Publicado en Crónica Numismática, 23 de enero de 2023
https://cronicanumismatica.com/propaganda-y-uso-con-fines-belicos-de-los-billetes-durante-la-guerra-civil-espanola-1936-1939/
Los
billetes, como las monedas o los sellos de correos, son fiel reflejo tanto de
las concepciones estéticas, religiosas y sociales del estado que los emite, así
como de su situación política. Por ello, durante la Guerra Civil ambos bandos
seleccionaron la iconografía presente en sus
emisiones notafílicas que mejor encarnase aquellos valores que querían publicitarse y convertirse en
señas de identidad nacional en un soporte, los billetes, que forman parte de la
vida cotidiana de los ciudadanos y que ejercen una labor divulgativa muy
importante. Por otro lado, el billete fue una importante arma de guerra para el
bando nacional, toda vez que buena parte de la masa monetaria que fue siendo
capturada a partir del 18 de julio de 1936 fue utilizada para financiar las
redes de inteligencia y para compras de equipo y divisas.
Con
ello se perseguía y se consiguió el hundimiento de la cotización del circulante
republicano y se imposibilitaron las relaciones comerciales de su gobierno.
Este último, aunque al comienzo de la guerra controlaba el 80% de la producción
industrial y el 40% de la agrícola, ante el hundimiento de la producción
producido entre otras razones por las colectivizaciones, recurrió a la
financiación del conflicto con las reservas de oro del Banco de España, las
cuartas del mundo al comienzo de la guerra, que se agotaron en 1938. Este
expolio llevó a una inflación desatada de los precios, con un incremento de los
mismos en un 1.500%. Si en el verano de 1936 una peseta republicana equivalía a
un 90% del valor de la nacional, a finales de 1938 se estimaba solamente en un
10%, y en un 5% a comienzos del año siguiente.
Al
poco tiempo de estallar el conflicto, por Decreto de 12 de noviembre de 1936,
las autoridades nacionales negaron la validez de los billetes emitidos por la
República con posterioridad al 18 de julio del mismo año, procediendo a su
resellado, y los republicanos negaron validez a los emitidos por el Gobierno de
Burgos por Decreto de 29 de noviembre del mismo año. La moneda metálica prácticamente
desapareció de la circulación, en especial la de plata batida durante el
periodo monárquico, y fue retirada de la circulación en la zona republicana por
Decreto de 13 de octubre de 1936 y sustituida por certificados provisionales de
papel. Su atesoramiento y la crónica escasez de moneda llevó a la emisión de
vales y sustitutos de billetes por un sinfín de municipios, instituciones
regionales, sindicatos, partidos o pequeños comerciantes. Estas emisiones
locales, aunque fueron prohibidas por Decreto de 6 de enero de 1938, siguieron
circulando hasta finales de ese mismo año.
Los billetes
circulantes en la zona republicana
La
masa monetaria de la época inmediatamente anterior a la proclamación de la
República estaba basada principalmente en la moneda metálica, y abundaba la
moneda de plata, careciendo el papel moneda de valor intrínseco. En la
tipología de las primeras emisiones republicanas hubo una línea continuista, en
el sentido de que carecieron de connotaciones políticas y se utilizaron
improntas relativas al pasado glorioso de España. En sus anversos se
representaron a pintores como Eduardo Rosales o Vicente López, o a personajes
como Juan Sebastián Elcano o el Gran Capitán, y en los reversos se usaron temas
artísticos. En 1935 se incluyó por primera vez en un billete el escudo de la
República.
En
este año, ante el atesoramiento que se hacía por los particulares de la moneda
de plata se tuvo que emitir papel moneda de bajo facial, de 5 y 10 pesetas, a
pesar de la negativa inicial del Banco de España. El 21 de mayo se encargó a la
firma británica Bradbury, Wilkinson y Thomas de la Rue la impresión de billetes
alegóricos de la República, con una figura femenina con corona mural para los
de 10 pesetas y con laurel en las de 5 pesetas. Esta emisión de 120 millones de
billetes de 5 pesetas y 70 millones de los de 10 pesetas de facial no fue
puesta en circulación hasta 1936, por el Decreto de 13 de octubre antes citado,
jugando un papel capital en el circulante republicano de la primera fase de la
guerra.
Durante
la guerra se pusieron en circulación o siguieron en la misma algunas emisiones
anteriores a la propia proclamación de la República, todas ellas impresas por
la firma británica Bradbury. Entre ellas, se encuentra en primer lugar el
billete de 1.000 pesetas de la emisión
de 1 de julio de 1926, en cuyo anverso se reproducía a Carlos I y en su reverso
el Alcázar de Toledo. Una emisión de 50 pesetas de 17 de mayo de 1927, con
Alfonso XIII en anverso y una reproducción del cuadro La fundación de Buenos Aires por Juan de Garay, fue resellada por
las autoridades republicanas con un sello oval con la leyenda REPUBLICA
ESPAÑOLA. De la misma fecha encontramos un billete de 500 pesetas con Isabel la
Católica en su anverso y Patio de los Leones, y en su reverso el escudo de los
Reyes Católicos, cuya circulación fue prohibida por el gobierno nacional.
El
billete de 25 pesetas de 15 de agosto de 1928, en cuyo anverso viene
representado Calderón de la Barca y su monumento en la madrileña Plaza de Santa
Ana y en su reverso La devoción de la
cruz no se puso en circulación hasta julio de 1936 en la zona republicana.
De esta misma serie se pusieron en circulación los ejemplares de 50 pesetas con
Velázquez y el Museo del Prado en anverso y La
rendición de Breda en reverso en julio de 1938 y en febrero de 1937 los de
100 pesetas con Cervantes y su monumento en la Plaza de España en anverso y Encuentro de Don Quijote con los Duques en
su reverso. El billete de 500 pesetas, con
Cisneros y la Catedral de Toledo en anverso y La Liberación de los Cautivos de Túnez en su reverso se puso
nuevamente en circulación en 1938, y el de mayor valor facial, 1.000 pesetas,
con Fernando III el Santo y Catedral de
Sevilla en anverso y la Última
comunión de San Fernando en reverso, se puso en circulación en junio de
1938.
Aparte
de estos billetes y los impresos durante el periodo republicano que se
encontraban en las reservas del Banco de España, hubo algunas emisiones nuevas,
como la de 31 de agosto de 1936, en cuyo anverso se representa un autorretrato
de Joaquín Sorolla y la torre del Miguelete, y en su reverso el cuadro de este
autor Sacando la barca. Su impresión
se llevó a cabo en Londres por la firma Thomas de La Rue. Debido a la escasez
de moneda fraccionaria, en 1937 y 1938 se
emitieron certificados provisionales de moneda fraccionaria con valores de 1 y
2 pesetas y 50 céntimos. En el de 50 céntimos se reproduce en su anverso una
alegoría de la República con gorro frigio, en el de una peseta la Victoria de
Samotracia y la Cibeles en su reverso, y en el de dos pesetas una alegoría de
la República y en su reverso el Puente de Toledo de Madrid.
En
Barcelona se emitieron el 15 de agosto de 1838 billetes sin figura de 100
pesetas y de 5.000 pesetas de facial el 11 de julio de este mismo año. En este
último, fabricado también por Bradbury, se reproduce en su anverso a Mariano
Fortuny y en su reverso su cuadro La
vicaría. Estas emisiones no llegaron a entrar en circulación, pues las
tropas nacionales ocuparon Barcelona el 26 de enero del año siguiente.
Tampoco entró en circulación una emisión
de 100 pesetas de facial fabricado por Thomas de La Rue con fecha de emisión 11
de marzo de 1938, con la Dama de Elche y un barco fenicio en anverso y el Huerto
del Cura de Elche en reverso.
Los billetes
circulantes en la zona nacional
Mientras
tanto, en la zona nacional se procedió, como antes también se apuntaba, al
marcado o resellado de los billetes, para con ello dar liquidez económica a su
bando, al hacer necesario para su circulación que la población ingresase los
billetes en las entidades bancarias, dado que el uso de billetes no
estampillados fue perseguido y castigado ejemplarmente. Para llevar a cabo este
resellado se adquirieron setenta máquinas manuales, y el sello se estampó en
seco en la parte superior de los billetes. Su diseño constaba de dos círculos
concéntricos, de 30 y 17 mm de diámetro, con la leyenda ESTADO ESPAÑOL –
BURGOS. La facilidad de su falsificación, que se realizó en suelo galo, hizo que llegase un momento en el que ningún banco francés
aceptase billetes españoles, por su incapacidad de dilucidar si eran verdaderos
o falsos.
Por
ello, el Banco de España radicado en Burgos decidió rápidamente el lanzamiento
de emisiones propias, en fecha 21 de noviembre de este mismo año, de billetes
de 5, 10, 25, 50, 100, 500 y 1.000 pesetas de facial. Para los mismos se
utilizó un papel con marca de agua importado desde Alemania por la imprenta
Casa Portella de Zaragoza. Otros ejemplares se fabricaron por la firma alemana
Giesecke Devrient, de Leipzig. Su diseño corrió a cargo de José López Sánchez-Toda,
que proyectó en su anverso el escudo nacional en el que la corona mural se
sustituyó por la real, aunque abierta. En los reversos de los tres billetes de
mayor facial se representaron monumentos de ciudades ya tomadas por su bando,
en el de mayor facial la representación del Alcázar de Toledo, en el de 500
pesetas la Catedral de Burgos y en el de 100 pesetas la Catedral de Burgos.
El
9 de marzo de 1937 se ordenó la retirada de los billetes estampillados, y en
ese mismo año se realizaron dos emisiones, el 18 de julio y el 12 de octubre. Para
las mismas se recurrió a la firma italiana Coen y Cartevalori. En estas
emisiones las connotaciones propagandísticas fueron mucho más evidentes,
fabricándose billetes de muy bajo valor facial, 1 y 2 pesetas, y utilizándose
como motivo el escudo del monarca Carlos III. El billete de 1.000 pesetas
recoge la imagen de Carlos I e incluye la leyenda II AÑO TRIUNFAL.
El
escudo de este bando no aparecerá en los billetes hasta la peseta de 28 de
febrero de 1938, basado en el de los Reyes Católicos, con la sustitución del
cuartel de las armas de Sicilia por las de Navarra y la inclusión del águila de
San Juan, el yugo y las flechas y las Columnas de Hércules. La última de las
series notafílicas del bando nacional durante la guerra se llevó a cabo el 20
de mayo de 1938. Sus tipos siguieron siendo monumentos arquitectónicos, siendo
los elegidos para las 25 pesetas la Giralda de Sevilla, el Castillo de Olite
para el de 50 pesetas, la Catedral de Santiago para los billetes de 500 pesetas
y la representación del cuadro Defensa
del Púlpito de San Agustín en el de 1.000 pesetas.
Para saber más:
CORPORALES
LEAL, C., “Moneda y Guerra Civil española: Delitos monetarios”, Ab Initio,
Núm. Extra. 1, 2011, pp. 169-202.
CORREYERO
RUIZ, B., “Propaganda turística y estatal en España a través de sellos y billetes”,
Historia y Comunicación Social, Vol. 7, 2022, pp. 31-45.
FRANCISCO
OLMOS, J.M. de, “El estampillado de billetes de banco: alteración de un
documento económico como medio de propaganda”, Revista general de
información y documentación, Vol. 14, Núm. 2, 2004, pp. 59-96.
IGLESIAS
RODRÍGUEZ, G. y FERNÁNDEZ GARCÍA, A., La
propaganda política durante la guerra civil española: la España Republicana,
Madrid, 2005.
MARTÍN-ACEÑA
MANRIQUE, P., “Los problemas monetarios durante la Guerra Civil española”, Studia
Historica. Historia Contemporánea,
nº 3, 1985, PP. 119-126.
RINCÓN CARRASCO,
C., “Propaganda política en la Guerra Civil: La emisión de billetes”, Ab Initio, Núm. Extra. 2, 2012,
pp. 279-312.
SANTIAGO
FERNÁNDEZ, J. de, “Utilización política y propaganda en el papel Moneda Español
entre la II República y el Primer Franquismo”, Gaceta Numismática, Nº.
153, 2004, pp. 23-44.
TORTELLA
CASARES, Teresa, “El billete español en la Edad Contemporánea. Mucho más que un
medio de pago”, en VII Jornadas Científicas Sobre Documentación
Contemporánea (1868-2008), Dpto. de Ciencias y Técnicas Historiográficas,
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2008.
VVAA, La moneda a la guerra civil espanyola: art, disseny i
propaganda, XXII Curs d’Història Monetària Hispànica, 27 y 28 de noviembre de 2019.