miércoles, 4 de mayo de 2011

Carlos V, cabeza del Sacro Imperio

Publicado en Crónica Numismática, Mayo 2000, pp. 50-53
En junio de 1519, el entonces rey de la Monarquía Hispánica, Carlos I, nieto del emperador Maximiliano, fue elegido por unanimidad para soportar el difícil gobierno del Sacro Imperio Romano Germánico, marcado por los conflictos político-religiosos y por la hegemonía otomana en el Oriente mediterráneo.

El Sacro Imperio Romano Germánico tiene sus orígenes en el Tratado de Verdún del año 843, que reparte entre los hijos de Ludovico Pío la herencia del padre de éste, Carlomagno. Este Reino de los Francos Orientales o Germania le tocará en herencia a Luis El Germánico, y estaba compuesto por los territorios de Franconia, Suabia, Baviera, Lorena y Sajonia. Su fundación efectiva se llevará a cabo por Otón 1 el Grande,  que anexionará a su Imperio el Reino de los Lombardos de Italia.
Los Habsburgo entrarán en escena en el año 1273, con la llegada a la dignidad imperial del conde Rodolfo, señor de algunos dominios en Alsacia y Suabia. La guerra que mantuvo contra Otocar, rey de Bohemia, engrandecerá su patrimonio con los territorios de Austria, Estiria, Carniola, y Carintia. Su hijo el también Emperador Alberto incorporará al Imperio el Reino de Bohemia.Habremos de esperar a 1437 para encontrar en la dignidad imperial a otro Habsburgo, Alberto II. Su hijo Federico III otorgará a Austria el título de Archiducado, y su nieto Maximiliano será Emperador de 1493 a 1519.
Maximiliano 1, el abuelo paterno de Carlos,  ha pasado a la historia como un gobernante poderoso, que luchará hasta lo indecible para proclamar en el Imperio la Paz Perpetua, intentando acabar para siempre con el bandidaje de los nobles y con las luchas feudales. Maximiliano contraerá matrimonio con María, la abuela de Carlos, heredera del ducado de Borgoña, parte integrante del Sacro Imperio. A la muerte de María, casará con una princesa Sforza de Milán, aliándose de esta forma con la más poderosa dinastía de Italia. Su política exterior girará en torno al mantenimiento de la herencia borgoñona, la apertura de una base de movimientos en la península itálica y la vuelta a la sumisión al Imperio de Suabia, independiente desde los tiempos de su antepasado Alberto 1, asesinado cuando se dirigía a sofocar una rebelión de los montañeses suizos.  Para la consecución de estos objetivos tendrá que guerrear contra Francia, y esta enemistad será heredada por su nieto Carlos una vez elevado a la dignidad imperial. Tuvo que reconocer la independencia de los cantones suizos, entregar el Milanesado a los franceses y renunciar a gran parte del ducado de Borgoña, que se quedará reducido al Franco Condado, el Charolais y los Países Bajos. 
A la muerte de Maximiliano su nieto Carlos será el primer candidato que reclame la corona, siendo sus contrincantes Enrique VIII de Inglaterra, Federico el Prudente, elector de Sajonia, y, sobre todo, Francisco 1 de Francia. La balanza se inclinará finalmente por el entonces Rey de las Coronas Hispánicas, con el apoyo económico de los más fuertes banqueros de Europa, los Fugger de Augsburgo, que pondrán su inaudita fortuna al alcance de los electores, y el de las bandas de aventureros de Francisco de Sickingen, que reunidas en las cercanías de Francfort intimidaron a aquellos electores que no se había conseguido atraer al partido de Carlos por las buenas. Carlos será elegido unánimemente Emperador el 28 de junio de 1519.  Los electores impondrán al nuevo soberano una serie de condiciones, como no emplear tropas extranjeras dentro del Imperio, no convocar dietas fuera de los estados imperiales, usar la lengua alemana en las deliberaciones, y exponiendo además los viejos anhelos de reforma constitucional y el establecimiento de un Consejo de Regencia.
El Sacro Imperio que heredará Carlos era un ente supranacional, constituido por multitud de principados laicos y eclesiásticos y ciudades imperiales, que se extendía por territorios hoy en día integrados en la República Federal Alemana, Austria, Chequia, Eslovaquia, Polonia,  el Benelux, gran parte del este de Francia e Italia, excepto la República de Venecia, los Estados Pontificios y las posesiones de la Corona de Aragón. De su padre Felipe había heredado en 1506 las dieciséis provincias del Condado de Flandes, los ducados de Limburgo y Luxemburgo, el Franco Condado y el Charolais. De su abuelo paterno Maximiliano recibirá las posesiones personales de los Habsburgo, integradas por Austria, Estiria, Carniola, el Tirol y Sundgau. Ya desde 1512, las posesiones de los Habsburgo de las Casas de Austria y  del llamado Círculo Borgoñón, del que era regente en nombre de su nieto, serán separadas por Maximiliano de las injerencias de otras partes del Imperio.
Desde el primer momento la política europea del nuevo Emperador está marcada por la heredada enemistad con Francia. La primera fase de esta guerra acabará con el aplastamiento de la nación vecina en la batalla de Pavía, que la relegará a una potencia de segundo orden en los asuntos internacionales durante una centuria. Cuando Francisco 1 reanude la guerra en 1535, aliado con los príncipes germanos y el Imperio Otomano, Carlos habrá de pactar una tregua de diez años. Estas guerras supondrán la adquisición para Carlos del Milanesado en la Lombardía y los Estados de los Presidios en Toscana.
Un segundo frente exterior al que tuvo que hacer frente desde los primeros años de su gobierno será la presión turca sobre los Balcanes, los territorios alemanes de la casa de Habsburgo y las costas del Mediterráneo. Ya en 1521 deja en manos de su hermano Fernando la administración de los Estados austríacos de los Habsburgo, los que recibirán mayor presión de la Sublime Puerta. Cuando en 1526 muere en la batalla de Mohacs contra los turcos el soberano Luis II de Hungría y Bohemia, cuñado del Emperador Carlos, Fernando se asegurará su elección como Rey de Bohemia, pasando desde entonces las regiones de Silesia, Moravia y Bohemia a formar parte de los territorios patrimoniales de los Habsburgo.  También intentará lograr la Corona de Hungría, teniendo para ello que combatir a las avanzadas del ejército turco que habían conquistado Belgrado en 1521 y amenazaban las fronteras orientales de Austria. Aunque estaba respaldado por la reina viuda María, su hermana, y numerosos partidarios, y fuese nombrado rey de Hungría, tuvo que vencer la oposición de Zapolya, voivoda de Transilvania, elegido también rey por los nobles magiares, aliado con el Sultan y Francisco 1 de Francia. 
En 1529 las tropas de jenízaros subirán otra vez por el Danubio hacia el centro de Europa, conquistando Buda, la capital de Hungría, dejando allí como gobernante a Zapolya, e iniciando el asedio de Viena. El Emperador y su hermano el rey de Romanos, convocarán a los príncipes alemanes en defensa de la Cristiandad, y con la ayuda directa de los Tercios españoles, harán retroceder al turco. En 1538 Zapoya reconocerá los derechos al trono de Fernando. Al año siguiente de la muerte del transilvano, en 1541, los otomanos invadirán Hungría, reduciendo esta nación a una provincia turca hasta 1699. Carlos intentará su reconquista en 1542, pero en 1545 hubo de aceptar la Tregua de Adrianópolis para hacer frente a la Liga Protestante de Esmalcalda. Esta paz será prorrogada y será observada en mayor o menor medida hasta 1593.
El tercer gran peligro para el gobierno imperial de Carlos no vino de los enemigos externos, sino de sus propios súbditos alemanes.  Durante sus primeros veinte años de gobierno, se fraguará en Alemania una revolución espiritual que Carlos no pudo contener, la Reforma. Martín Lutero se hará eco de las aspiraciones de reforma de los defectos de la Iglesia, en la que  se había extendido un espíritu mundano, y se convertirá con su recia voluntad en el inspirador y guía del “puro evangelio”. Declarado proscrito en el Imperio en la Dieta de Worms, convocada por Carlos en 1521, será protegido por su soberano Federico de Sajonia, señor del Estado más poderoso del Imperio tras los territorios de los Habsburgo,  en el castillo de Wartburgo, donde Lutero acabará su versión alemana del Nuevo Testamento. En los años siguientes, gran parte de los estados laicos, las ciudades imperiales y la población germana abrazarían la reforma. Desde que en la Dieta de Spira de 1529 protestaran contra la validez de las resoluciones por mayoría en materia religiosa, se les llamó siempre protestantes. En la Dieta de Augsburgo presentarán sus doctrinas bajo la denominación de la Confesión de Augsburgo, que constituye la base de la iglesia luterana hasta hoy día.
La principal consecuencia de la Reforma fue la consolidación progresiva del poder  político de los príncipes alemanes, tanto católicos como protestantes. Los gobernantes alemanes se ungirán a sí mismos como jefes supremos de las iglesias de sus territorios, representando tanto a Dios como a un deificado Estado ante sus súbditos. Los señores alemanes avanzarán hacia la federalización del Imperio, consiguiendo que, tras múltiples guerras y enfrentamientos, se dicten en 1555 las Ordenanzas Ejecutivas y la Paz Religiosa, que junto con la Bula de Oro de 1356 y el Orden Público de 1495 se convertirán en los estatutos de la Constitución Imperial. Es de reseñar igualmente del reinado de Carlos la Constitutio Criminalis Carolina, aplicada desde 1532, adaptación del Derecho Romano vigente en toda Alemania hasta mediados del siglo XIX.
Las emisiones monetarias del Imperio vendrán influidas tanto por la política imperial de Carlos como por el cambio religioso de la Iglesia Reformada. Aunque en tiempos de Carlos se acuñarán a su nombre monedas en los territorios del Sacro Imperio por infinidad de condes, obispos y otros señores laicos y religiosos, en las mismas se hacía mención a los nombres y cargos de aquellos que las emitían, por lo que, como afirma don José A. Vicenti, más parecen acuñaciones conmemorativas que monedas propiamente dichas. De hecho, la moneda de plata de gran tamaño de tipo Talher será ampliamente usada por los príncipes alemanes con motivos propagandísticos.
El órgano político que decidía las acuñaciones era el Reichstag. Habrá durante este tiempo una dura pugna entre los que defiendan la utilización del Florín de oro de ley acreditada y los propietarios de las minas de plata, que acabarán imponiéndose, dada la gran pujanza y magnífica calidad de la plata que llegaba de las Indias. En este último grupo se encontraban la sociedad o unternehmer de banqueros Fugger, que se habían enriquecido con la adquisición de las minas de plata del Tirol, y habían desarrollado técnicas muy avanzadas en la depuración del mineral. Por su condición de prestamistas del Emperador, ya por sí mismos o en colaboración frecuente con los Welser, con su inmensa fortuna podían suministrarle anticipos de numerario a Carlos, cobrando un menor interés que otros banqueros de la época. El cobro de dichos anticipos les suponía adquirir  plata del Nuevo Mundo de excelente calidad.
Se observa también en los territorios imperiales en esta época, como sucedía en los reinos hispánicos, una falta de moneda menuda, lo que hizo que hubiese numerosas acuñaciones fraudulentas, llamadas Kippen y Wippen, que también llegarán a la vecina Suiza. Estas acuñaciones harán que las monedas de plata de buena calidad suban de precio, lo que ocasionará motines, retirada de circulación de moneda y tasaciones de su valor. En 1524 una ordenanza establecerá como base monetaria en lo metrológico el marco de Colonia, de 233,85 gramos. El tipo elegido para el anverso será el águila imperial, quedando el reverso reservado a los maestros de ceca. La moneda de oro elegida será el florín de 22 kilates, y la moneda de plata el guldiner de 29,23 gramos y 973 milésimas. Esta reforma será duramente combatida,  y aún directamente no aplicada, en determinados Estados del Imperio, resultando cuanto menos paradójico que uno de los que incumplen dicha ordenanza sea el Archiducado de Austria de Fernando, el hermano de Carlos. Por la Ordenanza de Augsburgo de 1551 Carlos intentará la implantación de un Guldiner de mayor peso, pero de peor ley, lo que motivó tanto descontento como las medidas anteriormente vistas.
Aun cuando el emperador Carlos fuese el primogénito de la Casa de Habsburgo, dejará en manos de su hermano Fernando, que le sucederá en la corona imperial, las posesiones heredadas de su abuelo paterno Maximiliano, solar de su familia. Tras Carlos, último Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico ungido por un Papa, las tierras de los Habsburgo se escindirán en dos grandes brazos.  Por un lado, la rama austriaca,  descendientes de Fernando I, los reyes de la monarquía bicéfala austrohúngara que crecerá con los años por los Balcanes, y ocuparán la corona Imperial durante siglos, con la única excepción del trienio 1742-1745, hasta su caída tras la Primera Guerra Mundial. Carlos reservará en tierras del Imperio para sus descendientes su Borgoña natal  y sus adquisiciones en Italia.

Acuñaciones de los Países Bajos.

El territorio flamenco constituye en la primera mitad del siglo XVI una potencia económica y cultural de primer orden. Es, a su vez, la llave de acceso a las Islas Británicas, al desarrollado financiera e industrialmente norte de Alemania y a la fuente de materias primas que en aquella época era el Báltico. Entre las emisiones fechadas de Carlos posteriores a 1516, encontramos acuñaciones de cobre, vellón, plata y oro, que pasamos a detallar.
La moneda de cobre de la época es la Corta, de la que encontramos cuatro tipos diferentes, dos de las Cecas del Ducado de Brabante, Amberes y Maestricht, otro en la ceca de Nimega, en el Ducado de Gueldres, y un cuarto en la de Brujas, perteneciente al  Condado de Flandes. Las primeras emisiones fechadas de Cortas las encontramos simultáneamente en Amberes, con busto del Emperador en el anverso, y en Brujas, en 1543. A partir de este momento, se suceden las acuñaciones casi initerrumpidamente hasta 1556. Entre las monedas de cobre sin fechar, encontramos las Miajas, de las que existen ejemplares de la Ceca de Namur.
Solamente tenemos representando al vellón entre las emisiones fechadas monedas de dos Mites de la ceca de Namur, de 1548 y 1549. Sin embargo, hay multitud de acuñaciones de este metal sin fechar, entre las que podemos citar abundantes variantes de monedas de dos y cuatro Mites, los Dineros y los cuartos y medios Gruesos.
Entre las monedas de plata, destaca la gran variedad, hasta cinco tipos diferentes, de las monedas de cuatro patard, correspondientes a las cecas de Nimega, Amberes, Maestricht,  Dordrecht y Brujas. En las cuatro primeras se comienza a emitir este tipo de moneda en 1536, y en Brujas en 1544. Encontramos acuñaciones de este tipo de moneda casi ininterrumpidamente hasta 1553.  Otras monedas de plata con fecha de emisión son una moneda de un Piedfort de la ceca de Brujas en 1551, en la que se usó el mismo cuño visto para las Cortas del mismo tipo, y un Florín Carlos de la ceca de Dordrecht, en el Condado de Holanda de 1550. Sin fechar existen gruesos emitidos en las mismas cecas vistas para los cuatro Patard y en la de Namur, uno y dos Patard , medio y un real y un Florín Carlos.
Entre las monedas de oro de la época Carolina se encuentran los medios y un Florín, los medios y un Real, los Toisones y las Coronas de Sol. Solamente encontramos piezas fechadas de éste último tipo, en las cinco cecas citadas para los cuatro Patard. Existen también variantes híbridas de Coronas de Sol, con anverso tipo Brujas y reverso del tipo Amberes de 1541 , y dos emisiones de 1541 y 1545 con el reverso del tipo Dordrecht.
               
Emisiones del  Franco Condado.

El Franco Condado de Borgoña fue una provincia muy mimada por el Emperador. Constaba de unos 15.000 kilómetros cuadrados, y estaba rodeado por la Alsacia y la Lorena, territorios imperiales, Suiza y el ducado de Borgoña, posesión francesa. Era un país rural, con apenas dos ciudades importantes en las que encontraremos las cecas de este enclave: Dola, la capital, y la Ciudad Imperial de Besançon. Territorio neutral durante más de dos siglos, gozaba de un amplio autogobierno político y era prácticamente autosoberano fiscalmente hablando. Territorio fidelísimo a los Habsburgos españoles, ofrecerá una resistencia a ultranza a la invasión francesa de 1668, reinando Carlos II, tataranieto del Carlos Emperador y último rey español de la Casa de Austria, y desde ese momento hasta que sea cedido definitivamente en 1674 a Luis XIV,  perderá dos tercios de su población. 
Las monedas de cobre de esta época son el medio y un Niquet. Encontramos una emisión de medio Niquet, sin fechar, de la ceca de Besançon. Entre las acuñaciones de un Niquet, hay un primer tipo de la ceca de Dola, con una K coronada en el anverso y cruz de San Andrés en el reverso, del que existen emisiones entre 1550 y 1553, y en 1555. En la de Besançon encontramos tres tipos de acuñaciones. La primera no está fechada, y lleva una cruz en el anverso y un águila entre dos columnas, motivo que se repetirá mucho en las emisiones francontesas. La segunda tiene un reverso similar y en el anverso aparece el retrato del Emperador coronado, y existe una emisión sin fechar y otra de 1537. Del ultimo tipo hay emisiones de 1544, 1550, 1551 y 1556.
Entre las monedas de plata, encontramos los Blancos, los Carlos, los Testones y los Daeldre. En la ceca de Dola hay emisiones de monedas de medio Blanco en los mismos años vistos para los Niquet, apareciendo en ellas un león coronado en el anverso y una cruz en el reverso. También de la ceca de Dola existen acuñaciones de medio Carlos en 1537, 1542 a 1544, 1552, 1553 y 1555, y emisiones de un Carlos de 1552 y 1553. De la ceca de Besançon salieron acuñaciones de un Blanco en 1542, 1543, 1549, 1551 y 1554, dos Blancos en 1537 y 1542, un Testón en 1537 y 1539 y un Daeldre en 1541. Merece destacarse la moneda de dos Blancos de 1542, con el busto del Emperador sosteniendo una espada y un globo terráqueo en el anverso y un águila bicéfala en el reverso, siendo la única acuñación francontesa en la que dicho símbolo aparece en tiempos de Carlos.  
El oro fue utilizado para emitir una moneda de un Florín de la ceca de Besançon el año 1541. En el anverso de la misma aparece un retrato de cuerpo entero del Emperador sujetando la espada y el globo terráqueo, los símbolos del Imperio desde Carlomagno, y en su reverso una cruz en cuyo centro volvemos a encontrar el águila entre las dos columnas.
La leyenda más común en todas las monedas estudiadas en el anverso será CAROLUS QVINTUS IMPERATOR. En el reverso se hace referencia al Condado en la ceca de Dola, M.C.BURGVNDIE, y a la ciudad en Besançon, MONETA CIVITATIS BISVNTINE.

Permanencia de la figura de Carlos V en la moneda francontesa.

Hay que destacar el hecho de que, durante los reinados de todos los reyes de la Casa de Austria, mientras que en la ceca de la capital francontesa, Dola, se acuñara moneda a sus sucesivos nombres, en la ceca de Besançon exclusivamente se emitirá moneda a nombre de Carlos V.
En tiempos de Felipe II, en la ceca de Besançon, se emitirán monedas de vellón de dos y cuatro Carlos, monedas de plata de un Florín y monedas de oro de una y dos pistolas. Suele representarse su efigie coronada con hojas de laurel en el anverso, mientras que en el reverso la imagen que más se repite es la del águila bicéfala, salvo en las monedas de oro, cuyo reverso recoge las Columnas de Hércules.
De la época de Alberto VI e Isabel Clara Eugenia, Archiduques de Austria, que recibieron los señoríos de la Casa de Borgoña del padre de Isabel, Felipe II, gobernándolos de 1598 a 1621, y volviendo dichos territorios a la soberanía del Rey de España al no haber tenido descendencia, existen también dos emisiones de un Carlos de vellón de la Ceca de Besançon.
Es en la época de Felipe IV donde mas emisiones de moneda a nombre de Carlos V y más variedad de ellas existen. Acuñaciones de vellón encontramos de un Demipitte y de un Carlos.  Las monedas de plata emitidas son de 1/32, 1/16, 1/8, 1/4, medio y un Patagón, y de un cuarto, medio y un Daeldre. También hay gran variedad en las emisiones de monedas de oro, de medio, uno y dos Ducados, y una y dos Pistolas.
En tiempos del último de los Austrias españoles, Carlos II, solamente se acuñará moneda en el Franco Condado a nombre de Carlos V. Son emisiones de plata de medio y un Daeldre de plata, y la última acuñada data de 1667. 

BIBLIOGRAFIA

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* La monarquía de los Habsburgo 1809-1918. A.J.P. Taylor. Editorial Argos Vergara SA.1983.



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