jueves, 5 de mayo de 2011

La saca de Orán

Publicado en Numismático Digital, 6 de abril de 2011

http://www.numismaticodigital.com/noticia/802/Artículos-Numismática/saca-orán.html

En la bella ciudad de Orán, segunda en población de la actual República de Argelia, es aún hoy en día palpable su herencia hispánica. Fundada en el año 902 por marinos y comerciantes andalusíes, fue tomada por las tropas castellanas al mando de Pedro Navarro en 1509, durante la regencia del Cardenal Cisneros. En 1708, durante la Guerra de Sucesión, fue conquistada por el bey turco de Argel, y posteriormente reconquistada por el Conde de Montemar en 1732, tras las campañas llevadas a cabo en la Península Itálica para la recuperación de los territorios perdidos en la Paz de Utrecht. Finalmente, en 1792, tras el terremoto que asoló la ciudad, fue vendida a los otomanos junto con Mazalquivir. Ello no supuso el fin de la presencia hispánica, dado que a partir de su anexión por Francia en 1831 fue el destino de una importante emigración procedente del levante español. 

  Durante el siglo XVIII prosiguió la llamada por los historiadores argelinos la Guerra de los Trescientos Años, con una importante diferencia con los dos siglos anteriores. Mientras que la presión berberisca en las costas españolas se redujo y prácticamente desapareció, el norte del Magreb se vio barrido por la actividad de la Armada Española, las naves de los presidios y por los corsarios cristianos, significativamente los ibicencos. Ello llevó al marasmo de todas las actividades mercantiles en estas costas, tanto las comerciales como las pesqueras, y asimismo a su despoblación. Ello conllevó también la imposibilidad de abastecimiento in situ de los presidios, que tenían que ser proveídos desde los puertos peninsulares.
  Durante esta centuria los presidios norteafricanos se convirtieron además en lugar de deportación de presos comunes, de militares expedientados, e incluso de miembros de la nobleza y algunos personajes ilustres, como Francisco Martínez de la Rosa o Agustín de Argüelles.  Ello hizo que menudearan las deserciones a tierra de moros, una de las razones esgrimidas en la Real Cédula de abandono de las plazas de Orán y Mazalquivir de 4 de enero de 1792, que cifra el número de las mismas en menos de treinta años en treinta mil.
  Este largo periodo de enfrentamiento, unas veces abierto y otras soterrado, acabará formalmente con la firma del Convenio de Amistad y Comercio entre el rey de España y el emperador de Marruecos el 30 de mayo de 1780, y el Tratado de paz, amistad y comercio entre España y la Puerta Otomana el 14 de septiembre de 1782. Ambos tratados fueron firmados durante la guerra mantenida contra Inglaterra entre 1779 y 1783, en los que tuvieron lugar la recuperación de Menorca y el sitio de Gibraltar. Otros Tratados similares se firmaron en 1784 con Trípoli, en 1786 con Argel y en 1791 con Túnez.
  Tras la firma del Tratado de Paz con Marruecos en 1767 se habilitaron las plazas de Ceuta y Orán para la extracción de moneda hacia este reino, debido a la necesidad de garantizar su suministro, satisfaciendo como derechos el 4% y cumpliendo las demás formalidades previstas. En 1769 se ordenó que de la moneda que se sacaba para el abasto del presidio de Orán con destino a las compras a los naturales de ganados y granos se cobrase el 4% de indulto, lo mismo que se hacía para el abastecimiento de los demás presidios.
  Con independencia de los avatares políticos, el comercio internacional en el Mediterráneo, como en todas partes del mundo, dependía de la plata americana. Las mercancías adquiridas por los estados europeos en África y en el Levante mediterráneo debían ser necesariamente satisfechas en metal argénteo acuñado procedente de las Indias españolas, normalmente en una especie concreta y determinada, y pagadas en efectivo. Así, por ejemplo, como cita Vilar, el algodón de Alepo era adquirido por comerciantes españoles y franceses, para posteriormente ser teñido y remitido a Lima o México, para ser allí cambiado nuevamente por plata.
  En 1787 se reguló la necesidad de que la moneda que se llevase a Marruecos fuese con los correspondientes despachos de aduanas. Los capitanes y patronos de los barcos que llegasen de aquellos dominios tenían que presentar declaración de los efectos que viniesen en las naves, y  cuando los marroquíes se embarcasen para España debían traer documento acreditativo de los caudales que condujeren.
  Como nos informaba Domingo Badía en su álter ego Alí Bey pocos años después, los arriales o reales de a ocho eran muy comunes en el reino alauita, y recibían una valoración de once onzas del país, mientras que la de los reales de a dos o pesetas era de tres onzas, con lo que el cambio de los duros en pesetas estaba fijado en cuatro pesetas y media. Esto alimentaba un continuo contrabando entre ambas orillas del estrecho, que esta norma intentaba evitar.
  No es extraño que uno de los artículos del Convenio firmado con Marruecos en 1780 haga referencia explícita a la necesidad que tenían los comerciantes de Fez de trocar la moneda de plata por oro para su comercio con Levante, argumentando que al tener el oro mayor valoración que la plata en el Oriente mediterráneo, perdían con el cambio. Solicitaban para ello que dos veces al año pudiesen ir los comerciantes a Cádiz a cambiar la moneda de plata por moneda de oro, y también para comprar cochinilla, producto que tenía mucha salida en esta ciudad, famosa por sus tenerías, y que sería satisfecha en moneda española, en pieles o en cera. A ello accedió por el monarca español, siempre que hubiese el suficiente numerario de oro, que en aquel momento era escaso por motivo de la guerra, pagando los derechos de nación más favorecida.
  Esta sobrevaloración de la moneda áurea se debía a la predilección en Oriente por los cequíes venecianos. La moneda argéntea más apreciada eran los táleros de María Teresa, moneda acuñada en Austria desde 1741 y de curso legal en muchos países africanos hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Dicha moneda, batida en las cecas de Günzburg, Hall, Karlsburg, Kremnica, Milán, Praga y Viena, fue asimismo acuñada a lo largo de su dilatada historia en Birmingham, Bombay, Bruselas, Londres, París, Roma y Utrecht, alcanzando su producción hasta el año 2000 a unos 389 millones de táleros. En la época que nos ocupa, las cecas austriacas se especializaron en su producción, realizada con los reales de a ocho españoles recibidos.
 
Documentos

. Se habilitan las plazas de Ceuta y Orán para la extracción de moneda para el Imperio de Marruecos, 15 de julio de 1768, Archivo Histórico Nacional, Fondo Contemporáneo, Mª Hacienda, Lib. 8025, fol. 232.
. Que la moneda que se saca para el abasto del presidio de Orán, se cobre el 4 por ciento de indulto como lo hace de la que se extrae para los demás presidios, 21 de octubre de 1769, Archivo Histórico Nacional, Fondo Contemporáneo, Mª Hacienda, Lib. 8026, fol. 295.
·Convenio de Amistad y Comercio entre el rey de España y el emperador de Marruecos firmado en Aranjuez a 30 de mayo de 1780”, en  CANTILLO, A. DEL, Tratados, Convenios y Declaraciones de paz y de comercio que han hecho con las potencias estranjeras  los monarcas españoles de la Casa de Borbón desde el año 1700 hasta el día,  Madrid, 1843.
. Sobre la moneda que se lleve a Marruecos y las guías por efectos conducidos a España desde allí, 22 de junio de 1787, Archivo Histórico Nacional, Fondo Contemporáneo, Mª Hacienda, Lib. 8038, núm. 3884, pg. 362.

Bibliografía


. BADÍA LEBLICH, D., Viajes de Alí Bey, Madrid, 1997.
. MARTÍN CORRALES, E., «La “saca” de plata americana desde España hacia el Mediterráneo musulmán, 1492-1830», en Antonio Miguel Bernal (ed.), Dinero, moneda y crédito en la monarquía hispánica. Actas del Simposio international «Dinero, Moneda y Crédito: de la Monarquía Hispánica a la Integración Monetaria Europea» (Madrid, 1999), Madrid, 2000, pp. 471-494.
. SÁNCHEZ DONCEL,  G., Presencia de España en Orán (1509-1792), Toledo, 1991.
. VILAR, P., Oro y moneda en la Historia (1450-1920), Barcelona, 1969.

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