envió refuerzos a su nieto. Un ejército francés atacó en el norte de Cataluña,
mientras que otro aisló la raya extremeña de Portugal. Los ejércitos aliados,
ante el peligro de quedar copados, salieron de Madrid y se replegaron hacia el
este. Una columna británica fue derrotada en Brihuega el 8 de diciembre, y dos
días después el ejército del general Starhemberg fue igualmente derrotado en la
batalla de Villaviciosa. Mientras tanto, el ejército borbónico procedente de
Francia tomó Gerona el 26 de enero de 1711. El 9 de enero de 1711 se ordenó
que se llevase a la Casa de Moneda de Madrid las monedas portuguesas de oro y
plata y las de plata de Aragón y Cataluña, para allí ser cambiadas por su valor
intrínseco al no ser aceptadas desde esta fecha bajo pena de su prendimiento y
otras que el Consejo dictaminase.
El 14 de abril
de ese año murió el Delfín de Francia, y tres días después el Emperador José I
de Austria, lo que hizo que los contendientes se convirtieran en unos de los
más importantes aspirantes a ambos tronos. El temor a la reconstrucción del
Imperio de Carlos V hizo que Inglaterra se plantease reconocer a Felipe como
Rey de España. Mientras tanto siguieron las operaciones militares, y ese verano
las tropas borbónicas se acercaron a Barcelona. El 27 de septiembre el
Archiduque Carlos partió a Génova para recibir la corona imperial, dejando a su
mujer como Gobernadora Militar de Cataluña.
En enero de 1712 comenzaron
las conversaciones de paz en Utrecht, sin participación de representantes
españoles. Con la muerte del Duque de Borgoña en febrero, Luis XIV deseaba
nombrar sucesor de su corona a Felipe, pero Inglaterra presionó para dar una
solución negociada al conflicto con el fin de que las coronas de España y
Francia quedaran separadas. Así pues, el 9 de noviembre Felipe V, en un
discurso ante las Cortes, renunció al trono de Francia.
Finalmente, el 11 de abril
de 1713, se firmó el Tratado de Utrecht, por el que Carlos VI de Alemania recibía
los Países Bajos españoles y las posesiones itálicas, salvo Sicilia, que era
entregada al Duque de Saboya, e Inglaterra conservaba Menorca y Gibraltar. En marzo de ese año la emperatriz evacuó
Barcelona, y unos meses después, el 22 de junio, el virrey Starhemberg embarcó
secretamente con todas sus tropas, dejando solos a los catalanes en su
enfrentamiento con Felipe V. El asedio de Barcelona comenzó el 25 de julio de
ese año, y no concluyó hasta el 11 de septiembre del año siguiente. La última
operación de la guerra fue la conquista de Mallorca, que se llevó a cabo en
junio de 1715 sin mucha resistencia.
Para saber más:
BELTRÁN MARTÍNEZ: Introducción a la Numismática universal, Madrid, Istmo, 1987.
FRANCISCO OLMOS, J.M. de,
"Comentarios a una moneda problemática: El escudo de oro de Felipe V
(Madrid, 1706)", Gaceta Numismática
160, marzo 2006, pp. 37-46.FRANCISCO OLMOS J.M. de, “Propaganda política en la moneda de los Borbones”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007
GARCIA CAVALLERO, J. Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas à las que corren en estos Reynos de Castilla, Madrid, Viuda de Francisco del Hierro, 1731.
GARCÍA GUERRA, E. “Moneda en España en los siglos XVI-XVIII”, en Historia de España XIV, Historia Moderna, La economía en la España Moderna, Madrid, Istmo, 2006, pp. 201-240.
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MORENO Y CASANOVA, J.J. "Un episodio en las relaciones entre las monedas francesa y española a comienzos del siglo XVIII" Gaceta Numismática 135, diciembre 1999, pp. 35-43.
PÉREZ Y LÓPEZ, A. X., Teatro de la Legislación Universal de España e Indias, por órden cronológico de sus cuerpos, y decisiones no recopiladas, y alfabeto de sus títulos y principales materias, T. VI, Madrid, 1793.
ROMERO JUNCAL, D. "Primer reinado de Felipe V (1700-1724), Borbones, hace trescientos años", Crónica Numismática, enero 2001, pp. 50-54.
ROMERO MOLINA, R. "La Casa de Moneda de la plazuela de las Descalzas: Un proyecto frustrado de acuñación a volante en Madrid (1706-1710)", NVMISMA, nº 233, julio-diciembre 1993, pp. 179-246.
SANTIAGO FERNANDEZ, J. de, “El taller de acuñación de moneda de la plazuela de las Descalzas en Madrid”, Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, LV, 1994, pp. 89-114.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J de, Política monetaria en Castilla durante el siglo XVII, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “Legislación y reforma monetaria en la España Borbónica”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 403-436.
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VILAPLANA PERSIVA, M., Historia del Real de a Ocho, Universidad de Murcia, 1997.