miércoles, 4 de mayo de 2011

Gobierno de Carlos I de España y V de Alemania en la península itálica

Publicado en Crónica Numismática, Marzo 2000, pp. 44-47


A la muerte en 1516 de su abuelo materno Fernando V de Aragón y III de las Dos Sicilias, Carlos de Gante heredará los territorios ibéricos de los reinos que conforman la Corona de Aragón y Navarra y los itálicos de Sicilia, Nápoles y Cerdeña. La presencia aragonesa en Sicilia había comenzado en el año 1282, tras las Vísperas Sicilianas, de la mano del rey Pedro III de Aragón, y una dinastía aragonesa gobernaba la isla desde 1296. Cerdeña entrará en la órbita de la Confederación con la entrega por parte del Papa Bonifacio VIII a Jaime II, rey de Aragón y Valencia y Conde de Barcelona, del Regnum Sardinae et Corsicae en feudo en 1297. La anexión del Reino Unido de Nápoles se producirá en 1441 por la paz de Cremona, que pondrá  fin temporalmente a las aspiraciones francesas de los Anjou.

Esta herencia se convirtió en motivo de discordia con Francisco 1 de Valois, rey de Francia,  dadas las aspiraciones expansionistas del  país vecino en Italia y su alianza con el Imperio Otomano, lo que suponía una seria amenaza para las comunicaciones entre la Península Ibérica y el Imperio, amén de suponer un peligro para  la posición imperial en el Mediterráneo. La política de Carlos con respecto a Italia por esta razón vendrá marcada por la eliminación de la influencia francesa en esta península.  Siendo ya Rey de las Coronas Hispánicas, Señor de Borgoña y Emperador del Sacro Impero, Carlos demostró ser un hombre prudente y resuelto, que creía  firmemente que el control de Italia y unas buenas relaciones con el  papado eran premisas esenciales para legitimar su dominio sobre toda Europa. El hecho de que no quisiese adquirir nuevos territorios, sino que se conformase con mantener a los gobernantes nativos en sus respectivos estados, siempre que reconociesen el poder supremo del  Imperio, la ya larga tradición de gobierno ibérico en los reinos del sur de la península itálica y la adopción de una política no agresiva, favorecieron la derrota de los franceses y el establecimiento de la dominación imperial en Italia.

En estas circunstancias, las tropas imperiales expulsarán en 1521 al francés de Milán, nombrando Duque a Francisco Sforza. La batalla de Pavía, acaecida en 1525, se saldó con una rotunda victoria sobre Francisco, que cayó prisionero  y se vio obligado por la Paz de Madrid a reconocer los derechos de Carlos sobre Milán y Borgoña. Esta situación alarmó a los estados italianos, que veían peligrar su independencia, que se unieron junto a Francia y el Papa Clemente VII en la Liga de Cognac. Como respuesta, Carlos enviará un ejército imperial a Italia, que llegó a las puertas de Roma en 1527. Muerto su jefe, el condestable de Borbón, la soldadesca, compuesta de unos veinte mil  españoles y alemanes, muchos de estos últimos mercenarios protestantes, tomará a saco la Ciudad Eterna, para horror y asombro del mudo cristiano. Mientras Roma es entregada al saqueo implacable, la violación de religiosas, la destrucción de su patrimonio artístico y el pillaje, los súbditos hispánicos de Carlos guardan luto. Se ha dicho que el Saco de Roma supuso el fin del Renacimiento, acabando con la libre, pagana y alegre vida romana, que podemos analizar en la novela “La Lozana Andaluza” de Francisco Delicado, bajo la rígida influencia de la Contrarreforma y España.

Con la deserción de Génova de la Liga de Cognac, que supondrá la puesta a disposición desde entonces de su potente escuadra, al mando de Andrea Doria, a las órdenes del Emperador, la batalla por Italia se volverá a favor de Carlos. El rey francés se verá forzado por los Tratados de Cambrai y Barcelona a renunciar a sus derechos sobre la península itálica, y Carlos será ungido Emperador por Clemente VII en la Iglesia de San Patronia en Bolonia. Esta situación se mantendrá hasta 1559, no obstante las guerras que se siguieron manteniendo entre Carlos y Francisco, principalmente por el dominio de Milán, donde, tras la muerte de Francesco Sforza  sin descendencia en 1535, el Emperador ejercerá un gobierno directo. Se establece así lo que será el modelo de gobierno imperial, y más tarde español,  sobre los estados italianos hasta los albores del siglo XVIII, sometidos a la tutela del Sacro Imperio, con la relativa excepción de los Estados Pontificios, con uniones cimentadas, en la mayoría de los casos, en matrimonios de conveniencia. Los Sforza de Milán, los Gonzaga de Mantua, los Este de Módena y Ferrara, los Médicis de Toscana y los Farnesio de Parma estarán, en muchos casos, emparentados por matrimonio con los Habsburgo.
               
Las monedas emitidas por estos soberanos de escaso poder político reflejan el gusto por las artes de los mismos, de acuerdo con la tradición renacentista, que se plasma en trabajos tan maravillosos como los de Francesco Parmese, que imita las monedas de la antigüedad clásica. No podemos olvidar que es un soberano italiano, Francesco Sforza de Milán, el que en 1462 hace grabar por primera vez en una moneda su efigie, retomando la tradición del Imperio Romano, denominándose a partir de entonces Testón  todas aquellas acuñaciones en donde aparece el perfil de la cabeza en el anverso. Aparecen en las emisiones espléndidos retratos, siendo especialmente relevantes las emisiones de los Gonzaga de Mantua, las de Juan Bentivoglio en Bolonia y las de la casa de Este en Ferrara, Reggio y  Módena.

Es importante destacar una serie de perturbaciones que se producen en la economía en general y en las emisiones numismáticas en particular, causadas a finales del siglo XIV y principios del XV por el descubrimiento del Cabo de Buena Esperanza por los portugueses y la expansión del Imperio Otomano por el Mediterráneo oriental y los Balcanes, que supusieron un profundo cambio en las rutas comerciales con oriente hasta entonces  dominadas principalmente por las Repúblicas Italianas, y en particular por la opulenta Venecia. Así, el zecchino o ducado de oro veneciano, de oro casi puro (3,46 gramos) y de circulación acreditada en toda Europa, se hace escaso en la segunda década del siglo XV, debido a la subida de precios causada por los motivos antes expuestos, por lo que se hace necesario el uso de monedas de plata introducidas por comerciantes alemanes. Para paliar esta situación, se hará necesaria la acuñación de moneda de plata de buena calidad, el medio sueldo o bezzo, para eliminar la moneda extranjera. Perturbaciones importantes se producirán asimismo por la afluencia de plata española procedente de América. 

Dentro de los territorios que actualmente constituyen parte integrante del Estado Italiano, Carlos acuñará moneda en los Reinos de la Casa de Aragón de Sicilia, Nápoles y  Cerdeña ya desde su coronación en 1516, tras la muerte de su abuelo materno Fernando. En el norte de Italia acuñará moneda bajo el título de Gran Duque de Milán. Este territorio del Sacro Imperio pasará por herencia a su hijo Felipe II, uniéndose desde entonces a la monarquía hispánica. Asimismo, en el Reino del Piamonte, también incluído en el  Imperio, acuña moneda como Conde de Asti y Marqués de Monteferrato, llevando también el título de Emperador. Es importante destacar que los sistemas monetarios de los diversos territorios no son uniformes, teniendo cada uno de los reinos y señoríos nombrados sus propias emisiones. Tras la expulsión definitiva de Nápoles de los franceses por las tropas del Gran Capitán en 1503, los reyes de la Corona de Aragón se denominarán Rey de las Dos Sicilias (Utriusque Siciliae Rex), más por la razón antes apuntada, estudiaremos ambas emisiones por separado.

 Emisiones napolitanas.

Las primeras monedas que encontramos de Carlos en tierras napolitanas vienen acuñadas conjuntamente por Carlos y  su madre Juana, tras recibir la herencia de su abuelo Fernando V de Aragón y  III de Dos Sicilias en 1516.  Encontramos emisiones de monedas de cobre de un cuarto de grano, medio grano, un grano y dos granos. El grano fue la moneda napolitana de cobre o bronce del siglo XIV, heredera de la tradición musulmana, que tenía el grano de mostaza como base de su sistema métrico de pesos. En estas acuñaciones encontramos como tema principal en el anverso las letras I*C bajo una corona, habiendo emisiones con Corona real y otras con Corona radiada en las monedas de medio grano y un grano. En el reverso, es la cruz el motivo grabado. La moneda de oro emitida bajo el nombre de ambos soberanos es el escudo, moneda heredera de la tradición medieval de incluir blasones en las emisiones. En  las mismas encontramos los cuarteles  de sus diversos reinos y señoríos, en la línea del Pendón Real de los abuelos maternos del soberano.  Las monedas de ambos tipos de metal aparecen sin fechar y son todas de la ceca de Nápoles, como todas las que veremos a continuación.

Encontramos gran cantidad de acuñaciones en nombre del Emperador, ya sin su madre, en la ceca de  Nápoles, tanto de cobre como de plata y oro.  La moneda de cobre napolitana se conoce como caballo, y encontramos fracciones de medio caballo y emisiones de uno, dos y tres caballos, en los que el motivo principal del reverso sigue siendo la cruz, salvo en los dos caballos, donde aparece una corona, mientras que en el anverso en muchos de ellos aparece el retrato del soberano. En las monedas de plata es donde más variedad de acuñaciones se observan. Encontramos cinquinas, fracciones de escudo, carlinos con sus múltiplos y fracciones, y medios ducados.

Entre las cinquinas, monedas de plata de inferior  valor, llama la atención la gran variedad de temas grabados en las mismas, tales como Toisones, columnas de Hércules, rosas y hojas de parra. Entre los carlinos, moneda conocida como grosso, encontramos medios carlinos y piezas de uno, dos y cuatro carlinos. El tema principal de los mismos es el  retrato de Carlos, o bien coronado o bien, como ocurre en algunas piezas de dos y cuatro carlinos, de corte clasicista, de acuerdo con la moda antes citada. En los mismos aparecen como leyendas CAROLUS V o incluso CAROLUS IIIII, REX HISPAN o REX ARAGO. Es bastante frecuente la aparición de escudos imperiales y águilas bicéfalas. Es curiosa, asimismo, la emisión  de una moneda de plata de 1/24  de escudo, fracción de la moneda de oro de la vecina Sicilia. La pieza de este metal más valiosa es el medio ducado, en los que también aparecen la representación clásica del Emperador  y las águilas imperiales. Como curiosidad, existen monedas de medio y un ducado de plata emitidas en Roma por las tropas que la estaban sitiando en la guerra contra Clemente VII, con la leyenda VTRIUSQ:SI:ET REX:ARAGO. La base del patrón oro en la moneda siciliana es el ducado y sus múltiplos. El ducado fue instaurado como moneda fuerte por el Rey Católico una vez el reino cayó en su poder, a  semejanza de las monedas españolas. Existen gran variedad de emisiones de uno y dos ducados, e incluso acuñaciones de cuatro ducados.

Acuñaciones sicilianas.

A diferencia de lo que ocurre con las monedas napolitanas, las emisiones sicilianas sí que vienen fechadas desde 1533, y en su totalidad proceden de la ceca de Messina. Las emisiones de Carlos están íntimamente ligadas con la tradición aragonesa en la isla, siendo la moneda de cobre característica el picciolo, y la de plata el tari o aquila, moneda originariamente árabe, en un principio de oro, y de plata desde finales de la Edad Media. Como en época de su antecesor  Juan III de Aragón, aparecen como motivos en estas monedas principalmente el retrato del soberano y el águila. Hay gran variedad de emisiones de moneda de medio tari y de uno, dos tres  y cuatro taris, en un principio sin fecha de emisión y más tarde, entre las fechadas, acuñadas ininterrumpidamente desde 1533, y gran número de errores y variantes, a  cuyo estudio se podría dedicar un artículo entero.

Las monedas de oro sicilianas fueron los triunfos y los escudos. La moneda más antigua, el triunfo, fue introducida por su abuelo Fernando en Sicilia, a semejanza del ducado veneciano, y con un valor de doce taris. Encontramos medios triunfos, triunfos y dobles triunfos de oro sin fechar hasta la reforma que el propio Carlos operó en 1538, introduciendo el escudo o scudo riccio, del que encontramos bastantes ejemplares, y los medios escudos. Dicha reforma supuso  la devaluación de la moneda siciliana, y consistió en una disminución en el peso del metal que no llevó aparejada una disminución en su tamaño.  Mientras que en las monedas de tipo triunfo aparecen con frecuencia los retratos del rey y el águila, en los escudos suele con frecuencia representarse la cruz de Borgoña  coronada en el anverso.

Monedas sardas.

A diferencia de lo visto en Sicilia y Nápoles, en Cerdeña funcionaron en tiempos de Carlos varias cecas, localizadas en Alghero, Sassari  y  Cagliari, si bien las dos primeras solamente emitieron moneda de cobre conocida como menudo. Es común citar en dichas monedas el lugar de procedencia, y existen gran número de variantes.  La ceca de Cagliari, la más importante de las tres, emitió moneda de vellón, conocida como cagliarese, uno, dos y tres reales de plata y escudos de oro. En el anverso de dichas acuñaciones suelen aparecer o bien el monarca o bien las barras de la Corona de Aragón, mientras que la cruz es el motivo más común  del reverso.

Emisiones milanesas y piamontesas.

Tal y como comentábamos anteriormente, el Ducado de Milán, perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico,  pasará a ser gobernado directamente por Carlos V desde 1535 con el título de Gran Duque. No se trata, por tanto, de territorios itálicos anteriormente gobernados por monarcas aragoneses, por lo que desaparecerán las referencias a estos reinos y la leyenda que aparecerá en dichas acuñaciones será  IMP CAES CAROLVS V AUG.  Entre las monedas de vellón, con muchas variantes, encontramos los dineros, la trillina y el seiseno. Entre las monedas de plata acuñadas, de las que también existe una gran variedad, aparecen el quindicino, la parpajola, los blancos, los sueldos, los testones, los burigocho y los ducatones. Especial mención merecen los ducatones con bellísimos cuños de Leone Leoni, que representan temas mitológicos y magníficos retratos del soberano, acuñados con plata española de magnífica calidad. En ellos aparece un  tema heráldico que será incluido en el escudo de España hasta la actualidad, el de las columnas de Hércules con el lema plus ultra.

En el Reino del Piamonte, también perteneciente al  Sacro Imperio, Carlos ostentará los títulos de Marqués de Monteferrato, Conde de Asti y Señor de Pavía. En la ceca de Asti acuñará monedas de cobre (seisenos, sueldos y gruesos), plata (caballinos, medios testones y testones). En la de Casale, perteneciente al marquesado de Monteferrato, encontramos rolabasos de cobre, caballinos de plata y escudos de oro.


 Estos territorios de la península itálica quedarán dentro de la órbita hispánica hasta 1713, cuando, tras la Guerra de Sucesión Española, pasarán temporalmente a Austria, salvo Cerdeña, que quedará incluida en el Reino del Piamonte. Parte de  la historiografía italiana es muy crítica con el este período, al que se refieren como dominación española, y lo ven como una época de estancamiento social, intelectual y político, en comparación con el Renacimiento. No obstante lo anterior, reconocen a Carlos y sus descendientes el mantenimiento de una política de mínima interferencia y el respeto a los gobernantes itálicos. Asimismo, la política llevada a cabo no fue impopular entre los habitantes de los territorios donde se gobernó directamente.  Cabe preguntarse si esa pérdida de protagonismo de la península itálica no fue en gran medida causada por el descubrimiento de otros continentes y la presión de la piratería otomana sobre las antiguas rutas comerciales mediterráneas, tanto o más que por la presencia española.  Aún durante el siglo XVIII, Nápoles, Sicilia, Parma y Etruria serán gobernadas por reyes borbones, Infantes de España, siendo el último de ellos en emitir moneda Fernando 1 de Dos Sicilias, muerto en 1825.


Bibliografía.

Breve historia de Italia. H.Hearder y D.P. Waley. Colección Austral. Espasa Calpe S.A. 1966.
Un viaje por la historia de Italia. Celeste Ediciones. 1991.
La forja del Imperio. Historia 16. Extra XVIII. 1981.
Historia de España. Volumen 5. Espasa Calpe S.A. 1999.
Catálogo General de la Moneda Española. Imperio Español (Europa). José Antonio Vicenti. 1976.
Introducción a la Numismática Universal. Antonio Beltrán. Ediciones Istmo.1987.

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