De esta preciosa moneda solamente se acuñaron doce ejemplares, cinco de los cuales se encuentran en la colección de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y otro en los fondos del Museo Arqueológico Nacional. No llegaron a ponerse nunca en circulación, lo que hizo de la pieza de las 100 pesetas una moneda mítica de la Numismática española, y cada vez que aparece uno de sus escasísimos ejemplares en manos privadas en una subasta la convierte en un acontecimiento numismático, que suscita el máximo interés entre los coleccionistas.
La Revolución de 1868, conocida también como la Gloriosa o Septembrina, nació en el Pacto de Ostende de 1866, con una alianza entre los progresistas, demócratas y republicanos y un programa político que preveía el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Los hechos revolucionarios comenzaron con el alzamiento en Cádiz del Almirante Topete el 18 de septiembre de 1868, y tras la victoria en la batalla de Alcolea, la toma de Madrid y la huida de Isabel II a Francia, se formó un gobierno provisional, presidido por el General Serrano, que transformó en leyes los puntos programáticos de la revolución, y se convocaron Cortes Constituyentes el 6 de diciembre. En medio de este frenesí político, en fecha 19 de octubre de 1868 el Ministro de Hacienda, Laureano Figuerola firmó un Decreto por el que en todos los dominios españoles la unidad monetaria pasaba a ser la peseta, una moneda efectiva equivalente a 100 céntimos
Esta rápida aprobación parece demostrar que el proyecto de esta reforma monetaria estaba ya preparado, y que el nuevo Gobierno lo hizo suyo, incluyendo algunos cambios tipológicos y políticos, reconociendo la importancia de los tipos y leyendas de la nueva moneda como reflejo de la nueva constitución y de realizar en el menor tiempo posible el cambio tipológico de la moneda. Así se afirmaba en el propio Decreto, que consideraba indispensable la reacuñación de la moneda anterior, indicando que convenía olvidar el pasado, rompiendo todos los lazos con el mismo. Dado que no había más poder que la Nación, la nueva moneda solo debía ofrecer la figura de la patria y el escudo de armas de España, borrando del escudo las lises borbónicas o cualquier otro signo o emblema de cualquier persona concreta.
Esta perentoria necesidad de cambiar la tipología era a su entender la ocasión para cambiar el sistema monetario, ajustándolo al Convenio Internacional de 23 de 1865, que creó la Unión Monetaria Latina entre Francia, Bélgica, Italia y Suiza. Su el objetivo era compartir una moneda con las mismas características físicas para todos los países miembros y ayudar así a los intercambios comerciales. En los años siguientes llegó a sumar entre afiliados, asociados y alineados 33 miembros. Aunque España estuvo al corriente de la iniciativa desde el primer momento, no fue en principio favorable a la adhesión, y cuando finalmente en 1870 la solicitó formalmente, fue rechazada por el gobierno francés.
En el Decreto se prevenía que todas las monedas cuyo tamaño lo permitiese ostentarían una figura que representara a España, con las armas y atributos propios de la soberanía nacional, y su valor, peso, ley, año de fabricación y las iniciales de los funcionarios responsables de la exactitud de su peso y ley expresados en ellas. A requerimiento del Gobierno Provisional, la Real Academia de la Historia emitió un Informe en fecha 6 de noviembre, en el que recomendaba que el motivo del anverso fuese el de Hispania como matrona romana, según el modelo de algunas medallas del emperador Adriano, recostada en los Pirineos y con sus pies en el Estrecho, con diadema en la cabeza y una rama de olivo en su mano.
En cuanto al escudo que debía constar en el reverso, después de dar numerosas explicaciones, su propuesta fue la de que constase de:
Escudo cuartelado en cruz: primero, de gules y un castillo de oro, almenado de tres almenas, y donjonado de tres torres, la del medio mayor; cada una también con tres almenas, el todo de oro, mazonado de sable y adjurado de azur: segundo, de plata y un león de gules, coronado de oro, armado y lampasado de lo mismo: tercero, de oro y cuatro palos de gules: cuarto, de gules y una cadena de oro puesta en orla, en cruz y en sotuer: entado en punta, de plata y una granada al natural mostrando sus granos de gules, sostenida, tallada y hojada de dos hojas de sinople. Acostadas, una á cada lado, las dos columnas de Hércules, de plata, con la basa y el capitel de oro, liadas con una lista de gules, cargada con el Plus ultra de oro.
En base a estas recomendaciones, en fecha 12 de enero de 1869 se convocó un concurso nacional e internacional para la elaboración de los cuños de las nuevas monedas a acuñar de oro, plata y bronce. En su artículo 4º establecía que la moneda de oro debía tener 21 milímetros de diámetro, 6,45161 gramos de peso y grueso o espesor de 0m, 00130. Pormenorizaba asimismo los motivos que debía tener, tanto en el anverso como en el reverso. En su anverso se apartaba del dictamen de la Real Academia de la Historia, al representarse Hispania no recostada sino de pie señalando al Estrecho, manteniendo todos los demás atributos. Debía tener una moldura gruesa y de bastante relieve, y mientras que en la parte superior debía ponerse España, debía dejarse espacio en el exergo suficiente para poner las cifras del año y las marcas de los funcionarios responsables de la fabricación. El escudo del reverso es trasunto del propuesto por la Academia, y se preveía que los artistas debían consultar los mejores modelos de los siglos XIII a XV, tanto para los castillos y leones como para la granada abierta, y cada cuartel debía rallarse según su esmalte o color.
Rodeando al escudo debían aparecer como en guirnalda los atributos de la abundancia u otros apropiados, a elección del artista, y como remate o timbre superior una estrella de seis puntas despidiendo ráfagas luminosas. En su parte de arriba debía constar la leyenda Ley de 900 milésimas – 155 piezas el kilóg., y en la parte de abajo 20 pesetas, y ambas leyendas debían colocarse en el círculo resultante entre el escudo y el canto de la moneda. Su moldura debía ser igual a la descrita en el anverso, y la virola debía llevar la leyenda Soberanía nacional, y una estrella de seis puntas, marca de ceca de la Casa de Moneda de Madrid.
El jurado del concurso falló el 30 de marzo de 1869 de forma bastante confusa, ya que dejó desierto el dedicado a la plata, por lo cual el 5 de febrero ya encargó a Marchionni que prepara la acuñación de la plata según el diseño de las medallas de 1868. Para el bronce fue aprobado el diseño presentado por Luis Plañiol, grabador principal de la Casa de la Moneda, y para el oro el de José Esteban Lozano, profesor de grabado en hueco de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los modelos aprobados fueron retocados por el grabador general Luis Marchionni, y el resultado del concurso llevó a realizar unas pequeñas modificaciones en cuanto a sus bases originales.
En lo referente a la moneda de oro, el Gobierno Provisional no llegó a acuñar en este metal. De este período sólo se conoce la pieza de 100 pesetas estudiada, cuyo anverso es similar al de la plata, aunque Hispania aparece de pie, según el diseño aprobado, y el reverso muestra el nuevo escudo de España bajo corona monárquica, sobre manto de armiño y rodeado del Toisón de oro, lo que nos indica que esta pieza se diseñó tras la aprobación por parte de las Cortes Constituyentes de que España sería un Reino, pero antes de que se votara quién sería el nuevo rey, ya que no aparece ningún símbolo dinástico.
Su fecha de emisión y fabricación es 1870, y no hay datos en la Casa de la Moneda sobre su acuñación. Para su emisión, se utilizó en su anverso el diseño realizado por José Esteban Lozano, que cumplía todas las indicaciones contenidas en el concurso en el que había resultado ganador, siendo grabada por Luis Marchionni Hombrón. Incluimos en este artículo la imagen de la prueba del anverso realizada de la misma en bronce y firmada por Luis Marchionni.
La leyenda que ocupa el campo superior de la moneda alrededor de la figura es *ESPAÑA*, llevando en ambas estrellas la cifra 70. La leyenda inferior en exergo es la del año de emisión, 1870, y en su parte izquierda, a la altura de la representación de Gibraltar, aparece el nombre del grabador, L·MARCHIONNI. Mayor complejidad, como apuntábamos antes, tiene el escudo de su reverso, rodeado por la leyenda LEY 900 MILESIMAS 31 PIEZAS EN KILOG·S·D·100 PESETAS·M·. Las siglas de ensayadores, SD, son las de Donato Álvarez Santullano y Eduardo Díaz Pimienta. En cuanto a la del Juez de Balanza, M, se corresponde con Ángel Mendoza Ordóñez. Estas siglas aparecen también sobre otra mítica moneda de 100 pesetas, la acuñada en 1871 a nombre de Amadeo I.
Fuentes:
Gaceta de Madrid, 20 de octubre de 1868, pp. 7-8.
Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 4, Año 1884, pp. 186-191.
Gaceta de Madrid, 15 de enero de 1869, p.2.
Bibliografía recomendada:
Rafael FERIA Y PEREZ: Laureano Figuerola: La Peseta y el Senado, Madrid, 2001.
José María de FRANCISCO OLMOS: La peseta: Nueva unidad monetaria y medio de propaganda política (1868-1936), Universidad Complutense, Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas, 2008, p. 127 y ss.
Javier de SANTIAGO FERNÁNDEZ, La peseta, 130 años de historia, Madrid, 2000
Rafael FERIA: La Peseta. Historia de una época, Madrid, 2002.
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