Publicado en El Tinto Numismático, Vol. I, nº4, 2021
https://es.calameo.com/read/006563556b02015729409La moneda, como representación máxima de la
soberanía de un Estado y medida de valor de todas las actividades humanas, ha
cumplido en la Historia y sigue cumpliendo multitud de funciones
interrelacionadas. Cada una de ellas, cada ejemplar, es un documento vivo de la
Historia, pasada y presente, un ente histórico exclusivo que debe analizarse
desde muy distintos aspectos y cuyo estudio abarca objetivos muy variados.
Entre las funciones de cada una de ellas
encontramos las que se fijaron en cada momento concreto para su fabricación,
diseño y emisión. Entre otras muchas, las motivaciones religiosas, sociales,
políticas, culturales o económicas. A ellas hemos de sumar las que en la
Historia del Arte se conocen como de degustación, de mero goce y disfrute y de
apreciación individual de sus cualidades y belleza, funciones que transcienden
aquellas para la que cada moneda concreta fue creada y que están en la base del
coleccionismo numismático.
El hombre ha utilizado siempre objetos para
medir su capacidad económica y como medio de intercambio para cubrir sus
necesidades. Incluso estos medios alternativos de pago, los conocidos como
objetos premonetales, moneda mercancía o, como en el caso de la América
española durante siglos e incluso después de las independencias conocidos como
monedas de la tierra o pesos huecos, que en muchas partes del mundo siguen aún
vigentes, son objeto de estudio de la ciencia numismática.
Las emisiones de los templos del Creciente
Fértil de los primeros siclos certificaban el peso de los lingotes de plata, y
con su emisión en pequeñas fracciones, todas iguales, se consiguió que la
plata, como medio de intercambio, pudiese ser utilizada en pequeñas cantidades
por cualquier persona. La primera moneda como tal apareció hace ya veintiocho
siglos en el reino de Lidia, en la actual Turquía, y estaba compuesta de una
aleación natural de oro y plata, conocida como electrum. Ya en ella aparecen
las funciones antes descritas, dado que en su anverso lleva la representación
de un león, el símbolo de la autoridad real. A partir de este momento se generalizó su uso.
La búsqueda de los metales preciosos
necesarios para las emisiones fue el origen de prospecciones y explotaciones
mineras, que desarrollaron extraordinariamente las ciencias y artes relativas a
dichas actividades extractivas y de transformación, con lo que ello suponía de
desarrollo de los conocimientos de la alquimia y las posteriores ciencias
físicas y químicas. Para este laboreo de las minas se tuvo que desarrollar un
complejo sistema de población, abastecimiento, beneficio del mineral y
posterior transporte, distribución y circulación, así como de un derecho que
regulase todas estas actividades. El carácter privativo del derecho de emisión,
el ius monetae, ha sido una constante
en la Historia.
El comercio a corta y larga distancia tuvo
asimismo un enorme desarrollo, así como los viajes y el conocimiento
geográfico, dado que la generalización del uso de la moneda y la monetización
de las economías necesitaban de los mismos para el suministro de los metales
preciosos. La posesión de los placeres y minas estuvo también en el origen de
numerosas guerras y conflictos, y en la formación de las grandes unidades
territoriales e imperios, desde la Antigüedad hasta el presente. Y, por
supuesto, la utilización de una amplia masa de trabajadores, ya fuesen
voluntarios, forzados o esclavizados.
La moneda, como representación del poder
soberano que la emite, fue desde su creación la imagen fiel de la autoridad que
la acuñaba, el signo de su poder y el medio más eficaz de hacer llegar al mundo
conocido, y no solamente a sus propios súbditos, los atributos de su grandeza.
Desde su creación, algunas emisiones sirvieron como auténtica divisa
internacional y como medio de tesaurización, mientras que la moneda menuda,
como los óbolos bíblicos o la moneda de vellón o cobre en la Europa feudal y en
la Edad Moderna, la conocida como moneda negra, sirvió como medio de pago de
las clases populares.
Las funciones religiosas fueron en las
primeras emisiones claramente dominantes, así como la representación de los
símbolos de la ciudad o el ente político que las emitían. Con el paso del
tiempo, como sucedió entre los monarcas persas, Alejandro Magno y los
subsiguientes monarcas de las distintas dinastías helenísticas, el retrato del
soberano se deificó con su estampación en la moneda. En este proceso se produjo
igualmente un enorme desarrollo de las artes, dado que notables artistas,
anónimos o por ellas conocidos, comenzaron a diseñar los cuños de las monedas,
produciendo series de indudable belleza artística con representaciones de
personas, edificios y paisajes.
La moneda de los siempre pragmáticos romanos
muestra claramente los signos definitorios de su imperio circunmediterráneo.
Desde los primeros as rude, trozos de
bronce, a sus preciosas emisiones imperiales, muestran el tránsito de una
pequeña república que luchaba por su supervivencia a un enorme y magno imperio,
una transformación para la que la dolorosa y larga conquista de Hispania, la
fuente de su riqueza minera, tuvo un papel de primer orden. Sus monedas son
fiel reflejo de su concepción del mundo plasmado en un arte urbano, oficial,
integrador y propagandístico de las grandezas de Roma. En esta época también
destaca otro uso de la moneda, como medalla, en la que se aúnan las funciones
de la moneda propiamente dicha con las puramente estéticas, artísticas y
conmemorativas de hechos dignos de ser recordados.
El Bajo Imperio romano y sus
representaciones numismáticas tendrán una larga herencia en los siglos
medievales de Occidente, en las emisiones bizantinas y en gran medida en la
cultura más brillante de estos siglos, la musulmana. Su sistema monetario,
basado en la libra, el sueldo y el dinero, tendrá una larga vigencia, que
llega hasta la actualidad como, por ejemplo, en el sistema británico. La moneda
musulmana, en la que nuevamente primarán los motivos religiosos, heredará en
estos siglos el papel de divisa internacional, mientras que en los reinos
cristianos su uso, tan extendido en el Imperio Romano, se limitará, e incluso
muchos territorios tendrán una economía prácticamente desmonetizada.
En la Baja Edad Media las monedas de oro de
las repúblicas italianas, dependientes del comercio del oro con el Islam,
adquirirán el papel de medio internacional de pago. En ellas son palpables
muchas de las funciones que la moneda ha tenido a lo largo de la historia y que
hemos venido enumerando, a lo que hay que añadir que la moneda, e igualmente la
medalla, se convirtieron en la época del Renacimiento en un vehículo
propagador, más que otras manifestaciones artísticas por su obvio carácter de
circulante y su enorme producción en proporción a otras obras artísticas, de
una nueva concepción del arte.
El comienzo de la Edad Moderna coincide con
el descubrimiento de nuevas minas de plata en Europa y la aparición de las
macromonedas, los táleros o dólares, piastras y testones, que protagonizaron la
circulación monetaria europea en esta Era. Esta novedad se convirtió en una
auténtica revolución con el descubrimiento de las ricas minas de plata en los
Reinos de las Indias españolas y con la masiva emisión de moneda que hizo
posible la primera globalización monetaria, y por ende comercial, de la
historia de la Humanidad.
Mientras que en Europa se mantuvieron las
funciones políticas e incluso artísticas en la labra de sus emisiones, en las
cecas del Nuevo Continente primaron la producción y las funciones puramente
económicas. Así, una moneda fea y mal acuñada, conocida actualmente como
macuquina, se convirtió en el objeto de deseo de todos los habitantes del
planeta, que eran conscientes del valor de ese pedazo de metal en ocasiones
informe, por su valor constante en su ley y peso. Los reales de a ocho, pesos o
duros fueron comunes en los rincones más apartados del planeta.
Este río alimentó durante tres siglos el
comercio, la economía y la vida cotidiana del hombre, en la verdadera primera
globalización. Permitió la monetización de las economías, dio seguridad a las
transacciones comerciales a enormes distancias y favoreció directamente el
conocimiento del orbe en esta Era de los Descubrimientos. Nuevamente dio
impulso a las ciencias relacionadas con la producción, el tratamiento del
mineral, la necesaria industria mecánica para la transformación y amonedación del
metal y la industria náutica para su transporte. Nuevamente son visibles en la
moneda los nuevos gustos artísticos.
El final de esta Era de la Plata coincide
con las perturbaciones producidas en la llamada Era de las Revoluciones. Los
viejos imperios y entes supranacionales, como la Monarquía española, el Imperio
Turco, el Imperio Mongol de la India y el Imperio Chino desaparecen o declinan,
entrando en escena nuevas potencias que inauguran un nuevo colonialismo y el
dominio europeo del mundo. El colapso de la plata de cuño español verá el
nacimiento de una nueva función en la moneda, la de medida de valor de carácter
fiduciario, y de una nueva representación de su valor. A la Era de la moneda
metálica le sustituirá la Era del billete, adicionando a la numismática la
notafilia.
Aun así,
y dado que coincidió con el nacimiento y la extensión del nacionalismo y
el liberalismo, la moneda física, en ocasiones ya no acuñada en metales nobles,
siguió teniendo una capital importancia propagandística y política, en un
contexto de nacimiento de nuevos estados nacionales. La sempiterna figura del
monarca fue sustituida en muchas ocasiones por alegorías de los valores
proclamados, y en numerosas ocasiones por los bustos de aquellas personas
consideradas héroes de estas independencias nacionales. Con ello la moneda recuperó
una nueva función, la conmemorativa, que ha llegado hasta nuestros días y que
posiblemente, ante el avance de los pagos telemáticos y la drástica reducción del
uso de moneda física, sea la preponderante en un futuro cercano, aunque no
podemos dejar de mencionar el papel de los bullion
o monedas de inversión.
La
numismática y su relación con otras Ciencias Sociales
La numismática, como ciencia independiente,
cubre como hemos visto un amplio espectro multidiplinar. Asimismo, tiene un
papel capital como ciencia auxiliar en otras ramas del saber humano, y muy
especialmente para otras Ciencias Sociales de la que es hermana, en el sentido de
que cada moneda, documento vivo, sirve para esclarecer puntos desconocidos u
oscuros de otras materias, habiendo sido en numerosas ocasiones dicha
aportación trascendental para la consecución de los resultados obtenidos.
Posiblemente una de las ciencias que más se
beneficia de los conocimientos que aporta la Numismática es la Cronología. Los
datos reflejados en las monedas han permitido fijar o variar las fechas de los
reinados de numerosos monarcas, y fechar los de otros, como en el caso de los
musulmanes Reinos de Taifas andalusíes. Muy importante es asimismo su papel
esclarecedor en otras ciencias afines, como la Paleografía y la Epigrafía, dado
que las leyendas contenidas en las emisiones monetarias han servido y sirven
para situar cronológicamente por los tipos de letra y los alfabetos utilizados
otros documentos motivo de estudio.
En el caso de la Historia, estas
aportaciones han posibilitado, por ejemplo, la recuperación e incluso en
ocasiones la comprensión de alfabetos perdidos, como es el caso de las monedas
prerromanas y de los alfabetos y lenguas ibéricas, celtibéricas o fenicias. Sirven
asimismo para conocer la vestimenta y los tipos de armas utilizados. Igualmente,
en muchas ocasiones son los únicos documentos que atestiguan la existencia y el
nombre de reyes o gobernantes desconocidos, como sucede con algunos monarcas
visigodos o con algunos de los gobernantes del Emirato andalusí de Creta.
En cuanto a la Geografía, no cabe la menor
duda de que la moneda sirve para corroborar la existencia de determinados
grupos humanos en un momento y lugar concretos, ofreciendo evidencias de muchos
datos que sin las fuentes numismáticas serían desconocidos, como el nombre de
tribus y ciudades anteriormente indocumentadas. De gran importancia es la explicación
que la circulación monetaria nos ofrece sobre las principales vías de
comunicación, el origen y el destino de las emisiones monetarias y la historia
del comercio y de la industria.
En su relación con la Economía, la moneda es
una fuente de primer orden para el estudio de su historia. Como afirmaba
Octavio Gil Farrés, todo cambio brusco en el monetario de un territorio obedece
a un trastorno económico, sirviendo la numismática para detectarlo incluso en
casos en que los mismos no fueron reflejados ni por la Historia ni por la
Economía. El estudio de las producciones
de las cecas nos muestra la preeminencia de determinadas ciudades en los
sistemas económicos del pasado. Asimismo, las medidas de política monetaria
tomadas en tiempos pasados y sus consecuencias son una importante fuente de
conocimiento para no incurrir en errores semejantes.