sábado, 1 de octubre de 2022

Medallas de Proclamación y Jura de los reyes de España en Puerto Rico

 Publicado en Puerto Rico Numismático, octubre 2022


https://www.academia.edu/87664371/Medallas_de_Proclamaci%C3%B3n_y_Jura_de_los_reyes_de_Espa%C3%B1a_en_Puerto_Rico

Según afirmaba Manuel Romero de Terreros, la proclamación o jura de un nuevo rey en los vastos dominios de la Monarquía española era un acontecimiento extraordinario, celebrado con un lujoso aparato. Entre los fastos, destacaba la emisión de medallas de proclamación y jura, que se distribuían entre el pueblo, una costumbre que está documentada en los Reinos de las Indias ya en el siglo XVI, pero que tuvo tu época dorada en el XVIII, con el advenimiento de la Casa de Borbón.  Como recoge el profesor José María de Francisco, estas medallas son un importante documento de primer orden que nos muestra la heráldica de numerosas localidades y de otras instituciones, como los consulados y universidades, así como su evolución.

viernes, 30 de septiembre de 2022

El ensayador Pablo Cano Melgarejo: entre el virreinato y el Perú independiente

 Publicado en OMNI nº 16, 2022

http://www.wikimoneda.com/OMNI/revues/OMNI_16.pdf

Resumen.- Pablo Cano Melgarejo fue un importante oficial de la Real Casa de Moneda de Lima durante el transcendental cambio operado en el Virreinato del Perú. Sus 44 años de servicio en esta ceca son analizados a la luz de los documentos que obran en el Archivo General de Indias. Asimismo, las acuñaciones realizadas durante su servicio como ensayador son igualmente documentos de gran importancia para el estudio de esta época de transición entre el gobierno de la Monarquía española y su tránsito a la actual República del Perú.

 Palabras clave: Casa de Moneda de Lima, ensayador, moneda, numismática, acuñaciones virreinales, independencia de Perú. 

Abstract.- Pablo Cano Melgarejo was an important official of the Royal Mint of Lima in an significant exchange operated in the Viceroyalty of Peru. His 44 years of service in this mint are analysed in light of the documents in the Archivo General de Indias. Likewise, the minting made during his service as an assayer are also documents of great importance for the study of this period of transition between the government of the Spanish Monarchy and its transition to the current Republic of Peru. 

Keywords: Lima Mint, assayer, currency, numismatics, viceroyalty coinage, independence of Peru.

El Camino de Santiago o Ruta Jacobea y su reflejo en la Numismática española e internacional

 Publicado en Crónica Numismática, 30 de septiembre de 2022

https://cronicanumismatica.com/el-camino-de-santiago-o-ruta-jacobea-y-su-reflejo-en-la-numismatica-espanola-e-internacional/

Todos los años, y más en aquellos que, como el presente, son Años Santos Compostelanos, miles de peregrinos surcan los distintos Caminos de Santiago, uno de los primeros itinerarios culturales declarados Patrimonio de la Humanidad, en 1993, por la UNESCO. Las motivaciones para hacerlo son variadas, desde las puramente religiosas a las deportivas, pasando por las culturales o simplemente turísticas. 

La moneda y la Ruta Jacobea siempre han estado íntimamente unidas. Importante fue en sus inicios el aporte que la moneda ultra pirenaica hizo para el desarrollo de una economía monetaria y del comercio en los reinos cristianos que cruzaba el Camino, siendo la propia Santiago fue una de las cecas emisoras de la España Medieval. Tanto Santiago Zebedeo como la Catedral compostelana, así como otras bellas muestras del arte diseminadas por los distintos Caminos fueron objeto igualmente de bellas emisiones de moneda y billetes no solamente de España, sino de otros países. Finalmente, no podemos olvidar que fue la fachada del Obradoiro el motivo elegido para ilustrar las monedas más humildes, los céntimos, del vigente sistema del Euro.

Tras el hallazgo del sepulcro atribuido al Apóstol a comienzos del siglo IX, durante el reinado de Alfonso II de Asturias, fue el monarca navarro Sancho III el que dio un nuevo impulso a las peregrinaciones a principios del siglo XI, lo que se tradujo en una afluencia creciente de ultra pirenaicos, conocidos como francos, durante esa centuria y la siguiente, cesando a comienzos del siglo XIII, cuando el eje económico que suponía el Camino y que unía los puertos pirenaicos con Santiago fue sustituido por el que enlazaba Andalucía con los puertos cantábricos.

En ambos siglos, el sistema monetario en los reinos de Castilla, León, Navarra y Galicia se basaba en el romano del sueldo y el denario, junto a las humildes meajas, si bien había una gran influencia tanto del sistema monetario de la España Musulmana, basado en el dinar, como del franco, con base en el sueldo galicano, que se introdujo en la península en tiempos de Sancho el Mayor y en Castilla durante el reinado de Alfonso VI. La momentánea influencia monetaria franca en el área del Camino se vio facilitada por las crisis desencadenadas por las invasiones norteafricanas de los almorávides y almohades, en una economía basada principalmente en los pagos en especie en los que la moneda era más de cuenta que efectiva.

En el trazado del Camino circulaban distintos tipos de monedas ultramontanas, y los privilegios otorgados para la labra de moneda, como el otorgado al obispo Gelmírez, sirvieron para encauzar esta influencia, que posteriormente, tras el reinado de Alfonso VII, tendió a la unificación monetaria con base en la moneda musulmana, con la emisión en 1175 por Alfonso VIII de las monedas conocidas como morabetinos o maravedíes, a imitación del dinar almorávide, la base del sistema monetario castellano, aunque con sucesivas devaluaciones, durante siglos.

Entre finales del siglo X a inicios del XII, como ha estudiado José Suárez, se encuentra en Galicia por ello un nítido predominio de numerario franco, en especial de dineros del obispado de Le Puy y los dineros de Melle del conde de Poitiers y otros talleres monetarios del mediodía francés. En el siglo XII y en el siguiente tuvieron su mayor expansión los dineros de Melgueil, habiendo frecuentes menciones a los mismos en la documentación relativa a las compraventas de bienes. Se han encontrado asimismo en los tesorillos dineros simples y dobles torneses, moneda que jugará un papel preponderante en el siglo XIII, e incluso un gros tornés de mayor módulo, moneda de la época de Luis IX. En la Baja Edad Media se constata asimismo una afluencia importante de moneda inglesa, tanto peniques, groats y medios groats de plata como nobles y ángeles acuñados en oro.

Alfonso VI realizó una concesión para la labra de moneda al obispo de Compostela, y en virtud de la misma se acuñó moneda de vellón en los años 1158, 1164 y 1168, en el reinado de Fernando II de León, en dineros y meajas. El 11 de marzo de 1171 el monarca entregó al obispo la totalidad del beneficio de la ceca, lo que fue matizado en el 1182, y en tiempos de Alfonso IX, el 17 de junio de 1193, se concedió la facultad de batir moneda de oro. Antes de 1270 se cerró la Casa de Moneda, acuñándose desde entonces en exclusiva moneda para Galicia en la ceca de La Coruña.

Como afirman Raúl Sánchez y Antonio Roma, la presencia de monedas de distintas especies propias y foráneas fue una constante en el norte peninsular en los siglos medievales. La evolución en el comercio en León y Castilla es muy clara, desde la preferencia de la moneda franca a la real o episcopal, su sustitución entre 1120 y 1230 por moneda áurea y la presencia de los florines aragoneses entre 1370 y mediados del siglo XV. En Navarra, la moneda francesa servirá de modelo para las emisiones autóctonas, y en el norte de Portugal la moneda castellana y leonesa circuló profusamente en la primera mitad del siglo XIII, al igual que la moneda lusitana en la Galicia bajomedieval.

La Edad Contemporánea y la temática jacobea en las emisiones 

Ya en época contemporánea, en mayo de 1938 se emitió un billete de 500 de facial por el gobierno instalado en Burgos, en el que en su reverso se representó la catedral de Santiago. Esta emisión estuvo en circulación durante la última etapa de la Guerra Civil, hasta su sustitución por una nueva emisión del mismo valor facial fechada el 9 de enero de 1940 y dedicada a don Juan de Austria.

Unos años después, en 1993, se batió moneda de 100 pesetas en aluminio-bronce, en la que se representaron en un mapa los distintos Caminos que habían sido declarados Patrimonio de la Humanidad de ese mismo año, el Francés y el del Norte, con ramificaciones en Francia. En su reverso aparece la leyenda CAMINO DE EUROPA, con una vieira flanqueada por las doce estrellas de la bandera de la Unión Europea, y la fecha de emisión. Como curiosidad, en las monedas de cien pesetas siempre se había representado al monarca salvo en ésta, y se volvió a hacer hasta que en 2001 terminó la circulación de la peseta.

La moneda de 5 pesetas batida ese año representa en su anverso una imagen de Santiago caracterizado como peregrino, y en su reverso la vieira y una representación del botafumeiro. Ese mismo año se acuñaron monedas conmemorativas que no estaban destinadas a la circulación, en plata con faciales de 2.000 y 10.000 pesetas y en oro con faciales de 20.000 y 80.000 pesetas, con motivos tales como la vieira, la cruz de la Orden de Santiago, una vista de la Catedral, el propio Apóstol o a un grupo de peregrinos.

El año 1999, nuevamente Año Santo Compostelano, se acuñó moneda de curso legal de 2.000 pesetas de facial, en cuyo anverso se representó el busto del monarca a izquierda y en su reverso a Santiago Peregrino, con báculo y calabaza, y la cruz de la Orden. Nuevamente se labraron monedas conmemorativas, tres de 2.000 pesetas y una de 10.000 pesetas de facial, y mientras que las primeras representaban la Catedral y otros dos hitos del Camino, la iglesia románica de San Martín de Frómista y la capilla del Espíritu Santo de Roncesvalles. La de mayor facial, batida en oro, representaba al Santiago románico del Pórtico de la Gloria.

Para el Xacobeo de 2004 se acuñó una moneda conmemorativa de 10 euros de facial, en la que en su anverso se representaba a los monarcas, viniendo su reverso ocupado por la misma representación románica del Apóstol, una vieira sobre el valor facial y la leyenda en gallego ponte en camiño. Con el mismo facial se acuñó en plata una moneda correspondiente al año 2010, con un botafumeiro y un camino en el que al fondo se vislumbra una población identificable con Compostela.

Dentro de la serie dedicada al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en España, consistente en una emisión de una hoja bloque junto a una moneda propiamente dicha, la del año 2018 vino dedicada a Santiago de Compostela. Mientras que la hoja bloque, de medidas 104,5 x 150 mm. recoge una vista de la fachada del Obradoiro de la catedral compostelana, obra barroca del arquitecto Fernando de Casas y Novoa, la moneda, de dos euros de facial, tiene como motivo de su anverso al Apóstol con indumentaria de peregrino, delante de una de las puertas de la misma catedral.

La última de las emisiones dedicadas al Año Santo Compostelano 2021-2022 tiene un valor de 30 euros, y ha sido acuñada en plata de 925 milésimas, con un peso de 18 g, diámetro de 33 mm, canto liso y tirada de 1 millón de ejemplares. En el anverso se reproducen las efigies superpuestas de los actuales monarcas, con la leyenda superior FELIPE VI Y LETIZIA  y la inferior ESPAÑA y 2021, separados por una flor de Lis. En su reverso, acuñado a color aparece una imagen alegórica al Camino con un peregrino de espaldas y la Catedral de Santiago de Compostela al fondo.

El Obradoiro en los céntimos de Euro acuñados en España 

Cuando por Orden de 23 de marzo de 1999 se acordó la acuñación y puesta en circulación de la primera serie de monedas del nuevo cono monetario español, se optó por tres diseños distintos. Mientras que los faciales de 1 y 2 euros se dedicaron al busto del rey, y las de 10, 20 y 50 céntimos a Miguel de Cervantes Saavedra, para las monedas de más bajo facial, de 1, 2 y 5 céntimos se eligió como motivo la Catedral de Santiago de Compostela.

Por ello, estas monedas llevan grabadas la imagen del Obradoiro diseñada por el grabador Garcilaso Rollán. Entre las torres de la Catedral se muestra la fecha, a la izquierda en sentido circular y de abajo a arriba la leyenda ESPAÑA y a la derecha la marca de ceca de Madrid. Todo ello se encuentra rodeado de las doce estrellas de la bandera de la Unión europea, dispuestas como los dígitos de un reloj, y estando grabadas los números del 8 al 12 en bajorrelieve.

Para saber más: 

Abad Varela, Manuel, “En torno a un “escudo” de Luis XII hallado en Cacabelos (León)”, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, nº 4, 1989, pp. 15-30.

Collantes, Esteban, “Nuevo hallazgo de monedas francesas en el Camino de Santiago”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos y de la Institución Fernán González de la ciudad de Burgos, 1er trim. 1951, Año 30, n. 114, p. 430.

España, León, “Una pieza inédita de Fernando II, probablemente alusiva al Camino de Santiago”, Gaceta Numismática, nº 135, 1998, pp. 25-33.

Lorite Cruz, Pablo Jesús, “El Camino de Santiago en la numismática”, III Congreso Virtual sobre Historia de la Caminería, 15-30 Septiembre 2015

Martínez Gallego, José María, “El Camino de Santiago en 30 euros de plata a color: llegó “Xacobeo 2021-2022”, Crónica Numismática.

Mozo Monroy, Manuel, “Dineral o ponderal de la emisión sobre la traslación del apóstol Santiago, de Fernando II de León. Propuestas de identificación e interpretación iconográfica”, Documenta & Instrumenta, 20, 2022, pp. 149-181.

Núñez Meneses, Pablo, “Hallazgos inéditos de moneda medieval en Galicia”, Cuadernos de Estudios Gallegos, LXIII, nº129, 2016, pp. 163-203.

Núñez Meneses, Pablo, “Aportación al corpus de monedas jacobeas: Emisiones de Fernando II”, OMNI, nº15, 2021, pp. 208-214.

Río Canedo, Verónica del y Rodríguez Martínez, Xoel, “Los fondos arqueológicos del Museo de las Peregrinaciones y de Santiago: recorrido histórico y museográfico (1951-2016)”, V Congreso Internacional de Historia de la Arqueología IV Jornadas de Historiografía SEHA-MAN, pp. 729-748.

Rodríguez Casanova, Isabel, y Canto García, Alberto J., Un tesoro en el Camino de Santiago: el hallazgo monetario de Santo Domingo de la Calzada, Madrid, 2017.

Roma Valdés, Antonio, “Las monedas compostelanas entre 1157 y 1230”, Gallaecia, 22, 2003, pp. 369-382.

Ruiz Gómez, Francisco, “El Camino de Santiago: Circulación de Hombres, Mercancías e Ideas”, IV Semana de Estudios Medievales, Nájera, 2 al 6 de agosto de 1993, 1994, pp. 167-188.

Sánchez Rincón, Raúl y Roma Vallés, Antonio, “La otra cara de la moneda. Uso y reutilización de la moneda en la Edad Media del Noroeste peninsular (I)”, NVMISMA 257, Año LXIII, 2013, pp. 113-141.

Suárez Otero, José, “Moneda, peregrinación y comercio. Una nueva perspectiva del Camino en la Edad Media”,  Reflexos da peregrinación e do culto a Santiago, VIII Memorial Filgueira Valverde, 2010, pp. 81-114.

Zamanillo Arizabalo, Mª Ángeles, “Sistemas de pago y circulación monetaria en La Rioja en los siglos X a XIII”, Segundo Coloquio sobre Historia de La Rioja, Logroño, 2-4 de octubre.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Plata y crédito. La financiación de la Monarquía hispánica en la época de los Austrias

 Publicado en Numismático Digital, 19 de septiembre de 2022

https://www.numismaticodigital.com/noticia/10981/articulos/plata-y-credito:-la-financiacion-de-la-monarquia-hispanica-en-la-epoca-de-los-austrias.html

La principal partida que componía los gastos de la Monarquía era la necesaria para mantener los ejércitos que combatían en buena parte de Europa, así como a los barcos y galeras de la Armada.  Junto a ella se encontraban los gastos propios de la Corte, aquellos necesarios para el mantenimiento del aparato administrativo y las ayudas y limosnas. El incremento del gasto supuso la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso por la vía fiscal, con el establecimiento de nuevos tributos y la solicitud de servicios a las Cortes, los conocidos como Servicios de Millones. Durante algún tiempo funcionaron simultáneamente dos Haciendas en los reinos de Castilla: la de la Corona, controlada por el rey, y la del Reino, bajo la supervisión de las Cortes. 

Como estudia Ringrose, entre 1566 a 1609 y de 1618 a 1648 la Monarquía se vio envuelta en guerras en los Países Bajos, el norte de Francia y Alemania. Las cifras documentadas de las cantidades sufragadas o enviadas entre 1566 y 1609 y durante cerca de la mitad de los 34 años comprendidos entre 1617 y 1651 muestran un desembolso de 193.410.000 ducados, y usando promedios conservadores para los años que faltan, el total de los desembolsos españoles entre 1567 y 1651 han sido estimados en unos 220.000.000 ducados. Esto equivaldría al 45% de todos los envíos marítimos registrados de metales preciosos durante el mismo periodo. Para este autor, y dado que este inmenso caudal casi duplicó el valor monetario de los metales preciosos que el gobierno recibía por su propia cuenta, las decisiones políticas habrían detraído considerables sumas de capital en España e Italia para destinarlas al esfuerzo bélico en Europa del Norte. 

Afirma Ruiz Martín que mientras que hasta el siglo XVI las tropas habían exigido oro para el cobro de sus soldadas, hacia 1607 los ejércitos imperiales comenzaron a hacer conciertos con los mandos y las tesorerías militares, aceptando la plata como medio de pago y exigiendo que la moneda de cuenta se convirtiese en moneda real, de plata. Asimismo, demandaron para el pago de sus soldadas reales de a ocho, llamados por ellos reales dobles, porque eran más cómodos de llevar. Esto supuso que a partir de esta fecha acabasen las algaradas que se produjeron anteriormente, debidas a los impagos a estos ejércitos. 

Fue común que se remitiese plata para acuñar in situ en los territorios en conflicto. Por ejemplo, en octubre de 1551 se acuñaron en Milán con plata llegada de las Indias piezas de a ocho, de a cuatro y de dos entre los meses de octubre y noviembre para el pago del ejército, por un valor de 7.235 marcos, 1,85 toneladas. En 1567 tras la llegada del Duque de Alba a los Países Bajos, dos enormes convoyes cruzaron Francia cargados de moneda y plata acompañando a la expedición, y en los siguientes años se enviaron nuevas remesas y hubo acuñaciones masivas en la ceca de Amberes. 

Afirma Cipolla que la gran cantidad de moneda acuñada en Amberes entre los años 1567 y 1569 tuvo como efecto el considerable incremento de la circulación monetaria en el noroeste de Francia. La plaza de Amberes fue durante gran parte del siglo XVI el principal centro económico de la Europa septentrional, y como recoge Marichal, para los historiadores de la economía fue esencial la concurrencia de la plata procedente de las remesas de los Reinos de las Indias para el desarrollo de su Bolsa, una de las primeras y más importantes de Europa. 

El profesor Clemente López González considera que fueron tres las razones fundamentales de la falta en la consecución de un equilibrio presupuestario en la Real Hacienda. En primer lugar cita las limitaciones de un sistema fiscal en el que existía una multiplicidad de figuras que hacían muy difícil la eficaz gestión recaudadora de la Corona. En segundo lugar se encontraría la ineficiente administración, con cargos públicos en muchos casos privatizados y otros tantos más preocupados por intereses particulares o locales. Para terminar, destaca también la casi total exención fiscal de las clases poderosas, y muy especialmente la nobleza, y la desigualdad contributiva de los diferentes reinos de la Monarquía. Todo ello explica que continuamente se buscasen alternativas a dicho déficit, mediante el endeudamiento a corto y largo plazo y las alteraciones monetarias, que otorgaban a la Hacienda una liquidez momentánea. 

La alternativa utilizada a la falta de ingresos ordinarios fue la de la financiación por medio del crédito que los banqueros concedían a la Corona, en base a una serie de fórmulas, como fueron los asientos, los títulos de deuda conocidos como juros y las incautaciones de los tesoros americanos llegados a la Península en forma de juros, deudas a corto plazo garantizadas por letras de cambio, o préstamos forzosos. Ello hizo que la Monarquía hispánica tuviese en la época que nos ocupa el sistema de empréstitos más desarrollado de todo el orbe occidental, y el papel de la banca fuese capital para el engranaje del sistema financiero e incluso político de los soberanos, dando liquidez a la Real Hacienda en moneda circulante. Según Pierre Vilar, la reiterada exigencia de la Monarquía a los mercaderes de la plata que recibían de las Indias a cambio de juros, que los participantes apoyaron en el metal ausente, creó una monstruosa pirámide de empréstitos, los censos. 

Los asientos eran unos contratos realizados entre la Corona, representada por la Real Hacienda,  y un banquero o grupo de ellos, por el que se recibía una cantidad un préstamo. Los mismos consistían o bien en anticipo de un importe o bien en el abastecimiento de las tropas o entrega de armas en un determinado lugar. En el mismo contrato asimismo se estipulaba las condiciones en las que dicha cantidad debía ser devuelta en moneda, así como los intereses a satisfacer y las garantías que se establecían para su cumplimiento. Normalmente se garantizaba dicho pago a cuenta de las rentas o impuestos que la Real Hacienda esperaba cobrar, y en ocasiones se concedió a los banqueros incluso la administración de tales ingresos. 

Aunque en un principio el lugar donde estos contratos se formalizaban fue en las llamadas ferias de contratación, tanto nacionales como extranjeras, ya en el siglo XVI su negociación pasó a realizarse en Madrid. Destacaron entre estas ferias las ferias genovesas de cambio, instituidas en Besanzón en 1534 por orden de Carlos I y que posteriormente se celebraron en otros lugares, como Piacenza y las localidades ligures de Novi y Sestri Levante, y que a diferencia de otras ferias de cambio se mantuvieron activas como centros de cambio exterior hasta el siglo XVIII. 

El enorme volumen de capital que la Real Hacienda necesitaba supuso que en la práctica solamente unos pocos banqueros, aquellos que detentaban una mayor capacidad económica, fueran los que acaparasen dichos asientos. Aun cuando dichas operaciones no estuviesen exentas de riesgos, el enorme beneficio obtenido por ellas las hacían muy tentadoras para los banqueros y asentistas. Además, daban pie a la especulación con el crédito público, toda vez que podían negociar con los llamados juros de resguardo, entregados por la Corona en garantía de los préstamos obtenidos. 

La mayor parte de estos prestamistas eran extranjeros. Las leyes del Reino prohibían la saca de metales preciosos, con lo que se tuvo que o bien que negociar licencias de saca o bien los prestamistas tuvieron que reinvertir la ganancia obtenida comprando productos manufacturados, alimentos o materias primas. En la primera mitad del siglo XVI los banqueros fueron principalmente alemanes, como los famosos Fugger o Fúcares, y los Welser. A partir de 1557 se vieron sustituidos por los genoveses, como los Spínola, Centurión o Grimaldo, que carecían como sus predecesores de capitales suficientes para hacer frente a las necesidades de crédito de la Corona, pero controlaban el tráfico del oro.  

Como recoge Cipolla, la facilidad de los genoveses para obtener las licencias de exportación de plata les convirtió en los distribuidores de la plata española en buena parte de la Europa meridional. Más adelante aparecieron también hombres de negocios portugueses, en muchas ocasiones judíos conversos, a la sombra de la unión de las Coronas, y cuando se comenzó a aceptar la plata para los pagos internacionales, los asentistas de ambos orígenes compartieron dicho negocio.  Para Sancho de Moncada, los extranjeros eran los beneficiarios de más de un millón de juros, infinitos censos, toda la Cruzada y un enorme número de beneficios y encomiendas. 

Los banqueros cobraban sus asientos en distintos lugares de la Península Ibérica, que eran remitidos por sus correspondientes a Madrid en mulas o en carros. Buena parte del metal que llegaba acuñado o que se batía en Sevilla, en incluso en barras, se remitía primero a Madrid antes de salir al extranjero, por lo que la capital se convirtió cada vez más en el principal centro de distribución de numerario en el siglo XVII. 

Como recoge Álvarez Nogal, desde Madrid los banqueros iban enviando regularmente el metal precioso a sus corresponsales en Génova o los Países Bajos, encargándose ellos de vender el metal al mejor postor en el lugar donde el precio fuese más elevado, aunque ello supusiese un nuevo transporte del mismo. Una vez vendido recibía letras de cambio a pagar en las ferias o plazas donde los banqueros de Madrid tenían compromisos adquiridos con los que habían prestado inicialmente el dinero a la Monarquía. Asimismo, los banqueros cobraban sumas procedentes de inversiones de otros extranjeros, principalmente genoveses, normalmente rentas derivadas de juros, censos, cesiones y otras deudas, que eran remitidas a sus propietarios para disfrutarlas en sus lugares de residencia. 

Pierre Chaunu afirmaba que los metales que salían de Sevilla, un 83,80% de plata en 1570 y un 77,62% en los diez primeros meses del año siguiente, se destinaron en sus 2/5 partes a Valladolid, área de ferias, y a la Corte, una quinta parte al resto de Castilla, otro quinto a Andalucía y un séptimo hacia el norte cantábrico. Consideraba factible que la plata tuviese un rápido tránsito hacia Lisboa, que como Amberes era un foco de atracción de este metal para los pagos en el océano Índico y en Extremo Oriente. 

Según este autor, durante la primera mitad del siglo XVI las salidas de metales preciosos se organizaron en dirección a Amberes, verdadera capital financiera del mundo Atlántico, trasportados por las zabras de Vizcaya, registrándose envíos masivos según este autor en 1544, 1546-1548 y 1550-1552. Este numerario, en moneda mayor o barras o ya acuñado, era asimismo redistribuido en dirección a Alemania y a las islas Británicas. 

Para saber más: 

ÁLVAREZ NOGAL, C., “La formación de un mercado europeo de Plata: Mecanismos y costes de transporte en España”, Universidad Carlos III, Primer borrador: enero de 2005, 26 pp.

CHAUNU, P., Conquista y explotación de los nuevos mundos, Barcelona, 2ª ed., 1982.

CIPOLLA, C.M., La Odisea de la plata española. Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1996.

LÓPEZ GONZÁLEZ, C., “Desde las reformas monetarias de los Reyes Católicos hasta fines del siglo XVII”, en Hernández Andreu, J., Historia Monetaria y financiera de España, Madrid, 1996.

MARICHAL SALINAS, C., “La piastre ou le real de huit en Espagne et en Amérique: Une monnaie universelle (XVIe-XVIIIe siècles)", Revue européenne des sciences sociales, Tome XLV, 2007, N° 137, pp. 107-121.

RINGROSE,  D.R., Imperio y península: ensayos sobre historia económica de España (siglos XVI-XIX), Madrid, 1987.

SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, "Relaciones monetarias entre Castilla y Génova durante el reinado de Carlos II", R.I.N., nº 109, 2008, pp. 303-332.

RUIZ MARTÍN, F., “El problema del vellón: Su incidencia en la distinta evolución económica de Castilla y de la Corona de Aragón en el siglo XVII”, Manuscrits: Revista d'història moderna, nº 15, 1997, pp. 97-104.

VILAR, P., Crecimiento y Desarrollo,  Barcelona, 2001.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

El grabado de la moneda en la obra de Pedro González de Sepúlveda

 Publicado en Crónica Numismática, 7 de septiembre de 2022


El grabador Pedro González de Sepúlveda, nacido en Badajoz en 1744 y fallecido el 17 de mayo de 1815 en Madrid, fue yerno y discípulo aventajado de Tomás Francisco Prieto. Grabador de Cámara, fue igualmente director de grabado en hueco de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y  del Departamento de Grabado y Construcción de Instrumentos y Máquinas de la Real Casa de la Moneda, así como Grabador Principal de la Casa de Moneda de Segovia y Grabador General de las Casas de Moneda de España e Indias a la muerte de Prieto. Destacó asimismo como coleccionista de medallas, grabados y dibujos, y por ser quien propuso al monarca la adquisición a los herederos de Prieto un conjunto de monedas, medallas y una selección de libros de arte que formaban parte de su colección. 

En su obra manuscrita Práctica de la Gravadura de moneda, escrita entre los años 1769 y 1770, González de Sepúlveda detalla minuciosamente los pormenores del grabado de los punzones, matrices y troqueles para la acuñación de las monedas. Estos eran forjados por los herreros de las Casas de Moneda, en presencia del grabador. Los instrumentos necesarios para proceder a su grabado eran fabricados por él mismo, debiéndose tener según sus propias palabras el mayor cuidado y delicadeza para ello. Era habitual según su testimonio trabajar con cajas provistas de tornillos para sujetar las piezas, que se apoyaban sobre almohadillas de cuero, para evitar desplazamientos de las mismas. 

Una vez terminada la forja, comenzaba el trabajo sobre la matriz. El primer paso consistía en dibujar el motivo principal, y subsiguientemente grabarlo en una lámina de cobre, para posteriormente calcarlo con un dibujador o punta seca sobre la matriz, que estaba cubierta de una capa de cera blanca. Seguidamente se procedía a calentar la matriz, con lo que se derretía la cera y quedaba al descubierto el motivo. Simultáneamente, se modelaba en cera el motivo y se hacía un vaciado en yeso del mismo, cuadriculándose para servir de modelo para el relieve y las dimensiones. 

En la matriz se grababa en hueco el motivo, con buriles de media caña en el caso de retratos y con planos o chaples los escudos o motivos, para posteriormente retocarlos con codillos, unas limas curvas muy finas untadas en aceite. También se utilizaban puntas de piedra candía, una piedra abrasiva que se usa típicamente para afilar cuchillos, puntas de pizarra untadas de aceite y piedra pómez molida. Cuando se terminaba el grabado en hueco, la matriz se limpiaba y bruñía desde dentro hacia fuera con gratas, escobillas de metal, y limas, con lo que su superficie quedaba nítida y uniforme y preparada para el temple. 

El temple consistía en el endurecimiento del metal, para conseguir que las monedas no se quebraran y quedasen bien grabadas. Era llevado a cabo por el herrero, en presencia del Grabador. Los punzones eran probados golpeándolos con martillos y picadores, o también aplicándoles el ángulo vivo de una lima. Las pruebas de punzones, al hacerse sobre acero, tenían la ventaja si salían bien de servir posteriormente como matrices o contrapunzones de los que se fuesen desgastando o se rompiesen. 

Los punzones realizados por el herrero eran retocados por el grabador, que les daba la necesaria forma convexa para reproducir en relieve el huecograbado de la matriz, y eran también templados para resistir el golpe que debían imprimir sobre el troquel. Finalmente, se templaban también los troqueles para realizar las acuñaciones a volante. 

Para saber más 

CEAN BERMÚDEZ, J.A., Nota necrológica del grabador Pedro González de Sepúlveda, Biblioteca Nacional de España, signatura MSS/21455/1.

DURAN, R. y LÓPEZ DE ARRIBA, M., “Carlos III y la Casa de la Moneda”, en Carlos III y la Casa de la Moneda, Catálogo de la exposición celebrada en el Museo Casa de la Moneda, Madrid, diciembre 1988-febrero 1989.

FERIA Y PEREZ, R., “La industrialización de la producción monetaria en España, 1700-1868”, VI Jornadas Científicas sobre documentación borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 155-176.

RODRÍGUEZ CASANOVA, I., “La numismática en la España de la Ilustración”, en Almagro Gorbea, M. y Maier Allende, J., De Pompeya al Nuevo Mundo: la Corona española y la Arqueología en el siglo XVIII, Real Academia de la Historia, Madrid, 2012, pp. 157-172.

El Parque Minero de Almadén (Ciudad Real), Patrimonio de la Humanidad desde 2012

 Publicado en Oroinformación, 7 de septiembre de 2022

https://oroinformacion.com/el-parque-minero-de-almaden-patrimonio-de-la-humanidad/

El conocido como Patrimonio del Mercurio, que incluye las áreas mineras de Almadén en España e Idrija en Eslovenia, recibió el 30 de junio de 2012 la consideración de  Patrimonio de la Humanidad por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, en su trigésimo sexta sesión celebrada en San Petersburgo. Este reconocimiento se basó en la importancia que durante la Edad Moderna tuvo el comercio del mercurio o azogue entre Europa y América para la producción de plata en este último continente. 

En el caso de Almadén, este reconocimiento se extiende a su parte antigua, a los edificios de la Mina del Castillo, a la Prisión Real, al Real Hospital de Mineros de San Rafael y a su plaza de toros. Unos años antes, en 2008, se había inaugurado el Parque Minero de Almadén,  una iniciativa museística avalada por el Instituto del Patrimonio Histórico Español, dependiente del Ministerio de Cultura, que permite la vista de una mina real y la contemplación de un patrimonio material de valor incalculable, así como conocer la cultura minera como parte del patrimonio inmaterial. 

Las primeras noticias de esta mina de cinabrio se encuentran en la Geografía de Estrabón y en la Historia Natural de Plinio, que era remitido a Roma para usarlo como bermellón, pintura y productos cosméticos. Su beneficio continuó durante la época musulmana, como se observa en su propio nombre, que significa literalmente la mina, y tras la Reconquista cristiana. Alfonso VIII otorgó a la Orden de Calatrava la mitad de la mina en 1168 por su ayuda militar, recibiendo la Orden la otra mitad del monarca de Sancho IV y la autorización para fabricar bermellón. Tras obtener en 1308 el monopolio de la venta de azogue, la Orden la explotó mediante el sistema de arriendos, principalmente a comerciantes catalanes y genoveses. 

Tras el descubrimiento del Beneficio del Patio por Bartolomé de Medina y sus sucesivas mejoras fue cuando la explotación del mercurio alcanzó su verdadera importancia, siendo monopolizada por la Corona su producción y distribución en los Reinos de las Indias y convirtiéndose en un importante ingreso para la Real Hacienda. En 1645 la Corona decidió retomar su control directo, tras más de un siglo arrendada a particulares, entre los que destacaron los famosos banqueros Fugger o Fúcares. Junto a ello, el abastecimiento a las minas argénteas ultramarinas, principalmente a las de Nueva España, se consideró igualmente un objetivo prioritario. 

Tras una etapa a finales del siglo XVII de estancamiento de la producción de mercurio, a comienzos de la centuria siguiente comenzó una fase expansiva. Ello fue debido al descubrimiento de nuevos filones, al uso de pólvora en las extracciones, a una mayor llegada de fondos y a su reorganización administrativa a nivel interno, con la aprobación de las Ordenanzas de 1735, como externos, con la creación de organismos dependientes del Consejo de Indias, como la Junta y la Superintendencia General de Azogues. Y ello a pesar de episodios como el incendio que se produjo en el interior de las minas en 1755 y que estuvo más de dos años activo. 

Igualmente, se garantizó el abastecimiento de madera con la ampliación y establecimiento de bosques, así como de la necesaria mano de obra, con exenciones de pago de tributos y del servicio militar. Ello permitió la extinción de los trabajos forzados, trasladándose el penal a Ceuta en 1801. Junto a estas medidas, se racionalizó la explotación minera, contratando técnicos centroeuropeos, y fundándose la Academia de Minas, el primer centro de estudios técnicos superiores español. Asimismo, a partir de comienzos del siglo XIX se introdujeron nuevos sistemas de explotación y maquinaria de vapor para las labores de desagüe. 

La invasión napoleónica supuso un largo periodo de crisis de las actividades mineras en general. Tras la subsecuente independencia de las repúblicas hispanoamericanas, se perdió la capacidad de recaudación de los impuestos en estos territorios derivados de la explotación del oro y, sobre todo, de la plata, por lo que las ventas se orientaron al mercado exterior para maximizar beneficios. Desde 1835 su comercialización se contrató con la casa Rothschild. Tras dejar de hacerlo desde 1916, se alcanzó el máximo de producción tras la Guerra Civil, sobre todo por el uso de presos como mano de obra. Tras la crisis de 1972, la actividad decayó, abandonándose las extracciones por falta de rentabilidad en 2001. 

 Una curiosidad de esta área minera, tan importante para la producción de moneda durante la Edad Moderna, es que en la misma se habilitó durante la Guerra de Independencia el uso de papel moneda para el pago de salarios a los empleados y trabajadores de las minas por la Junta de Gobierno local. Se convino con los particulares su uso para adquirir pan, carne y tocino, y debían posteriormente ser redimidos por moneda metálica. 

Este papel moneda, que se emitió entre 1808 y 1812 por un valor de casi 350.000 reales de vellón, lo fue en faciales de 1, 2, 4 y 10 reales de vellón, los mismos que la moneda metálica en circulación, ampliándose posteriormente a los 20 reales o a los 5 reales, el valor equivalente a las pesetas de plata nacional, las acuñadas en América. El mismo fue falsificado a gran escala, por lo que a partir de 1810 se sustituyó por otros nuevos de más difícil imitación. Su retirada efectiva se produjo en 1816. 

Para saber más: 

CAÑIZARES RUIZ, M.C., “El atractivo turístico de una de las minas de mercurio más importantes del mundo: el “Parque Minero de Almadén” (Ciudad Real)”, Cuadernos de Turismo, 21, 2008, pp. 9-31. 

DOBADO GONZÁLEZ, R., El trabajo en las minas de Almadén, 1750-1855, Tesis Doctoral, Madrid, UCM, 1989. 

PRIOR CABANILLAS, J.A., “El fondo documental de las Reales Minas de Azogue de Almadén custodiado en el Archivo Histórico Nacional: Fuentes para la Historia del Billete”, en Muñoz Serrulla, M.T. (Coord.) La Moneda: Investigación numismática y fuentes archivísticas, UCM, 2012, pp. 238 -262. 

RODRIGUEZ GARCÍA, E., “Últimas tendencias en la inclusión de bienes en la Lista de Patrimonio Mundial. Las candidaturas transnacionales: el caso del binomio mercurio-plata”, Revista Patrimonio Cultural de España, 2, 2009, pp. 149-165. 

Centro del Patrimonio Mundial – (unesco.org)

 

Inicio – Parque Minero de Almadén (parqueminerodealmaden.es)

 

PARQUE MINERO DE ALMADÉN | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha (castillalamancha.es)

lunes, 29 de agosto de 2022

Una Causa por circulación de moneda falsa en Puerto Rico de 1838

 Publicada en Puerto Rico Numismático, Septiembre de 2022


En el Archivo Histórico Nacional de España se conservan varios expedientes relativos a denuncias por introducción o puesta en circulación de moneda falsa en Puerto Rico. Entre ellos, y a modo de ejemplo, encontramos referencias a estas prácticas delictivas en el expediente sobre introducción y recogida de la moneda macuquina de 1827, y en otros relativos a peticiones de indulto, como las realizadas por José Ochotorena en 1881 o por Bernardo García Ginesta en 1894. El expediente que se estudia, con signatura Archivo Histórico Nacional, ULTRAMAR, 1077, Exp.28, se abrió en el año 1838, y consta de 13 documentos y 124 folios. 

En el mismo encontramos diversa información sobre la causa formada a varios individuos por circulación de moneda falsa, así como informes y pareceres sobre la conveniencia o inconveniencia de prohibir la circulación de los reales sencillos y las pesetas procedentes de Caracas en las islas de Puerto Rico, Cuba y Canarias. En el mismo se insertan también dos importantes documentos con gran importancia numismática: un Proyecto de Ley sobre el arreglo del sistema monetario en España e islas adyacentes de 1834 y una Circular del Ministerio de Hacienda de 7 de agosto de 1838 sobre falsificación de moneda. 

Como es conocido, durante las guerras de emancipación de Venezuela tanto los insurgentes como los realistas batieron moneda de necesidad de tipo macuquino, a imitación de los reales limeños, según los tipos de cruz y columnas previos a las reformas de la época borbónica, y con valor facial de reales sencillos y dobles.  Entre las mismas se encontraban las acuñadas por los insurgentes entre agosto de 1813 y julio del año siguiente, muchas de ellas con fechas imposibles, ajustadas en peso y ley, que siguieron siendo emitidas por los realistas y de las que existen ejemplares fechados hasta 1821. En Maracaibo, en los mismos años, se acuñaron monedas de imitación de las piezas macuquinas conocidas por su forma como lanzas, de labor tosca y con graves faltas en su ley y peso, y que en teoría habían sido retiradas de la circulación por Real Orden de 13 de mayo de 1816. 

Esta moneda, traída por los refugiados realistas, fue utilizada en Puerto Rico para poner fin a la espiral inflacionaria derivada de la emisión desde finales del siglo anterior de papeletas sin respaldo de moneda corriente, que fueron profusamente falsificadas y no eran aceptadas para los pagos. Para su amortización, por Decreto de 18 de junio de 1813 se autorizó por el gobernador Salvador Meléndez Bruna, por recomendación del intendente Alejandro Ramírez, la entrada y circulación legal de la moneda macuquina procedente de los refugiados venezolanos, como un mal menor necesario para garantizar la circulación monetaria en la isla.  

Este numerario estaba compuesto tanto de moneda legal, batida con anterioridad a la de cordoncillo, como por las emisiones antes citadas de los insurgentes y realistas, y debía según este Decreto ser aceptada por su valor nominal para todo tipo de pagos, entendiendo por el mismo el que tuviese en sus improntas o el comúnmente aceptado. A la falta de ley y peso de algunas de estas monedas se sumó asimismo la introducción de moneda macuquina falsa procedente de Estados Unidos, que agravó la situación en la isla.   

El expediente comenzó con la remisión por la Audiencia de Puerto Rico al Supremo Tribunal de Justicia de una carta poniendo de manifiesto la causa seguida contra Arturo Rogers, Guillermo Smith y Nicolás Pland sobre circulación de moneda falsa, remitiendo conforme a lo previsto en la Novísima Recopilación un cajón cerrado y sellado con cantidad de aquellas monedas y la porción de metal que en su razón resultó del reconocimiento de los peritos. Dicho cajón pasó al fiscal de la Sala de Indias, que expuso que esa Ley 6º, Título 8º, Libro 12  imponía a las Audiencias la obligación de remitir a la extinta Junta General de Comercio y Moneda los cuerpos del delito con las monedas falsas, los instrumentos y los materiales de la falsificación. 

En vista de lo actuado, la Reina Gobernadora, María Cristina de Borbón,  ordenó que se oyese sobre el particular a la Comisión de Arreglo del Sistema Monetario y Económico Administrativo de las Casas de Moneda, que manifestó que era necesario para emitir su informe que se remitiesen las monedas falsas, exponiendo que no existiendo en ese momento corporación alguna con las funciones de la extinguida Junta de Comercio y Moneda, debía sin duda corresponder a esta comisión entender de los asuntos relacionados con la moneda. La regente en vista de ello tuvo a bien disponer que se informase al Ministerio de Hacienda y al de Marina de cuanto se creyera conveniente. 

Tras varios dictámenes y correspondencia cruzada sobre el asunto, el 5 de julio de 1839 el Ministro de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, José Primo de Rivera Ortiz de Pinedo, informó que el Supremo Tribunal había pasado al ministerio a su cargo el cajoncillo de monedas falsas remitidas por la Audiencia de Puerto Rico. Habiéndose conformado María Cristina de Borbón con el dictamen de la Comisión del Arreglo del Sistema Monetario, y tras verificarse repetidos ensayos, se dispuso que se instruyese el debido expediente para la consideración de si convendría o no prohibir en las islas de Cuba, Puerto Rico y Canarias las monedas de uno y dos reales de plata procedentes de la Casa de Moneda de Caracas, a cuyo fin se tenían pedidos los correspondientes informes.     

Para saber más: 

COLL Y TOSTE, C., Reseña del Estado Social, Económico e Industrial de la Isla de Puerto Rico al tomar Posesión de ella los Estados Unidos, San Juan, Puerto Rico, 1899.

CORDOVA, P.T. de, Memorias Geográficas, Históricas, Económicas y Estadísticas de la Isla de Puerto Rico, 6 vol., 1832.

CRESPO ARMÁIZ, J., Fortalezas y Situados. La geopolítica española y sus efectos sobre el desarrollo económico y monetario de Puerto Rico (1582-1809), Puerto Rico, 2005.

CRUZ MONCLOVA, L., Historia de Puerto Rico. Siglo XX, Tomo I (1808-1868), Madrid, 1970.

DASÍ, T, Estudio de los Reales de a Ocho llamados Pesos - Dólares - Piastras - Patacones o Duros Españoles, Valencia, 1950-1951, T. III.