viernes, 15 de julio de 2022

Las explotaciones auríferas de Las Médulas, León, Patrimonio de la Humanidad

 Publicado en Oroinformación, 15 de julio de 2022

https://oroinformacion.com/las-explotaciones-auriferas-de-las-medulas-leon-patrimonio-de-la-humanidad/

En ambas vertientes de la sierra leonesa del Teleno se localizan los restos del mayor conjunto mundial conocido de minería romana, en un amplio sector que ocupa dese la ciudad de Astorga hasta el Bierzo, los Montes Aquilanos  y el valle del Sil. El colosal trabajo de ingeniería que se llevó a cabo, con enormes movimientos de tierra y conducciones de agua para usarla como fuerza hidráulica, alteró considerablemente el medio ambiente de esta zona. El entorno de Las Médulas fue declarado sucesivamente Bien de Interés Cultural en 1996, por su valor arqueológico y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.

 En 2002 obtuvo igualmente el galardón de Monumento Natural, no sin la oposición de algunos países, como Tailandia, que alegaban que este paraje, al ser el resultado de una actividad destructiva a gran escala del ser humano, suponía un perjuicio para la causa de la protección del Medio Ambiente. A sensu contrario, puede considerarse como uno de los más preclaros ejemplos de que los daños producidos por las actividades extractivas, consideradas especialmente dañinas desde el punto de vista medioambiental, pueden revertirse por medios naturales, y más cuando el hombre pone también de su parte para restañar las heridas. Con el tiempo la naturaleza retomó su protagonismo, cubriendo de castaños y robledal el inusual, bello y mágico paisaje de arena rojiza y rellenando los grandes socavones y taponamientos con lagunas artificiales, como el lago Carucedo.

El conjunto de estas explotaciones, que según los datos de Plinio el Viejo eran laboradas por más de 60.000 trabajadores y producían cerca de 20.000 libras de oro al año, unos 1.635.000 Kg., estaban distribuidas en un área de unos 400 Km2,  conservándose actualmente más de 75 importantes evidencias de minería romana. El sistema utilizado para la extracción del oro, conocido como Ruina Montium, suponía la canalización y conducción del agua desde las montañas y su embalsado en la parte superior de la explotación minera. La montaña era horadada con una cuidada red de galerías en pendiente para que el agua fluyese, con técnicas que fueron diseñadas específicamente para estas minas y que en esencia siguen siendo utilizadas en la actualidad.

 La espectacularidad de los restos de estas antiguas explotaciones, dejando aparte los colosales movimientos de tierra de las mismas, se complementa con la inmensa red de canales y conducciones de agua presentes desde una altura de 2.188 metros en El Teleno, monte mítico que recibió su nombre de la deidad astur de la guerra, Tilenus, asimilado a Marte por los romanos. El estudio de los restos arqueológicos muestra que sin ningún género de duda las labores mineras se llevaron a cabo de forma uniforme y sistemática, en base a unos criterios de gestión e ingeniería de explotación basados en un perfecto conocimiento del terreno y sus posibilidades. Por ello, el método empleado para la extracción del oro fue tan eficiente que estas minas son consideradas unas de las más productivas a escala planetaria de su época.

Solamente en la explotación de Las Médulas fueron removidos en un espacio de 9 Km2 la impresionante cantidad de más de 100 millones de metros cúbicos de aluviones auríferos, lo que supuso un desafío del más alto nivel para los ingenieros romanos, al encontrarse la explotación en una situación topográfica elevada. Fue superado con la construcción de una vasta red de canales de abastecimiento que llegó a alcanzar los 600 Km. de trazado. Uno de estos canales, con 143 Km. de recorrido, es la segunda de las conducciones de agua más largas de la Antigüedad, solamente superada por el acueducto que surtía a la urbe de Constantinopla, actual Estambul, con un trazado de 246 Km.

 La Edad de Oro de la minería aurífera en el noroeste de Hispania, la posterior provincia Gallaecia, desde Oporto hasta los Montes Aquilianos y la actual Asturias, comenzó seguramente a partir de finales del siglo I a.C., tras las Guerras Cántabras. Los vestigios arqueológicos muestran a partir de este momento la profunda mutación en las formas de vida y costumbres de los habitantes del área. Si antes de la llegada de los romanos las actividades principales a las que se dedicaban eran las agropecuarias, se observa una notable especialización en las tareas relacionadas con las actividades mineras y el suministro a las explotaciones, tales como la metalurgia, la construcción y mantenimiento de los canales de la red hidráulica y la provisión de mano de obra.

La titularidad jurídica de estas explotaciones recaía directamente sobre el Senado romano, y su administración en los procurator metallorum. El control directo por el Estado supuso que fuese posible desde el principio de estas actividades que la administración financiera imperial destinase los recursos técnicos, humanos y económicos necesarios para esta explotación a una escala desconocida hasta la fecha.  Todo ello no sin resistencia, dado que se conservan estructuras defensivas en los asentamientos dedicados directamente al laboreo de las minas que muestran indefectiblemente una cierta inestabilidad en algunas de las etapas de la vida de estas explotaciones.

 La prueba más patente de la efectividad de los ingenieros romanos y de su profundo conocimiento de la extensión y distribución de las zonas auríferas que podían ser explotables de una manera rentable la encontramos en el hecho de que no solamente muchos de los placeres y minas se paralizaron claramente por agotamiento, sino además porque de los cientos de minas explotadas por los romanos en el noroeste peninsular, solamente una decena de ellas pudieron volver a ser beneficiadas en los siglos XIX y XX por aplicación de nuevas técnicas metalúrgicas de recuperación del oro.

No se puede dejar de recomendar una visita a Las Médulas, que debería incluir su Aula Arqueológica, donde se explica tanto como se realizaba la extracción del oro como las complejas obras de ingeniería acometidas para la canalización de la necesaria fuerza hidráulica. En el Centro de Recepción de Visitantes se organizan varias rutas y sendas para conocer una zona que siempre, en todo caso, se puede recorrer sin guías. Y no se debería comenzar o terminar esta visita sin contemplar el conjunto desde el Mirador de Orellán, dado que las vistas más espectaculares se producen al alba y al atardecer. Ni, por supuesto, sin disfrutar de la grandiosa belleza del paisaje y de la gastronomía local.

Para saber más

  CIRIA Y VINENT, J., “Excursiones en la provincia de León: el país de los Maragatos; las montañas del Teleno; las antiguas minas romanas”, Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 51, 1909, pp. 41-80.

 MATÍAS RODRÍGUEZ, R., “La minería aurífera romana del noroeste de Hispania: ingeniería minera y gestión de las explotaciones auríferas romanas en la sierra del Teleno (León-España)”, Nuevos Elementos de Ingeniería Romana, III Congreso de las Obras Públicas Romanas, Astorga, 2006, pp. 213-263.

 PÉREZ GARCÍA, L.C., “La mina de oro romana de Las Médulas”, Patrimonio geológico de Castilla y León, ENRESA, 2001, pp. 30-55.

 SÁNCHEZ PALENCIA, F.J. (Coord.), Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad, Junta de Castilla y León, 2002.

 SASTRE, I. y SÁNCHEZ PALENCIA, F.J., “La red hidráulica de las minas de oro hispanas: aspectos jurídicos, administrativos y políticos”, Archivo Español de Arqueología, 75, 2002, pp. 215-233.

 Las Médulas | Castilla y León Patrimonio de la Humanidad (patrimoniocastillayleon.com)

  Aula Arqueológica de Las Médulas – Proyecto CRECEER



miércoles, 13 de julio de 2022

La moneda de cuño español y de las repúblicas hispanoamericanas en circulación en Belice hasta el siglo XIX / Spanish and Latin American republics currency in circulation in Belize until the 19th century

 Publicado en UNAN Numismática Vol. VIII nº048, 2022

https://www.academia.edu/83095196/La_moneda_de_cu%C3%B1o_espa%C3%B1ol_y_de_las_rep%C3%BAblicas_hispanoamericanas_en_circulaci%C3%B3n_en_Belice_hasta_el_siglo_XIX_Spanish_and_Latin_American_republics_currency_in_circulation_in_Belize_until_the_19th_century

El área de Campeche, en el actual estado homónimo de México, fue desde el siglo XVII frecuentado por piratas ingleses y por recolectores de palo de Campeche, muy importante como materia prima para la producción de tintes. Tras el Tratado de Madrid de 1670, se concedió por la Corona española el establecimiento de pobladores ingleses para dedicarse a su explotación, acabándose los actos de piratería.

 En el territorio circulaba la moneda española de plata, los pesos y sus divisores, y la moneda también española de oro, los doblones, así como chelines o cuartos de peso, que eran conocidos como Maccaroni. Como sucedía en la cercana Jamaica, la base de su sistema monetario no era la moneda de plata, sino el oro español sobrevaluado, para así evitar la salida de las monedas acuñadas en ambos metales. 

The area of ​​Campeche, in the current homonymous state of Mexico, has been frequented since the 17th century by English pirates and collectors of Palo Campeche, which was very important as a raw material for the production of dyes. After the Treaty of Madrid of 1670, the establishment of English settlers was granted by the Spanish Crown to dedicate to its exploitation, ending the acts of piracy.

 In the territory, the Spanish silver coin in currency were the pesos and their dividers, and the Spanish gold coin, the doubloons, as well as shillings or quarter pesos, which were known as Maccaroni. As was the case in nearby Jamaica, the base of its monetary system was not silver coins, but overvalued Spanish gold, in order to prevent the exit of coins minted in both metals.

miércoles, 6 de julio de 2022

Los resellos portugueses sobre moneda española para su circulación en Portugal, Azores y Mozambique

Publicado en NUMISMA 263 Años LXX-LXXI, 2020-2021

https://www.academia.edu/82680296/Los_resellos_portugueses_sobre_moneda_espa%C3%B1ola_para_su_circulaci%C3%B3n_en_Portugal_Azores_y_Mozambique

Las autoridades portuguesas ya habían procedido al resello de la moneda de cuño español desde el siglo XVII en Brasil, y a una reacuñación masiva desde 1808 en el mismo territorio. En 1768 en Mozambique, en 1834 en el propio Portugal, en 1887 en el archipiélago de Azores y en 1889 nuevamente en Mozambique se procedió al resello de la moneda extranjera en general y española en particular. Siempre escasas y de gran interés numismático, se produjeron falsificaciones de los mismos contemporáneamente a su labra, pero también en fechas recientes, para engaño de los coleccionistas.

 The Portuguese authorities had already proceeded to counterstamp the Spanish minted coin since the 17th century in Brazil, and to a massive re-minting since 1808 in the same territory. In 1768 in Mozambique, in 1834 in Portugal itself, in 1887 in the Azores archipelago and in 1889 again in Mozambique, the foreign currency in general and Spanish in particular was punchmarked. Always scarce and of great numismatic interest, forgeries of them were produced contemporaneously with their work, but also recently, to deceive collectors.

miércoles, 29 de junio de 2022

Sellos-Moneda: El uso de las emisiones filatélicas como moneda

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, julio-agosto 2022


Las emisiones filatélicas han sido utilizadas como moneda de curso legal en lugares tan distantes como los Estados Unidos, Europa o Extremo Oriente. Este uso se ha producido habitualmente en situaciones de conflicto bélico, por la falta de moneda metálica necesaria para las pequeñas transacciones y para su circulación en el mercado interior, pero también como medio de pago entre particulares en épocas de recesión económica, como sucedió con las emisiones privadas alemanas de  la ciudad de Settrup durante la República de Weimar.

 La primera vez que se produjo este uso del sello como moneda de manera generalizada fue durante la Guerra de Secesión norteamericana. En un primer momento, los comerciantes estadounidenses, ante la falta de moneda menuda, comenzaron a aceptar las emisiones postales para las pequeñas compras cotidianas, lo que llevó a que las adquisiciones diarias de sellos postales se quintuplicaran solamente en la ciudad de Nueva York.

 Este recurso a las emisiones postales como moneda de uso cotidiano presentaba el problema de que los sellos se deterioraban rápidamente por su uso diario y continuado. En vista de ello, un vendedor de máquinas de coser de Boston, John Gault, propuso en 1862 que los mismos se encapsulasen en discos metálicos de latón o plata con un revestimiento de una capa de mica para proteger el papel del sello. Para llevar a cabo estas emisiones utilizó una máquina para fabricar botones, y se estima que fabricó este tipo de sellos moneda por un montante global de unos 50.000 dólares.

 La mayor parte de estas piezas que se pusieron en circulación lo fueron en faciales de 5 y 10 centavos, si bien Gault fabricó sellos moneda de todas las emisiones postales realizadas por la Unión, de 1, 3, 12, 24, 30 y 90 centavos. Este hombre de negocios las vendía a las empresas y tiendas al 20% del valor nominal del sello incluido y, tras darse cuenta de que la parte trasera de los discos podía utilizarse como espacio publicitario, comenzó a incluir anuncios de al menos treinta compañías, algunos tan curiosos como “Zarzaparilla Aye para purificar la sangre”.  

 Sus sellos moneda circularon durante un año, hasta que en 1863 las emisiones de moneda fraccionaria del gobierno fueron suficientes para cubrir las necesidades de numerario menudo. Como efecto secundario no deseado, el uso de los sellos como moneda produjo su escasez para su uso primigenio, el postal. El propio gobierno estadounidense tomó ejemplo de los mismos, emitiendo sellos moneda con valores de 5, 10, 15 y 50 céntimos, e incluso algunas de ellas estaban troqueladas en sus bordes a modo de las emisiones postales, con la leyenda “Receivable for all U.S. stamps”.

 Un caso similar del uso de las emisiones filatélicas como moneda corriente se produjo cuando la Compañía Británica de Sudáfrica, establecida en 1899,  emitió sellos adheridos a tarjetas, en las que constaba la leyenda “Pague por favor en efectivo al portador de esta tarjeta el valor facial del sello adherido a la misma, si se presenta en fecha 1 de agosto de 1900 o con posterioridad”.

 Sin duda, fue durante la I Guerra Mundial y en el periodo inmediatamente posterior  cuando se recurrió más asiduamente al uso monetario de las emisiones postales, en países como Alemania, Austria, Francia, Rusia, Italia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Grecia y Argentina, entre otros. En muchos de estos casos se utilizó el mismo método antes visto e ideado por Gault, encapsulando los sellos postales en un cospel circular con la cara donde el mismo venía adherido transparente, y un anuncio en su parte trasera.

 Tanto durante la Gran Guerra como en la II Guerra Mundial el gobierno británico dio curso legal como moneda a sus emisiones postales, sin encapsularlas ni adherir los sellos a ninguna superficie. En el caso de Francia, se incluyó en uno de sus lados un número que indicaba el valor del sello utilizado. En cuanto a Rusia, emitió sellos impresos en cartulina delgada destinados no solamente a su circulación como moneda, sino que asimismo podían utilizarse como sellos postales, aunque carecían de engomado para ser fijados.

 Se llevaron a cabo tres emisiones diferentes. La primera de ellas se realizó en octubre-noviembre de 1915, con valores de 10,15 y 20 kopecks, en cuyo reverso se representaban las armas imperiales con la inscripción “a la par-mismo valor- que la moneda de plata”. La segunda, a finales de 1916, con valores de 1,2 y 3 kopecks, se llevó a cabo para hacer circular estas emisiones a la par de las monedas de cobre de los mismos faciales, con una inscripción igual que la anteriormente vista pero referida obviamente a la moneda de cobre.

 Dado que se descubrió la práctica de la alteración del valor de los valores de 1 y 2 kopecks para hacerlos pasar por los emitidos el año anterior, en el sello del anverso se imprimió la cifra de su valor en grande. Una última emisión está fechada en marzo de 1917, dado que tras la abdicación del Zar el Gobierno Provisional de Kerensky autorizó una nueva emisión de los mismos faciales que la anterior, con la única diferencia de que las armas imperiales del reveso fueron sustituidas por la cifra del valor.   

 Uno de los casos mejor estudiados de estas emisiones, gracias sobre todo al estudio monográfico de Juan Bautista Miró, es el de los sellos moneda emitidos por el bando republicano durante nuestra última Guerra Civil. Los mismos, también conocidos como cartón moneda, consistían en un disco de cartón marrón rojizo con el escudo republicano, de unos 35 milímetros y con un peso aproximado de 0,5 gramos, y cuyo anverso de color pardo estaba libre para adherir un timbre móvil o un sello postal para determinar su valor.

 La razón para esta emisión, que fue aprobada con carácter transitorio por el Gobierno por Orden Ministerial promulgada en Barcelona el 24 de febrero de 1938, fue la escasez en los medios de pago disponibles de la moneda de plata y cobre en las últimas fases del conflicto. Aunque se previó que esta medida tuviese carácter transitorio, no se pudieron retirar de la circulación hasta el final de la contienda, lo que se produjo por el bando nacional, junto al resto del circulante republicano, por Decreto de 9 de junio de 1939.

 Las bases era facilitadas gratuitamente por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y fueron impresas en las instalaciones que la misma tenía en Aspe, Alicante. En la primera de las series catalogada por Miró se utilizaron para fijar el valor de esta moneda de necesidad los sellos de la serie Personajes de 1932 a 1938, y en otras la series de cifras emitidas entre los mismos años, los sellos dedicados a la Alegoría de la República de 1938 y los anteriormente emitidos durante la época monárquica y habilitados por la República mediante resello. Igualmente, se utilizaron timbres móviles con el sello de la República o los anteriores monárquicos habilitados mediante resello.

 Se estima que ya en el mismo año de su aprobación las piezas en circulación superaban los tres millones, con faciales que oscilaban entre un céntimo y una peseta y media. Junto a estas emisiones oficiales se encuentran los cartones emitidos por el Ayuntamiento de Barcelona con los escudos de las cuatro provincias catalanas, no respaldados por la Orden Ministerial anteriormente vista, así como algunos otros cartones moneda lanzados por algunas entidades privadas.

 Durante la II Guerra Mundial, la República Social italiana recurrió nuevamente al uso de los sellos moneda. Las necesidades económicas y la escasez de circulante hicieron que esta práctica fuese utilizada también en otras latitudes. Así, tanto en la isla de Ceilán como en el estado indio de Bundi se habilitaron tarjetas para pequeños pagos con los sellos postales en circulación. Igualmente, en 1942 los guerrilleros filipinos que combatían la invasión japonesa emitieron billetes de 5 pesos mediante la adición a los mismos de un sello de igual valor facial.

 Para saber más

Beresiner, Yasha, A Collector’s Guide to Paper Money, Nueva York, 1977.

Hodder, M.J. & Bowers, Q.D., The Standard Catalogue of Encased Postage Stamps, Bowers & Merena Galleries, 1989.

Luengo, S., “La moneda de ocupación y la moneda de emergencia”, OMNI, nº 1, 2009, pp. 93-100.

Miró Agulló, J.B, El sello moneda de la República, Alicante, 2008.

De la Nueva España a China. El Ciclo de la Plata en la obra de Francesco Gemelli

 Publicado en Boletín Numismático Sonumex nº 275, abril-junio 2022

https://www.academia.edu/82345029/De_la_Nueva_Espa%C3%B1a_a_China_El_Ciclo_de_la_Plata_en_la_obra_de_Francesco_Gemelli

Gianfrancesco Gemelli Carreri nació en la villa de Radicena, en la región de Calabria, en 1651. Por tanto, era natural del Virreinato de Nápoles y súbdito del rey de España, en su calidad de Rey de Aragón, al que este reino estaba adscrito. Se tienen pocos datos sobre su infancia y juventud. Se doctoró en Derecho en la Universidad de los Jesuitas de Nápoles y entró en la carrera judicial en diversas poblaciones del reino, aunque ya a partir de 1685 se dedicó a viajar por varios países europeos, como Italia, Francia, Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Hungría, país este último donde se incorporó al ejército imperial y fue herido durante el asedio otomano a la ciudad de Buda.

Tras viajar a la Corte de Madrid, obtuvo la merced del título de auditor en su reino por dos bienios y el título de Juez de Vicaría ad honorem. Tras cumplirlo, comenzó su vuelta al mundo el 13 de junio de 1693, que le llevarían a cruzar desiertos, bosques y estepas y a visitar las principales urbes del Mediterráneo, Asia y las Indias españolas, en un periplo que duró cinco años, cinco meses y nueve días, hasta su vuelta a Nápoles el 3 de diciembre de 1698. Como otros ilustres viajeros, en vida y posteriormente recibió tanto halagos como acusaciones de ser un plagiario de algunos de los pasajes.

 El relato de este viaje, su Giro del Mondo, se publicó por primera vez en seis volúmenes entre el 24 de septiembre de 1699 y el 24 de febrero de 1700. Gemelli fue uno de los primeros europeos que completó la vuelta al mundo sin la utilización de medios propios o públicos, pagando sus pasajes y por diferentes medios. Gozó de notoriedad y fama por ello, y sus obras fueron reeditadas y traducidas a diversos idiomas. De hecho, el relato de sus viajes fue la inspiración para que, casi dos siglos después, Julio Verne publicase su famosa novela La vuelta al mundo en ochenta días en 1872.

miércoles, 22 de junio de 2022

Medallas, monedas y billetes de Mariano Benlliure, en el 75 aniversario de su fallecimiento

 Publicado en Crónica Numismática, 22 de junio de 2022

https://cronicanumismatica.com/medallas-monedas-y-billetes-de-mariano-benlliure-en-el-75-aniversario-de-su-fallecimiento/

El célebre escultor Mariano Benlliure Gil, nacido en Valencia el 8 de septiembre de 1862 y fallecido en Madrid el 9 de noviembre de 1947, es considerado el último gran exponente del realismo en la escultura del siglo XIX. Autor de destacados conjuntos escultóricos que adornan numerosas ciudades españolas e hispanoamericanas, tuvo una especial inclinación por la Medallística y una prolija producción de más de cincuenta ejemplares de personalísima factura. Algunas de sus monumentales esculturas fueron reproducidas en billetes y medallas, siendo el personaje elegido para el billete de 500 pesetas de 1951. Fue asimismo quien diseñó el retrato con la efigie de Francisco Franco que estuvo vigente en las emisiones monetarias españolas hasta 1967, y algunas de sus obras han sido asimismo elegidas para la acuñación de monedas y medallas conmemorativas, como ha sucedido este mismo año con las emitidas con motivo del 275 aniversario de Francisco de Goya. 

Nacido en una familia de extracción humilde pero de amplia tradición artística, Mariano Benlliure fue un artista precoz y autodidacta, dado que a la temprana edad de nueve años se inició como tallista, y antes de cumplir los diez se presentó a sus primeros concursos y exposiciones. Radicado con su familia en Madrid, en 1874 fue aprendiz de cincelador en la platería Meneses. En estos primeros años realizó sus primeras esculturas en dos temáticas que no abandonó en su dilatada carrera, la taurina y la imaginería religiosa. 

En 1881 se trasladó a Roma y abrió un estudio en Via Margurra, que estaría activo durante casi veinte años, dedicándose en un primer momento a la pintura de acuarela para posteriormente centrarse en la escultura. Su estancia en tierras italianas fue fundamental en su posterior devenir artístico, con el estudio de la escultura desde la antigüedad clásica hasta las nuevas tendencias en boga en aquellos años, el aprendizaje de las técnicas de fundición y frecuentes visitas a las canteras de mármol de Carrara. 

A partir de su primer reconocimiento, la Segunda Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1884, habiendo quedado la Primera desierta, se sucedieron los premios y reconocimientos en numerosas Exposiciones Internacionales de toda Europa. Estos logros llevaron a que recibiese numerosos encargos de la aristocracia madrileña, así como de instituciones públicas, destacando en su producción la cincuentena de monumentos públicos repartidos por la geografía española, muy especialmente en las plazas y lugares públicos de Madrid, Hispanoamérica y diversas ciudades europeas. 

Su fecunda y notable producción artística, que rebosa los márgenes de este pequeño estudio, le encumbró a los más trascendentales cargos del ámbito cultural español, siendo nombrado Director del Museo de Arte Moderno, Director General de Bellas Artes y Patrono del Museo del Prado. En su haber  se encuentran numerosos reconocimientos y condecoraciones, como la Gran Cruz de Alfonso X y la del Mérito Militar de España, la Legión de Honor de Francia o la de Comendador de la Orden de la Corona de Italia,  y su membresía en diversas Academias de Bellas Artes y en la Hispanic Society de Nueva York. 

Las medallas de Mariano Benlliure 

Como afirma Marina Cano, Benlliure fue uno de los pocos escultores de su tiempo que se sintió verdaderamente atraído por la medalla, siendo las causas principales de ello su excepcional interés por el retrato y su continuada relación con el arte francés y su admiración por el realismo presente en la Medallística francesa contemporánea. Exponentes de la sociedad de su época y con un marcado sentido popular, su producción destaca por el realismo de sus soberbios retratos, que destacan sobre un fondo generalmente abocetado. 

Su primera medalla conocida fue la realizada en 1888 dedicada por los artistas valencianos a José Ribera. En su etapa romana, y en contacto con la fecunda realidad Medallística de la urbe italiana, realizó varias monedas, probablemente por iniciativa propia. En 1899 dedicó una medalla al centenario de Velázquez, en la que como recoge Javier Gimeno se aúnan los conceptos de medalla y retrato. En su producción medallística, como la dedicada en 1891 a Alfonso XIII niño, se observa su tendencia a la naturalidad y la simplicidad, en convergencia con la nueva medallística europea. 

En  1902 realizó una medalla por encargo del Ayuntamiento de Bilbao y dedicada a la proclamación de Alfonso XIII. Será a partir de 1907 cuando se sucederán los encargos, y en 1910 concurrió junto con Bartolomé Maura a la exposición internacional de medalla contemporánea de la American Numismatic Society en Nueva York, en la que constaba como sculptor medallis, y en la que presentó un conjunto de nueve medallas y plaquetas, de diversos materiales y técnicas. 

Su originalidad, según Gimeno, y su aceptación social y a la vez oficial le permitió mantener una actividad escultórica y medallística extraordinariamente prolífica, la más fecunda en el Madrid de la primera mitad del siglo XX, conjugando acertadamente las esferas de lo personal y lo oficial, como afirma este autor, con la realización simultánea de los mayores monumentos urbanos y los más pequeños, las medallas, adquiriendo un sentido de doble dimensión que vuelve a recordar los tiempos primitivos de la medalla, y que constituye una nueva aportación singular. 

Benlliure y la notafilia 

Como escultor de éxito, algunos de sus magníficos grupos escultóricos han sido utilizados para ilustrar las emisiones de billetes del Banco de España. El primero de ellos fue el uso del busto de Francisco de Goya de la escultura emplazada enfrente del Museo del Prado en el billete de 100 pesetas de la emisión de 19 de febrero de 1946, una emisión que se previó fuese de 75 millones de ejemplares, pero de los que solo se fabricaron 29.850.000 billetes. 

Los proyectos y grabados del anverso y reverso de este billete de 130 x 78 mm. fueron realizados por José L. Sánchez, tomando como motivo del anverso el busto de Goya antes citado, y en su reverso una reproducción de uno de los cartones del genio de Fuendetodos realizado para la Real Fábrica de Tapices, conocido como El quitasol. Este billete, impreso en papel importado de Francia de la casa Des Rives, entró en circulación el 30 de diciembre de 1949, siendo oficialmente retirado de la circulación el 17 de diciembre de 1971. 

En fecha 15 de junio de 1945 se grabó en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre un billete divisionario por valor de 5 pesetas, según el diseño proyectado por Alfonso L. Sánchez Toda. En su anverso se reproduce el conjunto escultórico realizado por Mariano Benlliure para conmemorar en 1892 el IV Centenario del Descubrimiento de América, que muestra a la reina Isabel I de Castilla y a Cristóbal Colón firmando las Capitulaciones de Santa Fe, mientras que en su reverso aparece recogida una escena de la Guerra de Granada. 

A Benlliure le cabe el honor de ser el único escultor que cuenta con una emisión notafílica propia en España. Se trata del único billete de la emisión de 15 de noviembre de 1951, con un facial de 500 pesetas, unas medidas de 136 x 86 mm. y los diseños del antes citado Sánchez Toda. Del mismo se llegaron a fabricar 32.934.000 billetes en la FNMT, con papel de la casa gala Des Rives con una marca de agua con una cabeza romana de perfil. 

En su anverso se representa a nuestro protagonista en un busto grabado por Camilo Delhom, con una orla a torno geométrico con motivos a buril intercalados y como fondo el escudo nacional de composición fotomecánica. En su reverso se representa en una viñeta una de sus obras, el mausoleo del tenor Julián Gayarre en el Valle del Roncal. La viñeta, orla y textos son calcográficos, mientras que los fondos son litográficos. Este billete estuvo en circulación desde el 16 de septiembre de 1952 hasta su retirada oficial el 17 de diciembre de 1971. 

El busto de Francisco Franco en las nuevas pesetas 

Una vez terminada la II Guerra Mundial, el 18 de diciembre de 1946 una nueva ley monetaria esbozaba un sistema de circulante sustentado nuevamente en la plata y completado con el níquel y el cobre, estipulándose la incorporación en el mismo del retrato del general Franco en el anverso de todas las piezas a acuñar. Si bien se realizaron numerosos bocetos y modelos, que se conservan en el Museo Casa de la Moneda de Madrid, no fue hasta la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de un año después cuando se previó la necesaria adaptación de los tipos monetarios a esta nueva realidad. 

En previsión de estas nuevas emisiones, se encargó a Mariano Benlliure que modelase un retrato con la efigie de Francisco Franco, que presentó una escayola con un buen retrato de su perfil derecho, que posteriormente creó problemas para su incorporación a las monedas efectivas a la hora de reducirlo al tamaño necesario por su excesivo y facetado relieve. El modelo original fue retocado y finalmente grabado por Manuel Marín, y con el mismo se acuñaron en 1848 y principios de 1949, aunque con leyenda de 1946, piezas de una peseta y algunas pruebas de 2,50 pesetas. 

Benlliure no pudo ver en circulación estas primeras monedas, al haber fallecido antes, emisión que es considerada actualmente la pieza más cotizada del Estado español, con fecha 1946 y *19-48 en las estrellas. Si bien la ley de emisión publicada el 27 de diciembre de 1947 autorizaba la acuñación de 150 millones de ejemplares, solamente se llegaron a producir unas mil monedas, de las que como recoge Martín Fombruena una parte llegaron por error a la oficina principal del Banco de Sabadell. Por ello, la mayor parte de las mismas presentan el desgaste propio de haber circulado, no conociéndose más que un ejemplar que merezca la calificación de sin circular. 

Tras la sustitución de la fecha de la leyenda por 1947, *19-48, comenzó la masiva emisión de este nuevo numerario, con la leyenda FRANCISCO FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA POR LA G(RACIA) DE DIOS, un tipo monetario que se mantuvo sin cambios hasta que en 1967 se sustituyó el retrato de Mariano Benlliure por el realizado por Juan de Ávalos. El busto de Benlliure, conocido popularmente como Cabezón,  fue igualmente utilizado desde que en 1957 se mandaron acuñar nuevas monedas de 5 pesetas, que se pusieron en circulación en 1958 junto con las novedosas monedas de 25 y 50 pesetas. En el reverso de estas emisiones se incluyó un escudo diseñado por Teodoro Miciano sobre un águila de San Juan. 

Para saber más: 

Cano Cuesta, Marina, “Mariano Benlliure y la Medalla”, NVMISMA 229, julio-diciembre 1991, pp. 129-150.

Feria y Pérez, Rafael, “1937-2002. Principio y final de la peseta fiduciaria”,  VII Jornadas Científicas sobre Documentación Contemporánea (1868-2008), 2008, pp. 73-120.

Fombruena Marchi, Martín, “La peseta de 1946. La pieza más cotizada de las acuñaciones del Estado Español”, OMNI, nº 1, agosto 2009, pp. 91-92.

Gimeno, Javier, “Bartolomé Maura, Mariano Benlliure, Miguel Blay: aspectos de una renovación”,  Actas del XIII Congreso Internacional de Numismática, Vol. 2, Madrid, 2005, pp. 1725-1736.:

Suárez de Figueroa y Prieto, Ramiro, Los billetes del Banco de España, 1782-1979, Madrid, 1979. 

1 Peseta 1946*19*48. (leyendomonedasnumismatica.blog)

Benlliure Gil, Mariano - Museo Nacional del Prado (museodelprado.es)

El Código Carolino de Pedro Vicente Cañete, un referente del Derecho Minero Indiano

 Publicado en Oroinformación, 22 de junio de 2022

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Pedro Vicente Cañete y Domínguez, nacido en 1749 en Asunción, Gobernación del Paraguay, y muerto en 1816 en Chuquisaca, Provincia de Charcas, fue un notable jurista, funcionario y tratadista con una notoria actuación en la administración del Virreinato del Rio de la Plata y del Reino de Chile. Acérrimo defensor del Supremo Consejo de Regencia, es recordado tanto por sus obras, capitales para el conocimiento de la producción minera y la producción monetaria de la Casa de Moneda de la Villa Imperial de Potosí, como por su frontal oposición a la Revolución de Mayo y a los movimientos insurreccionales de la América española.

Tras realizar sus estudios en Asunción y Córdoba de Tucumán, cursó sus estudios superiores en la Real Universidad de San Felipe de Santiago de Chile, donde cursó Teología y Leyes. En esta capital fue catedrático, Protector Sustituto de Naturales-indios- y asesor del gobernador, hasta que se trasladó a Buenos Aires al ser nombrado asesor general y auditor de guerra de su primer virrey, Pedro de Ceballos. Tras el cese del virrey pasó a su tierra natal y fue nombrado Teniente Asesor Letrado de su gobernador, el primero de la provincia de Paraguay. En 1874 se trasladó al Alto Perú como teniente letrado y consejero de los intendentes de Potosí Juan del Pino Manrique de Lara y Francisco de Paula Sanz. 

Fue en este destino donde colaboró activamente en la política llevada a cabo para la modernización de la minería, la reforma de la mita y numerosas mejoras en los métodos productivos y técnicos de la obtención de la plata. Para ello escribió varias obras, entre las que destacan sus Ordenanzas de la Minería y la Guía histórica, geográfica, física, política civil y legal del Gobierno e Intendencia de la Provincia de Potosí, que contiene una pormenorizada historia tanto de la minería como de la moneda potosina. Su obra culminante sería, unos años más tarde, el Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, obra que pretendía incluir la regulación de todas las actividades mineras de este virreinato. 

El Código Carolino 

En 1783 la Real Ordenanza de Intendentes dispuso la aplicación en el Virreinato del Rio de la Plata de las ordenanzas de la minería que habían sido adoptadas para el de Nueva España, compuesto por los propios mineros novohispanos con la guía de los Comentarios de Francisco Javier de Gamboa. A la recepción de esta norma, el intendente potosino Juan del Pino Manrique protestó, elevando al virrey y al monarca un plan de reformas que se ajustase a las características propias de la minería altoperuana, un proyecto que fue preparado por Cañete. 

Por Real Orden de 3 de junio de 1791 la Corona admitió la propuesta, encomendando al gobierno de Potosí la preparación de unas ordenanzas que tras ser aprobadas por los propios mineros y por el virrey debían regir toda la actividad minera de este territorio. Pedro Vicente Cañete fue nuevamente el encargado de su redacción, para lo que recopiló documentación del Real Banco de San Carlos, las Cajas Reales, los archivos del Cabildo, documentos de la Escribanía de Minas e incluso de los propios ingenios para el beneficio de la plata. Tras retirarse cinco meses a la hacienda de Mojotorillo, compuso con toda esta información y el concurso de dos amanuenses el Código Carolino en cinco meses, dándole término en mayo de 1794. 

Francisco de Paula Sanz le prestó su aprobación, elevándolo inmediatamente al virrey del Rio de la Plata, don Pedro Melo y Portugal y recomendando su aprobación. Simultáneamente, el gremio de azogueros solicitó al monarca su inmediata aprobación. A pesar de ello, este proyecto chocó con la oposición del fiscal de la Audiencia de Charcas, Victorián de Villaba, por la petición realizada en el mismo del aumento del número de mitayos, lo que llevó a la celebración de numerosos pleitos. Otra complicación llegó con la pretendida publicación de la Guía histórica antes comentada, escrita por Cañete en 1789, y que si bien había contado con el beneplácito del gremio de azogueros y de la Corona, finalmente fue revocada por el escándalo que su publicación podía acarrear, por el trato que Cañete había recogido de los trabajadores indios en las minas. 

La Corona encargó a una junta de ministros del Consejo de Indias las cuestiones planteadas en Potosí sobre el estado de la mita, lo que incluyó el proyecto de código. En su contestación a la consulta la Junta consideró desfavorablemente el proyecto, si bien recomendó que se tuviese presente para tomar del mismo lo que no ofreciese reparos. Entre las razones esgrimidas se encontraba el hecho de que el mismo debía haber sido consultado a todos los mineros del virreinato, y no solamente a los de Potosí. Hacía referencia también a su gran extensión, 1.111 ordenanzas frente a las 499 que componían tanto las vigentes en el Perú como las nuevas de Nueva España, a las largas narraciones que cada ordenanza contenía, al entender que las leyes debían ser claras, breves y sencillas, a la multitud de citas incluidas en la obra e incluso al estilo del autor. 

El Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, por tanto, no llegó a entrar en vigor. Su autor había intentado combinar las normas contenidas en las Ordenanzas de Toledo, en las de Nueva España, las aplicables de la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias de 1680 y las leyes castellanas que podían ser de aplicación. Más allá de su técnica legislativa, del estilo en el que fue redactado y del más que abundante recurso a las citas, el mismo podría haber sido con las debidas correcciones un interesante código minero adaptado a Potosí. Con el paso de los siglos, esta obra que durmió en los archivos más de un siglo y no salió a la luz hasta mediados del siglo XX se ha convertido, en sentido contrario y en base a la exhaustividad por la que fue repudiada, en un interesante e importante tratado recapitulativo del Derecho Minero Indiano. 

Últimos años y apoyo al virrey del Perú 

En 1804 Cañete fue nombrado oidor de la Audiencia de la Plata, actual Sucre, donde tuvo una gran influencia en las medidas tomadas por el presidente de Charcas, don García de León y Pizarro. Ello le llevó a enfrentarse con el virrey del Rio de la Plata, Santiago Liniers, y con la propia Audiencia, por lo que en 1805 se ordenó por la Corona su suspensión en el cargo hasta que se solucionase su procesamiento. Entre 1808 y 1810 ejerció de ideólogo contrarrevolucionario contra los movimientos juntistas y autonomistas del virreinato con numerosos escritos, y tras la Revolución de Mayo de Buenos Aires de 1810 se adhirió a la causa del Supremo Consejo de Regencia y fue designado con el apoyo de José Manuel Goyeneche Fiscal de la Audiencia de Charcas. 

Incorporado al ejército, tomo parte en las acciones contra las expediciones militares enviadas por la Junta de Gobierno de Buenos Aires contra Charcas. En 1814 fue nombrado rector de la Real Academia Carolina de Derecho de Chuquisaca. Absuelto en 1815 por el Consejo de Indias de todos los cargos que se habían levantado en su contra, falleció el 23 de enero de 1816, en vísperas de ser nombrado Fiscal de la Audiencia de Charcas. 

Para saber más: 

Cañete, Pedro Vicente, Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, Archivo General de Indias, 1974.

Cañete, Pedro Vicente, Guía histórica, geográfica, política, civil y legal del gobierno e intendencia de Potosí, Ed. Potosí, 1952.

Martiré, Eduardo, El Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata (1794) de Pedro Vicente Cañete, Buenos Aires, 1973.

Peralta Ruiz, Víctor, y Moreno Cebrián, Alfredo, “Pedro Vicente Cañete: un ilustrado criollo contrarrevolucionario en Charcas (1808-1814)”, Fronteras de la historia: revista de historia colonial latinoamericana,  Vol. 23, Nº. 1, 2018, pp. 68-96.